Rodrigo Díaz M.
La administración de Donald Trump ha reanudado su guerra arancelaria. Esta vez su objetivo es la industria cinematográfica extranjera.
Todo ha comenzado, como varias de las otras medidas tomadas por Trump, mediante un post del primer mandatario en su propia plataforma Truth Social, en el cual afirmó que ha autorizado al Departamento de Comercio y a la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos a imponer un arancel del 100% para todas las películas que entren a los Estados Unidos y que hayan sido producidas en el extranjero.
Todavía no se sabe cómo se podría aplicar un arancel de este tipo a las producciones internacionales, pues es habitual que tanto las películas de bajo y de alto presupuesto se produzcan tanto localmente como internacionalmente. Por ejemplo, se filmen en el extranjero, pero la producción y/o la post producción ocurran en territorio estadounidense.
Varios países, Canadá, el Reino Unido y Nueva Zelanda ofrecen programas de incentivos para el rodaje de películas, por lo que figuran en las lista de los países preferidos por los productores cinematográficos para filmar sus producciones.
Estos aranceles de Trump están diseñados para que estos incentivos sean nulos, al tener que pagar doble por obtener los derechos de vender o mostrar las películas en los Estados Unidos.
En las salas de cine, las películas producidas en los Estados Unidos dominan de forma abrumadora el mercado nacional.
Datos de la Motion Picture Association (MPA) que representa a los principales estudios cinematográficos y servicios de streaming de Estados Unidos, muestran el dominio de las exportaciones de Hollywood en los cines, pues generaron 22,6 billones de dólares en exportaciones y 15,3 billones de dólares en superávit comercial durante el 2023.
La producción cinematográfica y televisiva estadounidense se ha visto muy afectada en los últimos años por los cierres relacionados a la pandemia del COVID-19, las huelgas laborales de los sindicatos de Hollywood del 2023 y los recientes incendios forestales en la zona de Los Ángeles. La producción total en Estados Unidos se redujo un 26% el año pasado en comparación con el 2021.