Por Alexander Terrazas
A poco más de dos meses de las elecciones municipales, la pacífica ciudad de Toronto ha entrado en un reñido debate sobre un proyecto de Ley, presentado por el Gobierno de Ontario que pretende recortar el actual Concejo Municipal de 47 a 25 escaños. Esta polémica medida impulsada por el Premier Doug Ford, ha desatado inusuales gritos, burlas, insultos y acusaciones entre autoridades, seguida de una ola de críticas a favor y en contra, no solo de los políticos en cuestión, sino del ciudadano común que exige más respeto a la democracia y por ende a la ciudad.
Más allá de la polémica entre los conservadores progresistas y los opositores del NDP, sería más honesto que los políticos se pongan de acuerdo y le digan a los ciudadanos si el recorte tiene que ver con una medida de austeridad o simplemente es una movida política de cara a los próximos comicios de octubre. En los hechos, el Gobierno Conservador Progresivo, liderado por el Premier Ford, plantea introducir la nueva legislación para reducir el número de escaños en el Concejo de Toronto a 25; según dicen, alineando las barriadas de la ciudad con circunscripciones federales y provinciales. Esta medida ayudaría, supuestamente, a ahorrar 25 millones de dólares durante los próximos cuatro años. Por otra parte, pretenden cancelar las elecciones para puestos de presidente regional en las regiones de York, Peel, Niagara y Muskoka.
Los críticos a estos cambios afirman que sería un atentado a la democracia y una afrenta a los habitantes de Toronto, la metrópolis más importante de Canadá. Una de las voces más críticas a estos posibles cambios es la líder de la oposición, Andrea Horwath quien asegura que Ford está usando su poder para inmiscuirse en las elecciones municipales y regionales de octubre. De hecho, Horwath ya ha presentado una enmienda que podría retrasar la aprobación de la polémica medida impulsada por el Gobierno Provincial, a quien acusa de abuso de poder. Por otra parte, los concejales que se oponen al recorte, dieron a conocer que existen proyecciones que establecen que cada uno de los 47 concejales atendería aproximadamente 60 mil ciudadanos en los próximos cuatro años; sin embargo, con el recorte se atendería alrededor de 120 mil personas en cada distrito.
Sin embargo, los que apoyan la acción del Premier de Ontario, aseguran que surge una disyuntiva entre la calidad de la representación y la eficiencia en la toma de decisiones públicas cuando se reduce el número de políticos electos. En consecuencia, estas voces apoyan a Ford argumentando que cualquier pérdida de representación democrática será menos importante que las posibles mejoras que se obtendrán en la eficiencia y la calidad de la toma de decisiones a nivel municipal. Argumentan que hay demasiados asuntos vitales en la ciudad que necesitan una resolución pronta y reflexiva que ahora se estancan debido a los interminables debates en el Concejo. Y critican, sobre todo, a aquellos que dicen que ahorrar aproximadamente $ 25 millones al año en salarios y costos de apoyo al reducir el número de concejales es exiguo.
Si vemos el lado positivo del recorte, además del ahorro de los 25 millones de dólares, se puede ‘desburocratizar’ la cosa pública y atender probablemente con mayor ‘eficiencia’ las demandas y necesidades de los ciudadanos. Sin embargo, este tipo de medidas también se puede ver como un atentado a los derechos de una persona y a los principios democráticos del país. Y, en medio de la controversia, el alcalde de Toronto, John Tory, propone que la reforma de la política de Ontario que pretende hacer el Gobierno Conservador, liderado por Ford, sea consultada a los ciudadanos a través de un referéndum. Lo que propone Tory es una idea muy atinada y saludable para la democracia, porque, ciertamente la democracia reside en el soberano a través del voto. En consecuencia, siempre se debe gobernar escuchando al ciudadano. Hacemos votos para que así sea.
Alexander Terrazas