La estrella de Portugal anotó el primer triplete del Mundial el viernes 15 de junio ante España (3-3). CR7 demostró su grandeza al convertir a los 4′, 43′ y 87′. Este último, un gol mágico de tiro libre. La escuadra española convirtió mediante Diego Costas (23′ y 54′) y Nacho (58′).
Tres goles de Cristiano Ronaldo, el último de falta directa a tres minutos del final, frustraron el ejercicio de carácter, determinación y remontada de España, que resurgió hasta dos veces contra el actual campeón de Europa y contra sí misma, pero que recibió el 3-3 cuando ya sentía suyo el triunfo.
Por eso, el empate le supo a derrota, porque desde su fútbol y desde una versión convincente había sido capaz de levantar un partido que perdía en dos ocasiones, primero por 1-0 en el minuto cuatro y después por 2-1 al borde del descanso en un fallo inconcebible de De Gea, pero sobre todo porque quizá mereció más que un solo punto.
Todo eso, además, después de tres días de tanta agitación, del inesperado cambio de seleccionador, de una crisis y una vorágine de 20 horas entre el martes y el miércoles que desenfocó el partido e incluso, ya este viernes, con un penal en contra de inmediato, con el veloz 1-0 en el minuto cuatro, con el del 2-1 al borde del descanso…
Una serie de golpes inasumibles para muchos, más aún dentro de todas esas circunstancias, pero no para el grupo del debutante Fernando Hierro, que se repuso al 1-0 y al 2-1 con la decisión de una selección que se siente capaz de lo máximo, que sorteó cada inconveniente que se encontró este viernes menos el último: el 3-3.
No le asustó de principio el 1-0 en contra, en un penal de Nacho sobre Cristiano, que él mismo transformó, ni tampoco la puesta en escena trepidante de Portugal, lanzada al contragolpe, del que no sacó provecho Gonçalo Guedes, primero porque le faltó valentía para medir a Serio Ramos y después porque no tuvo nada de precisión.
Del mal rato surgió la selección española contestataria desde la pelota, desde el movimiento paciente de su mejor virtud, mejorable quizá en la profundidad por momentos, pero la cualidad que le ha dirigido a tantos y tantos éxitos en tiempos no tan pasados, con la que le señaló a Portugal que había mucho partido con 1-0.