Por Alexander Terrazas *
En los cálidos días de verano del 2022, la peregrinación que hizo el Papa Francisco en Canadá del 24 al 30 de julio, fue un hito histórico que marcó un antes y un después en el largo camino de la reconciliación entre la Iglesia Católica y los pueblos indígenas canadienses.
Jorge Mario Bergoglio, que falleció a sus 88 años, y quien en vida adoptó el nombre de Francisco en honor a San Francisco de Asís, cruzó el Atlántico en el avión papal para disculparse por el papel que desempeñaron algunos sacerdotes y religiosas en el sistema de las escuelas residenciales, que funcionaron en Canadá para ‘occidentalizar’ a niños indígenas desde 1883 hasta 1996.

“Lo siento. Humildemente pido perdón por el mal que tantos cristianos cometieron contra los pueblos indígenas”, expresó en español, -la lengua materna del Papa Francisco-, en su primer acto público en la localidad de Maskwacis, Edmonton. Habitualmente, el Papa solía recitar sus discursos y homilías en italiano; sin embargo, durante su viaje apostólico número 37º a Canadá, el entonces Vicario de Roma habló en español para facilitar la traducción y para revalorizar sus propias raíces culturales.
En silla de ruedas, afectado por problemas de ciática y rodilla, el primer Papa Latinoamericano, visitó a tres ciudades representativas de los tres pueblos indígenas del vasto territorio canadiense: Edmonton, con prevalencia de First Nations; Quebec, con mayoría Métis y finalmente Iqaluit, territorio de los Inuit. Nunca antes en la historia un Papa había visitado estos pueblos para pedir perdón.
En sus discursos públicos, el Sumo Pontífice, no solo reiteró una y otra vez sus disculpas por los abusos físicos, psicológicos y espirituales en contra de los indígenas, sino que también defendió la causa de los refugiados, las personas sin hogar, los enfermos y los ancianos. Por ejemplo, en La Citadelle, la residencia del gobernador general en la ciudad de Quebec, habló de ‘la injusticia radical que contamina nuestro mundo’. “Es escandaloso que el bienestar que genera el desarrollo económico no beneficie a todos los sectores de la sociedad”, dijo Francisco, nacido en argentina y cuyos padres fueron migrantes europeos que llegaron a Sudamérica, desde la segunda mitad del siglo XIX.
En sus seis días en suelo canadiense, el Papa Francisco, no solo se reunió con los líderes indígenas, sino que también sostuvo encuentros privados con autoridades religiosas y civiles de Canadá. Entre ellos, la Gobernadora General, Mary Simon, y el entonces primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, quien subrayó que pedir perdón no es el final del asunto sino que es un punto de partida, un primer paso. “La reconciliación es responsabilidad de todos nosotros”, dijo Trudeau.

En su último discurso en Iqaluit, a solo 300 kilómetros al sur del Círculo Polar Ártico, el Papa reconoció una vez más la indignación y la vergüenza que le provoca el rol de algunos miembros de la Iglesia en el funcionamiento de las 139 escuelas residenciales que instauró el Gobierno de Canadá y a las que ya había definido como una experiencia que llevó a la destrucción cultural.
“Cuánto mal al romper los vínculos entre padres e hijos, al herir los afectos más queridos, al lastimar y escandalizar a los pequeños”, lamentó el Papa sobre la política de las escuelas residenciales que fueron financiadas por el Estado canadiense y administradas por la Iglesia Católica y otras denominaciones religiosas, por la que, según estimaciones oficiales, pasaron cerca de 150.000 niños sin el consentimiento de sus padres.
En el vuelo de regreso a Roma, el Papa dijo otra palabra que cobró importancia. Cuando un periodista le preguntó si los abusos en los internados equivalían a un ‘genocidio’, Francisco asintió. “Quitarles niños, cambiarles la cultura, su mentalidad, sus tradiciones; cambiar una raza, una cultura entera… sí, uso la palabra genocidio”, dijo a través de un traductor. Esta admisión fue bien recibida por muchos que habían presionado al gobierno canadiense para que reconociera formalmente que hubo genocidio en las escuelas residenciales.
Meses después de la visita papal, el Vaticano siguió denunciando formalmente la Doctrina del Descubrimiento, se ha fomentado el diálogo con los pueblos indígenas y se ha abierto una puerta formal para la verdad, la sanación y la reconciliación . También se creó una línea nacional de crisis para escuelas residenciales indígenas disponible las 24 horas en el 1-866-925-4419 para servicios de derivación en situaciones emocionales y de crisis para sobrevivientes y afectados.
*Periodista boliviano radicado en Canadá