Ricardo Segura
EFE – Reportajes
Las ciudades del Viejo Continente son una de las opciones ideales para quienes desean conocer y disfrutar mucho en poco tiempo, debido a que en ellas se concentra una gran cantidad de lugares de interés cultural, histórico, monumental, artístico y gastronómico. Los especialistas proponen algunos de los mejores destinos europeos para una escapada de unos pocos días.
Las vacaciones de verano han quedado atrás, y hasta el año próximo ya no dispondremos de un lapso prolongado con muchos días de asueto para dedicarlos a realizar un gran viaje. Sin embargo, cada año hay 52 o 53 fines de semana, así como algunos lapsos festivos y días libres, que podemos aprovechar para escaparnos de nuestras ocupaciones habituales, distraernos y divertirnos, y después regresar renovados.
“Las búsquedas relacionadas con las ‘escapadas de fin de semana’ han aumentado un 28 % en el último año (2024 a 2025), según los datos que maneja Jetcost”, señala a EFE Enrique Sancho, representante en España de esta plataforma en línea especializada en buscar precios baratos de vuelos, hoteles y alquiler de coches (www.jetcost.es)
En este sentido, las ciudades europeas son una de las opciones preferidas por los viajeros para disfrutar de una escapada de 48 o 72 horas o de muy pocos días, según Sancho. Estos destinos son especialmente fructíferos en términos turísticos, ya que concentran gran variedad de puntos de interés cultural, histórico, monumental, artístico y gastronómico en un área no demasiado extensa, por lo que las contadas horas que pasemos allí nos depararán muchas experiencias imborrables.
El equipo de especialistas de Jetcost ha confeccionado una selección de las mejores ciudades europeas para disfrutar de una escapada de fin de semana o de viaje de pocos días de duración, elegidas por los propios usuarios de la plataforma. Entre ellas destacan las siguientes:

Copenhague (Dinamarca)
No hay grandes monumentos en la capital de Dinamarca; el más popular es una pequeña escultura de una Sirenita sobre una roca cerca del puerto, que rinde homenaje a uno de los cuentos del autor danés más conocido: Hans Christian Andersen.
Una buena razón para visitar esta ciudad, que ofrece un equilibrio perfecto entre vegetación urbana, diseño vanguardista y ambiente relajado, es el pintoresco barrio de Nyhavn, con sus casas de tonos pastel con vistas al canal, ideal para relajarse en las mesas de sus típicas terrazas.
Dos lugares icónicos son los jardines del Tívoli, un viejo parque de atracciones con el encanto de sus artefactos y los conciertos y espectáculos nocturnos que alberga en verano, y el barrio alternativo de Christiania, precursor del movimiento hippy que cautiva con su historia de espíritu libre y llamativos murales.

Lugo (España)
Esta ciudad de Galicia alberga tres lugares reconocidos como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Las murallas, unas de las más completas de la época romana, con su base de pizarra y granito y más de dos kilómetros de extensión, son el paseo más popular, que permite disfrutar de un agradable recorrido mientras se contempla la ciudad desde lo alto.
Lugo alberga una etapa importante del Camino Primitivo de Santiago, la ruta más antigua de peregrinación a Compostela, frecuentada por el pueblo astur-galaico durante los siglos IX y X, y por peregrinos procedentes de otras partes de España y Europa.
Su catedral, en la que coexisten los estilos románico tardío, gótico, renacentista, barroco y neoclásico, cuenta con una bella capilla mayor dedicada a Nuestra Señora de los Ojos Grandes, en la que se funden madera y piedra en una creación única.

Edimburgo (Escocia)
La célebre Milla Real de la capital escocesa, en el Reino Unido, une el castillo de Edimburgo con el palacio Holyroodhouse, residencia oficial de los monarcas británicos en Escocia, separados ambos puntos por una milla escocesa (1.814 metros).
En torno a esas cuatro calles se construyó la Ciudad Vieja, donde se encuentran monumentos emblemáticos como la catedral de St. Giles, obra maestra del gótico, o el callejón Mary King’s Close, que muestra la miseria y la peste que asolaban la ciudad entre los siglos XVI y XVII. También abundan las tiendas de recuerdos, pubs, restaurantes, artistas callejeros y músicos tocando la gaita escocesa.
Desde Jetcost recomiendan visitar el mirador de Calton Hill, una colina popular por sus vistas de la ciudad y sus construcciones neoclásicas inspiradas en la Antigüedad, incluyendo el Monumento Nacional de Escocia, que recuerda un templo griego.

Budapest (Hungría)
Menos conocida que otras grandes capitales, la Plaza de la Trinidad (Szentháromság tér), situada en la parte más alta de Buda —una de las dos mitades de la capital húngara, dividida por el río Danubio—, es una de las mejores plazas europeas, según Jetcost.
Esta plaza, rodeada de edificios y monumentos históricos como la Iglesia de Matías, el Castillo de Buda y el Bastión de los Pescadores, alberga una estatua icónica dedicada a la Santísima Trinidad, en homenaje a las víctimas de la peste bubónica de 1691, y otra de San Esteban frente al Bastión, obra de Alajos Stróbl.
También está allí la Casa del Vino Húngaro (Magyar Borok Háza), que representa las 22 regiones vinícolas del país y reúne más de 700 vinos diferentes, muchos de los cuales se pueden degustar abonando el precio de la entrada.

Oporto (Portugal)
Los platos típicos de Oporto —el bacalao y las sardinas— son una buena razón para escaparse a esta ciudad situada a orillas del Duero, entre tejados, barquitos pesqueros, balcones de madera gastada y un aire melancólico tan característico de Portugal.
Pero hay más: los impresionantes azulejos de las fachadas de la Capilla de las Almas, formadas por más de 16 000 piezas, o los de la Estación de San Benito, con murales compuestos por más de 20 000 azulejos.
Oporto también alberga la espectacular librería Lello, una de las más bonitas del mundo, y ofrece la posibilidad de hacer un crucero a bordo de un rabelo, barco tradicional que se utilizaba para transportar el vino desde los viñedos hasta las bodegas, cruzando los seis puentes de la ciudad, uno de ellos diseñado por un socio de Gustave Eiffel.

Turín (Italia)
En esta ciudad del norte de Italia, famosa por albergar en la capilla de la Sábana Santa el sudario que posiblemente cubrió el cuerpo de Cristo, se encuentra el museo más antiguo dedicado a la cultura egipcia y el segundo más importante del mundo, después del de El Cairo, con más de 40 000 piezas expuestas entre tablillas, momias, objetos funerarios, papiros, estatuas y esfinges.
Turín también alberga, dentro de la Mole Antonelliana —monumento simbólico de la capital del Piamonte—, el Museo Nacional del Cine, que exhibe más de 1.8 millones de piezas entre películas, fotografías, dispositivos, carteles, documentos y grabaciones.
Elegante y austera, Turín fue la primera capital de Italia y conserva un patrimonio artístico y cultural grandioso: residencias aristocráticas, palacios barrocos y monumentos de incalculable valor, que la convierten en una mezcla fascinante de antigüedad y modernidad.

Perpiñán (Francia)
En el sur de Francia, la hermosa y soleada ciudad de Perpiñán ofrece una experiencia turística mediterránea acogedora y un rico patrimonio histórico que sorprende por su densidad, diversidad y calidad.
Desde Jetcost recomiendan visitar Le Castillet y el museo Casa Pairal, un edificio monumental cuya cima ofrece una vista de 360 grados del centro de la ciudad, así como el Palacio de los Reyes de Mallorca, de estilo gótico, con un patio central, arcadas, capillas y hermosas salas repletas de tapices que reflejan el esplendor de épocas pasadas.
También aconsejan conocer el Hotel Pams, joya del Art Nouveau, cuya sobria fachada contrasta con su interior ricamente decorado. Destaca su imponente escalera de ónix, mármol y estuco, al pie de la cual se encuentra una escultura de Raymond Sudre, decorada con pinturas de Paul Gervais.











