Horas después de que Kelly asumiera su cargo de jefe de gabinete, la Casa Blanca anunció la salida de Scaramucci, un arrollador empresario que asumió el cargo el pasado 21 de julio y que había dirigido desagradables insultos a algunos de los principales asesores del presidente.
“Anthony Scaramucci abandonará su papel como director de comunicaciones de la Casa Blanca. Scaramucci cree que lo mejor es darle la oportunidad al nuevo jefe de gabinete de empezar de nuevo y construir su propio equipo. Le deseamos lo mejor”, indicó en un comunicado la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders.
La portavoz no quiso precisar si Scaramucci fue despedido o renunció a su cargo, y dijo únicamente que su salida es el producto de “conversaciones de mutuo acuerdo” entre Trump, Kelly y él.
Lo que sí confirmó Sanders es que su destitución tiene que ver con la acalorada llamada que Scaramucci hizo el pasado miércoles a un periodista del New Yorker, en la que llamó “paranoico esquizofrénico” al entonces jefe de gabinete, Reince Priebus, y arremetió contra el estratega jefe de la Casa Blanca, Steve Bannon.
“El presidente consideró que esos comentarios eran inapropiados para alguien en su posición (de Scaramucci) y no quería complicarle el trabajo al general Kelly”, afirmó la portavoz.
La inesperada destitución de Scaramucci, que hace apenas una semana estaba entre los asesores con más influencia sobre Trump, es una señal del paso firme con el que Kelly ha entrado en una Casa Blanca marcada por agresivas luchas internas de poder.
Kelly, un general que hasta hoy era secretario de Seguridad Nacional, parece haber terminado incluso con el sistema de privilegios que tenían muchos de los asesores de Trump, que tenían permiso para rendir cuentas directamente ante el presidente en lugar de pasar por el filtro del jefe de gabinete.
“El general Kelly tiene toda la autoridad para operar dentro de la Casa Blanca, y todo el personal rendirá cuentas ante él”, aseguró hoy Sanders.
No está claro si ese rígido esquema de mando, seguido por muchas de las últimas administraciones estadounidenses, llegará a aplicarse a dos de los principales asesores de Trump, su hija Ivanka y su yerno Jared Kushner, cuyos privilegios familiares podrían ser algo más difíciles de controlar.
Pero el general, por el que Trump siente un gran respeto, ha conseguido al menos deshacerse de uno de los miembros más polémicos de la Casa Blanca, un arrogante financiero de Wall Street que había hablado de su relación con el ex jefe de gabinete Priebus como la de “Caín y Abel”.
Scaramucci llegó a la Casa Blanca con el objetivo de erradicar las filtraciones a la prensa de información sobre las intrigas del ala oeste, y acusó a Priebus de ser uno de los responsables de ese problema, hasta el punto de amenazar con demandarle ante el Departamento de Justicia.
Tras salir a la luz sus iracundos insultos a Bannon y Priebus, Scaramucci admitió en un tuit que “a veces” usaba “lenguaje colorido”, y que se moderaría a partir de ahora.
Ese episodio debilitó el poder de Scaramucci en la competitiva Casa Blanca, y su presencia allí dejó de tener sentido si se tiene en cuenta que, según el diario The Washington Post, había sido contratado en parte para acelerar la salida de Priebus, que renunció a su cargo el pasado viernes.
Pese al brote de disciplina que ha impuesto Kelly, la salida de Scaramucci cierra un mes en el que también han abandonado la Casa Blanca tanto Priebus como el primer portavoz de Trump, Sean Spicer, que dimitió precisamente cuando el mandatario contrató a ese nuevo director de comunicaciones.
Trump negó hoy en un tuit que haya “caos” en la Casa Blanca, y subrayó que el país “vive un momento optimista”.
“Solo quiero felicitarlo (a Kelly) por el gran trabajo que ha hecho con la Seguridad Nacional y no tengo ninguna duda de que será un absolutamente magnífico jefe de gabinete”, afirmó Trump durante la toma de posesión de Kelly.
Trump prescinde de su director de comunicaciones en un raro brote de disciplina
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