Rodrigo Díaz M.
El sector tecnológico israelí ha resistido durante un año a la guerra con el grupo islamista palestino Hamás, pero al depender de grandes empresas y de la inversión extranjera, se enfrenta a una incertidumbre de financiación que podría perjudicar a la economía en general, según un reciente informe gubernamental.
Desde que comenzó la guerra el 7 de octubre, las empresas tecnológicas israelíes recaudaron unos 9 billones de dólares, las terceras tras Silicon Valley y Nueva York, según la Autoridad de Innovación de Israel (IIA), financiada por el Estado.
Esta cifra indica que el nivel de inversión fue prácticamente el mismo que en el mismo periodo antes de la guerra.
La alta tecnología impulsa la economía de Israel y representa el 16% del empleo, más de la mitad de las exportaciones del país, un tercio de los impuestos sobre la renta y el 20% de su producción económica global.
El estancamiento del empleo en el sector podría frenar el impuesto sobre la renta cuando el Estado necesita fondos para financiar la guerra.
Al mismo tiempo, la mayor parte de la inversión se destina a startups maduras y empresas de ciberseguridad, mientras otras áreas se resienten. Esto podría evolucionar hasta convertirse en un problema.
Adicionalmente muchas buenas empresas que deberían recibir financiación están teniendo problemas en la actualidad. Para ello, el IIA cuenta con una serie de programas para ayudar a las startups más pequeñas a mantenerse a flote.
El informe del IIA sigue a otro de principios de septiembre de la organización sin ánimo de lucro Startup Nation Central (SNC), que afirmaba que las grandes empresas tecnológicas seguían prosperando, pero advertía de la sostenibilidad del sector debido a la prolongación del conflicto y a la política económica del actual gobierno israelí “que se percibe ampliamente como destructiva”.
Los medios de comunicación israelíes informaron esta semana que el presupuesto para el 2025 reduciría los incentivos fiscales a los inversores extranjeros en tecnología.