Rodrigo Díaz M.
Mientras el mundo espera a ver cómo el regreso de Donald Trump remodelará las relaciones entre Washington y Pekín, China acaba de tomar medidas decisivas para afianzar su posición en América Latina.
Trump ganó las elecciones presidenciales estadounidenses con una plataforma que prometía aranceles de hasta el 60% sobre los productos fabricados en China. Sin embargo, más al sur, un nuevo mega puerto respaldado por China tiene el potencial de crear rutas comerciales totalmente nuevas que evitarán por completo América del Norte.
El propio presidente Xi Jinping asistió la semana pasada a la inauguración del puerto de Chancay, en la costa peruana, un indicio de la seriedad con la que China se toma este desarrollo.
Xi se encontraba en Perú para asistir a la reunión anual del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (Apec). Pero todas las miradas estaban puestas en Chancay y en lo que dice sobre la creciente asertividad de China en una región que Estados Unidos ha considerado tradicionalmente su esfera de influencia.
En opinión de observadores experimentados, Washington está pagando ahora el precio de años de indiferencia hacia sus vecinos y sus necesidades.
Incluso antes de su inauguración, el proyecto de 3.5 billones de dólares ideado por la naviera estatal china Cosco Shipping, ya había convertido un pueblo pesquero peruano antaño adormecido en una potencia logística llamada a transformar la economía del país.
El periódico oficial del Partido Comunista de China, el Diario del Pueblo, lo calificó de “reivindicación de la cooperación beneficiosa para ambas partes entre China y Perú”.
La presidenta de Perú, Dina Boluarte, se mostró igualmente entusiasmada, describiendo el mega puerto como un “centro neurálgico” que proporcionará “un punto de conexión para acceder al gigantesco mercado asiático”.
Pero las implicaciones van mucho más allá de las fortunas de una pequeña nación andina. Una vez que Chancay esté en pleno funcionamiento, se espera que las mercancías de Chile, Ecuador, Colombia e incluso Brasil pasen por él de camino a Shanghai y otros puertos asiáticos.
China ya tiene un considerable apetito por las exportaciones de la región, incluida la soja brasileña y el cobre chileno. Ahora, este nuevo puerto podrá acoger buques más grandes, además de reducir los plazos de embarque de 35 a 23 días.