Rodrigo Díaz M.
El anuncio hecho esta semana por el fundador de Meta, Mark Zuckerberg, fue ampliamente visto en los círculos de verificación de noticias como una genuflexión al presidente electo Donald Trump, cuyo primer mandato popularizó la frase ‘fake news’.
Meta está sustituyendo su verificación información por un sistema de “notas de la comunidad” que recuerda al sistema que ahora utiliza X, donde depende de los usuarios para corregir la desinformación en sus plataformas.
Este momento representa una encrucijada para la industria del fact checking, que verá su influencia fuertemente recortada cuando Trump asuma el poder para su segundo mandato.
La verificación de hechos es una industria extraña, sobre todo si se tiene en cuenta que es una función de todo el periodismo. El concepto surgió hace unas tres décadas, en parte para contrarrestar las historias de “él dijo-ella dijo” y controlar las afirmaciones de los anuncios políticos. La organización FactCheck.org, cuyo principal objetivo era ayudar a los periodistas, se creó en el 2003.
La tensión sobre el fact-checking se incrementó durante la reciente campaña presidencial, cuando el equipo de Trump se enfureció con ABC News por llamar la atención sobre declaraciones falsas del ex presidente durante su único debate con la demócrata Kamala Harris.
La segunda victoria de Trump ha cambiado la ecuación en Meta. X ya ha reducido su comprobación independiente de hechos bajo el propietario Elon Musk, un aliado de Trump. La medida es significativa porque elimina la verificación de hechos de lugares donde muchos usuarios no estarían expuestos a ella.
En las redes sociales, el ‘fact checking’ también pasó a formar parte de los algoritmos que dirigían la información hacia la gente o la alejaban de ella. El material etiquetado como falso a menudo se degradaba para que recibiera menos exposición. Para los republicanos que han criticado a las grandes tecnológicas, eso equivale a censura.