Mujeres centroamericanas de la caravana migrante desafían la peligrosa travesía hacia Estados Unidos con tal de darles una mejor vida a sus hijos, a quienes tienen que llevar en brazos o, incluso, dejar atrás en sus países de origen.
Madres en la frontera entre Guatemala y el suroriental estado mexicano de Chiapas contaron a Efe que están dispuestas a todo con tal de cruzar a México, como se constató este lunes cuando varias de ellas se unieron a los cientos de migrantes que cruzaron por el Río Suchiate pese a la presencia de la Guardia Nacional.
Una de estas mujeres es la hondureña Jacqueline Barahona, una madre soltera que solo pudo traer a su hijo de 13 años y dejó con sus abuelos a sus pequeños de ocho y nueve años, un sacrificio que ella necesita hacer para llegar a Estados Unidos y enviarle dólares a su familia.
“Aunque dejemos la familia atrás, la misma delincuencia y la misma pobreza nos hace hacer que nos vengamos hasta estos caminos, a sufrir, porque se sufre en estos caminos, pero lo más importante es que venimos con vida, venimos con salud”, relató Barahona a Efe.
Parte de la caravana migrante -que ha acumulado en días recientes cerca de 5.000 personas de Honduras, El Salvador, Nicaragua y Guatemala- cruzó corriendo este lunes el río Suchiate para llegar a México.
No obstante, el INM informó posteriormente que su intento de cruce fue infructuoso pues se detuvo a 402 personas, otros 40 regresaron a la frontera con Guatemala y se busca 58 que se internaron por la selva.
Las madres migrantes rechazaron la oferta del Instituto Nacional de Migración (INM) de México, que prometió el acceso controlado de mujeres, menores de edad y otros grupos vulnerables, por temor a una deportación, por lo que se sumaron a los hombres que atravesaron el afluente por desconfianza en el Gobierno.
“Digo yo que abra ahí porque nosotros vamos a trabajar, no vamos a hacer cosas malas porque no es justo que vengamos de allá y nos regresen de vuelta. O sea no es justo eso, que tengan conciencia. Que nos pasen”, expresó la guatemalteca Dinorah García mientras sostenía a su niño en brazos en el puente fronterizo Rodolfo Robles.
TRATO INHUMANO
Mujeres como la hondureña Alicia Damez piden detener las deportaciones, a las que consideran un trato inhumano, ante el creciente número de mujeres que se ven obligadas a migrar con sus hijos.
“Qué mal lo que hacen. Porque a uno tanto que le cuesta llegar hasta acá para que los manden de regreso. Mire, hasta aguantando hambre, el sol, caminando con los niños y todo”, comentó Damez a Efe fuera de la Casa del Migrante de Tecún Umán, junto a sus hijos de cuatro y siete años.
La mujer es parte de la caravana migrante, la primera de 2020, que salió la semana pasada de Honduras rumbo a Estados Unidos tras una convocatoria en redes sociales.
Este tipo de movilizaciones ocurren desde octubre de 2018, cuando miles de migrantes entraron en México para huir de la pobreza y la violencia con el objetivo de llegar a territorio estadounidense, lo que provocó tensiones entre el Gobierno mexicano y el de Estados Unidos.
Ambos países acordaron en junio de 2019 que Estados Unidos retiraría su amenaza de imponer aranceles a los productos mexicanos a cambio de que el Gobierno mexicano desplegara la Guardia Nacional en la frontera con Guatemala para frenar el flujo migratorio.