La red Internet nace a cada instante, creciendo, expandiéndose, acelerándose y diversificándose, pero al mismo tiempo algunas de sus partes van desapareciendo en dos procesos que los especialistas consideran equiparable a una ‘muerte digital’, uno de ellos con un alcance todavía difícil de establecer, y el otro con un impacto más comprobable en la actualidad.
La teoría de la Internet muerta (the ‘dead internet theory’ en inglés) afirma que la actividad y el contenido en la Red, incluidas las cuentas de redes sociales, son creados, automatizados y dirigidos predominantemente por agentes de inteligencia artificial (IA), según investigadores de dos universidades australianas.
Los especialistas Jake Renzella, profesor de estudios de Informática, en la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW) en Sídney, y Vlada Rozova, investigadora en aprendizaje automático aplicado, en la Universidad de Melbourne (UNIMELB), consideran que esta teoría es de por si inquietante pero la verdad podría ser aún más siniestra.
La inteligencia artificial desplaza a la humana
Los agentes de IA, como los ‘bots’ (programas informáticos que efectúan tareas de forma automatizada y repetitiva en la red siguiendo instrucciones específicas), pueden crear rápidamente publicaciones e imágenes generadas por IA diseñadas para generar interacción (clics, me gusta, comentarios) en plataformas como Facebook, Instagram y TikTok, y que a menudo se vuelven virales, según Renzella y Rozova.
“Pero la teoría de la Internet muerta va aún más allá”, porque “muchas de las cuentas que interactúan con esos falsos contenidos también parecen estar gestionadas por agentes de IA, lo cual crea un círculo vicioso de interacción artificial, que no tiene una agenda clara y ya no involucra a los humanos en absoluto”, según los expertos de la UNSW (www.unsw.edu.au) y la UNIMELB (www.unimelb.edu.au).
Sostienen que “a medida que estas cuentas impulsadas por IA aumentan en seguidores (muchos falsos, algunos reales), el alto número de seguidores legitima la cuenta ante los usuarios humanos”.
Esto significa que se está creando un ejército de decenas de miles de cuentas, con un alto número de personas que las siguen, las cuales podrían ser utilizadas con fines de desinformación y propaganda, según advierten.
De hecho, “ya hay pruebas sólidas de que las redes sociales están siendo manipuladas desde hace años, por ‘bots’ inflados para influir en la opinión pública con información errónea y desinformación, que pueden llegar a millones de usuarios de las redes sociales”, según explican Renzella y Rozova.
“La libertad de crear y compartir nuestros pensamientos en Internet y las redes sociales es lo que las hace tan poderosas. Y este poder es el que los malos actores quieren controlar”, apuntan.
Para estos investigadores australianos, Internet ha “muerto” en el sentido de que “ya no es el servicio para humanos y creado por humanos que conocíamos y amábamos”.
La teoría sobre este fenómeno es un recordatorio para que seamos escéptic@s y naveguemos por las redes sociales y sitios web con una mente crítica, siendo conscientes de que “cualquier interacción, tendencia y, especialmente, `sentimiento general´ podrían ser sintéticos, diseñados para cambiar ligeramente la forma en que percibimos el mundo”, concluyen.
La Red pierde la memoria y borra el pasado digital
Por otra parte, la afirmación de que “todo lo que hay en internet, permanece en internet” es cada vez más cuestionable, porque que gran parte de la web desaparece sin dejar rastro, explica César Córcoles, profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la Universitat Oberta Catalunya (UOC), en Cataluña, España.
Señala que “según un informe de Pew Research Center, en solo una década, casi el 40% de los sitios web han dejado de existir”, (www.pewresearch.org/data-labs/2024/05/17/when-online-content-disappears).
“Este fenómeno, conocido como ‘decadencia digital’, se refiere a cuando un recurso digital deja de estar disponible, totalmente o en parte, afecta al acceso a la información y borra fragmentos de nuestra historia colectiva”, afirma el profesor de la UOC (www.uoc.edu/es).
Explica que los contenidos digitales desaparecen de Internet debido a múltiples causas: fallos en los servidores, obsolescencia tecnológica, cambios en las políticas web, eliminación de contenidos o cierre de servicios digitales, y también cuando los usuarios abandonan una red social, y borran los textos, mensajes e imágenes que habían subido a dicha plataforma.
“Algunos contenidos se eliminan porque se retira un sitio web, o cambia la organización de ese sitio y entonces dejan de funcionar los enlaces que apuntaban a los recursos que contenían. Pero independientemente de su causa, esas desapariciones tienen consecuencias en la historia, el periodismo y la educación”, según Córcoles.
“Si desaparecen ciertos contenidos sobre temas, entidades o personajes, nuestra percepción de los acontecimientos recientes puede cambiar, y muchas veces no hay opciones para recuperar algunas informaciones públicas”, añade, por su parte, Silvia Martínez, profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC.
“Por ejemplo, si se actualiza la composición de un comité asesor en una empresa y se elimina la referencia anterior sobre dicho grupo, es probable que no quede constancia pública de la versión previa. De hecho, según Pew Research el 21% de las páginas web de sitios gubernamentales contienen al menos un enlace roto”, explica Martínez.
“La desaparición parcial de información puede comportar que el contenido restante sea incorrecto o descontextualizado, dando pie a interpretaciones erróneas”, según añade Mònica Vilasau, profesora de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC, experta en derecho digital.
Aunque algunos expertos creen que la falta de permanencia o continuidad de los contenidos en la Red podría considerarse como una posibilidad de garantizar el ‘derecho al olvido’ (derecho de un usuario a eliminar de Internet sus datos o información personales), Vilasau opina que “es importante establecer criterios claros para la conservación y eliminación de datos en los sistemas digitales”.
“El derecho al olvido no debe confundirse con la desaparición arbitraria de información”, recalca.
Los profesores de la UOC valoran las iniciativas como Internet Archive (https://web.archive.org), que buscan capturar y almacenar contenido digital de la Red, para que esté disponible en el futuro y pueda consultarse con posterioridad a los cambios, preservando parte de lo que de otro modo se perdería.
Sin embargo, reconocen que el volumen de datos generados diariamente hace que la tarea de estas plataformas sea compleja, y sostienen que “hacen falta más esfuerzos para conservar nuestro patrimonio digital” porque “lo que se publica en internet solo permanece en internet si hacemos los esfuerzos necesarios”.
“A medida que más información desaparece de la web, surge el riesgo de que se pierda información relevante para la sociedad y haya una `memoria digital selectiva´, en la que solo ciertos contenidos se conservan mientras otros desaparecen sin dejar rastro”, lo cual puede condicionar “nuestra relación con el entorno y la manera en que recordamos”, advierte Martínez.
Ricardo Segura
EFE – Reportajes