Rodrigo Díaz M.
Israel ha cortado el suministro eléctrico a Gaza, según informaron las autoridades el domingo, lo que afecta a una planta desalinizadora que produce agua potable para parte del territorio árido. El grupo terrorista Hamás lo calificó como parte de la “política de hambre” de Israel.
La semana pasada, Israel suspendió el suministro de bienes al territorio de más de dos millones de palestinos, un eco del asedio que impuso en los primeros días de la guerra.
Israel está presionando al grupo militante para que acepte una prórroga de la primera fase de su alto el fuego. Esa fase finalizó el fin de semana pasado. Israel quiere que Hamás libere a la mitad de los rehenes restantes a cambio de la promesa de negociar una tregua duradera.
En cambio, Hamás quiere iniciar las negociaciones sobre la segunda fase, más difícil, del alto el fuego, que supondría la liberación de los rehenes restantes de Gaza, la retirada de las fuerzas israelíes y una paz duradera. Se cree que Hamás tiene 24 rehenes vivos y los cuerpos de otros 35.
El grupo militante, que ha advertido de que la interrupción de los suministros afectaría a los rehenes, dijo el domingo que había concluido la última ronda de conversaciones de alto el fuego con mediadores egipcios sin cambios en su posición.
Israel había advertido, cuando detuvo todos los suministros, que el agua y la electricidad podrían ser los siguientes. La carta del ministro de Energía de Israel a la Corporación Eléctrica de Israel le dice que deje de vender energía a Gaza.
El territorio y su infraestructura han quedado en gran medida devastados, y la mayoría de las instalaciones, incluidos los hospitales, ahora utilizan generadores. El portavoz de Hamás, Hazem Qassam, dijo que Israel ha cortado “prácticamente” la electricidad desde que comenzó la guerra y calificó la última decisión como parte de la «política de inanición» de Israel, en claro desprecio de todas las leyes y normas internacionales.