Rodrigo Díaz M.
Decenas de miles de españoles se manifestaron el sábado en la ciudad oriental de Valencia para exigir la dimisión del presidente regional encargado de la respuesta de emergencia a las catastróficas inundaciones de la semana pasada, que dejaron más de 200 muertos y otros desaparecidos.
Un grupo de manifestantes se enfrentó a la policía antidisturbios frente al ayuntamiento de Valencia, donde los manifestantes iniciaron su marcha hacia la sede del gobierno regional. La policía utilizó porras para repelerlos.
El presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, está sometido a una enorme presión después de que su gobierno no emitiera alertas de inundación en los teléfonos móviles de los ciudadanos hasta horas después de que comenzaran las inundaciones en la noche del 29 de octubre.
Mazón, del conservador Partido Popular, también está siendo criticado por lo que la gente percibe como una respuesta lenta y caótica al desastre natural. Miles de voluntarios fueron los primeros en llegar a muchas de las zonas más afectadas de la periferia sur de Valencia. Las autoridades tardaron días en movilizar a los miles de policías y soldados de refuerzo que el gobierno regional solicitó a las autoridades centrales.
En España, los gobiernos regionales son los encargados de gestionar la protección civil y pueden solicitar recursos adicionales al gobierno nacional de Madrid, dirigido por los socialistas.
Mazón ha defendido su gestión de la crisis diciendo que su magnitud era imprevisible y que su administración no recibió suficientes avisos de las autoridades centrales. Pero la agencia meteorológica española emitió una alerta roja, el nivel más alto de advertencia, por mal tiempo ya a las 7:30 de la mañana del martes, cuando se avecinaba el desastre.
Algunas comunidades estaban inundadas a las 6 PM. La administración de Mazón tardó hasta después de las 8 PM en enviar alertas a los teléfonos móviles de los ciudadanos. Mazón acompañaba a los miembros de la realeza española y al presidente del gobierno socialista, Pedro Sánchez, cuando, durante su primera visita a la zona devastada el pasado fin de semana, los habitantes enfurecidos les arrojaron barro.