Rodrigo Díaz M.
A pesar de las críticas de los premiers provinciales por el retraso de las aportaciones federales al gasto en salud, un análisis de los datos de 20 años de financiación del sector de salud muestra que las transferencias federales han superado con creces los aumentos de los presupuestos de salud provinciales.
En 2023, las transferencias en salud federales ascenderán a 47.1 billones de dólares, lo que supone un aumento del 212% con respecto al 2005, cuando las transferencias fueron de 15.1 billones de dólares. El gasto total de las 10 provincias creció en ese tiempo hasta los 221.9 billones de dólares, frente a los 86.2 billones de 2005, lo que supone un aumento del 158%.
The Canadian Press, en colaboración con el Humber College StoryLab, recopiló datos sobre los presupuestos sanitarios provinciales y las transferencias sanitarias federales desde el 2004 hasta el 2023 para hacer un seguimiento del gasto anual desde la puesta en marcha del acuerdo sanitario federal-provincial de 2004 bajo el mandato del ex primer ministro liberal Paul Martin.
Los resultados contrastan fuertemente con la retórica que ha salpicado las negociaciones sanitarias federales y provinciales en los últimos años, cuando los sistemas de salud se enfrentaban a las secuelas de la pandemia del COVID-19. Hace dos años, la escasez de personal sanitario en las provincias se agravó y provocó el cierre de servicios de urgencias y grandes retrasos en la prestación de servicios en todo el país. En ese momento y los premiers exigieron al gobierno federal una mayor participación en el gasto en salud.
Per cápita, las transferencias de Canadá para els ector de salud crecieron seis veces más rápido que el crecimiento de la población, ascendiendo a 1.115 dólares por persona en el 2023, frente a los 427 dólares por persona en el 2005. Estas cifras no se han ajustado a la inflación.
Entre las provincias, el gasto per cápita creció a ritmos muy diferentes: el presupuesto de & Soterrano se disparó 19 veces más deprisa que su población, mientras que el gasto en Nova Scotia y Alberta creció menos de dos veces más deprisa que la población.