Por: Mike York y Cristina Selva
Cuando la mayoría de la gente menciona la palabra “construcción”, las imágenes que suelen venir a la mente son las de hombres y mujeres fuertes y resistentes, desafiando los elementos para construir casas, rascacielos y proyectos de infraestructura críticos.
En un sector altamente competitivo que se centra en realizar el trabajo con rapidez y en “resistir”, es fácil ver cómo la salud mental de los trabajadores puede quedar relegada a un segundo plano.
La realidad es que el sector de la construcción ha pasado por alto la salud mental de sus trabajadores durante demasiado tiempo.
Según un consultor del sector Mark Breslin, la cultura del “macho o tipo duro” aún no ha cambiado del todo y muchos líderes del sector y de la obra siguen adoptando la postura de que a los trabajadores “no se les paga por pensar, ni por sentir”, pero afortunadamente esta actitud se pone en tela de juicio a diario.
Las tendencias y estadísticas que han salido a la luz recientemente han hecho que la crisis de salud mental en el sector de la construcción sea imposible de ignorar.
Statistics Canada estima que el 33% de los trabajadores del sector de la construcción declaran tener problemas con su salud mental. Además, el 64% de los trabajadores de la construcción desearían que sus empleadores hicieran más por apoyar las iniciativas de cuidado de la salud mental.
La pregunta es, entonces, ¿por qué los problemas relacionados a la salud mental son tan frecuentes en el sector de la construcción?
Hay varios factores exclusivos del sector de la construcción que pueden afectar negativamente a la salud mental de los trabajadores, como son: la estacionalidad e imprevisibilidad del empleo; la expectativa de trabajar horas extra, el agotador aspecto físico del trabajo y las lesiones o enfermedades laborales que pueden provocar dolor crónico y trauma psicológico.
Quizás el factor más importante sea la cultura “machista” que aún prevalece, en la que los hombres son reticentes a reconocer los factores de estrés psicológico.
Todos los trabajadores de la construcción trabajan, en su mayoría, en entornos de alta presión en los que la productividad es lo más importante. Además, los trabajadores suelen tener poco control sobre su carga de trabajo, especialmente en entornos no sindicalizados.
Los trabajadores también suelen carecer de influencia en los procesos de toma de decisiones y en la forma en que se realiza el trabajo.
Estos factores, combinados entre sí, conducen a fuertes niveles de estrés y ansiedad.
La salud mental no es sólo una preocupación para los trabajadores veteranos; también está afectando a los que recién empiezan a trabajar en el sector.
En un estudio realizado en 2020 por la Fundación Internacional de Beneficios para los Empleados en 35 programas de aprendizaje canadienses, el 68% de los encuestados declaró sufrir trastornos de ansiedad, y el 51%, depresión.
A veces, estas condiciones pueden llevar a intentos perjudiciales de automedicación a través del alcohol o las drogas. El 46% de los encuestados que participaron en los programas de aprendizaje declararon que el abuso de alcohol y/o la adicción a las drogas eran frecuentes en sus vidas.
Aparte de los evidentes riesgos para la salud física que suponen estos hábitos, otras posibles consecuencias son: absentismo, retrasos, baja moral, bajo rendimiento laboral y un mayor riesgo de lesiones en el trabajo.
La Federación de Municipios Canadienses ha pedido una respuesta nacional a todos los niveles de gobierno, ya que los opioides han hecho estragos desde en grandes ciudades como Toronto hasta en pequeñas comunidades, como Thunder Bay.
La realidad es que las muertes por opioides han afectado de forma desproporcionada al sector de la construcción. En 2017-2018, el gobierno de Ontario realizó un estudio que analizó las muertes por opioides por profesión.
De los que estaban empleados en el momento de su muerte por opioides, el 31% eran personas que trabajaban en la industria de la construcción. Además, los trabajadores de la construcción también son más propensos a sufrir lesiones relacionadas con su trabajo.
Los médicos suelen recetar diversos tipos de opiáceos para ayudar a las personas a sobrellevar el dolor que puedan estar experimentando, lo que permite que las personas se vuelvan más fácilmente adictas a los opiáceos, y recurran a los mercados de drogas ilícitas una vez que se agotan sus recetas.
Un artículo publicado recientemente en el Globe and Mail (Portraits of Loss, 12 de febrero de 2021) puso de relieve esta crisis en Canadá y, de las 100 personas reseñadas en el artículo, muchas pertenecían al sector de la construcción.
La realidad es que el trabajo de la construcción siempre será singularmente laborioso, con mucha presión y de naturaleza cíclica. Hace tiempo que sabemos que la labor pasa factura físicamente a los trabajadores, pero ahora es el momento de reconocer que también pasa factura mentalmente.
La pregunta sigue siendo: ¿qué estamos haciendo como industria para abordar esta crisis silenciosa? El sindicato de carpinteros ha empezado a dar un paso adelante y a responder a la llamada.
El Consejo de Distrito de Carpinteros de Ontario (Carpenters’ District Council of Ontario) ha dado los primeros pasos para apoyar a nuestro personal y a nuestros miembros a través de programas de formación de Primeros Auxilios en Salud Mental para el personal y Programas de Asistencia a los Miembros (MAPs) para los miembros que se ofrecen a través de los planes de beneficios de salud y bienestar.
Nuestro sector ha recorrido un largo camino para priorizar y establecer las mejores prácticas para preservar la salud física y la seguridad de nuestros trabajadores. La salud mental debe formar parte de ese enfoque. La atención al bienestar físico y mental puede salvar vidas.