Rodrigo Díaz M.
Investigadores de la Universidad McMaster han descubierto que, cuando se utilizaron el enmascaramiento y la vacunación, las escuelas no fueron una fuente importante de transmisión del COVID-19.
“Tras el cierre inicial y la orden de quedarse en casa, en periodos posteriores, cuando las escuelas volvieron a abrir o cerraron, no observamos ningún efecto en la transmisión a nivel comunitario”, afirmó Sarah Neil-Sztramko, profesora de investigación sanitaria en McMaster y autora principal del estudio. “Más bien, los patrones de transmisión que vimos en las escuelas reflejaban mucho más lo que ya estaba ocurriendo en la comunidad”.
La investigación demuestra que los niños de las guarderías y los alumnos de primaria y secundaria pueden permanecer en las aulas cuando se aplican determinadas medidas de prevención y control de la infección, ya que su supresión no provocó picos de COVID-19 en la comunidad en general.
“La vacunación, como es lógico, fue realmente eficaz en esos entornos escolares para prevenir la transmisión. El enmascaramiento también fue una de las intervenciones más eficaces”, afirmó Neil-Sztramko.
Las políticas de “prueba para quedarse” también fueron eficaces para mitigar la propagación de COVID-19 en escuelas y guarderías. Esto permitió que los niños que dieron negativo tras un caso confirmado en una clase pudieran asistir a la escuela en lugar de tener que pasar todos dos semanas de cuarentena en casa.
Sin embargo, medidas como las políticas de cohortes y de distanciamiento “no parecieron marcar tanta diferencia”, añadió Neil-Sztramko, debido a la incapacidad de los niños para cumplirlas en el entorno escolar.
El cierre de escuelas en respuesta al COVID-19 duró más tiempo en Ontario que en cualquier otra provincia.
Los investigadores empezaron a revisar las pruebas en mayo del 2020 y actualizaron su trabajo 18 veces a lo largo de la pandemia. La versión final de su estudio se publicó en la revista médica The Lancet Child and Adolescent Health.
“Las cosas cambiaron en el camino”, dijo Neil-Sztramko. “Las variantes preocupantes se hicieron más prevalentes cuando la vacunación se generalizó. Los datos que teníamos y el contexto en el que trabajábamos, con la transmisión en escuelas y guarderías y en otros entornos, cambiaron. Por eso seguimos actualizando esta revisión para poder ofrecer a los responsables de la toma de decisiones la información más actualizada”.
Los investigadores esperan que los hallazgos proporcionen una base sólida y objetiva sobre cómo afrontar adecuadamente brotes importantes causados por futuras variantes u otras enfermedades infecciosas.