Rodrigo Díaz M.
Friesen, profesor asociado de Ciencia de los Materiales en la Universidad Estatal de Arizona, ha desarrollado un hidropanel que funciona con energía solar y puede absorber grandes volúmenes de vapor de agua cuando se expone a la luz solar.
Es una vuelta de tuerca moderna a un método utilizado desde hace siglos para extraer agua de la atmósfera, como el uso de árboles o redes para “atrapar” la niebla en Perú, una práctica que se remonta al siglo XVI y se sigue utilizando hoy en día.
Entre los llamativos televisores transparentes y los vehículos eléctricos del Salón de la Electrónica de Consumo (CES) celebrado en enero en Las Vegas, había algunas empresas emergentes que afirmaban tener nuevas formas de explotar esta antigua, y a menudo olvidada, fuente de agua potable. Y con la ayuda de la inteligencia artificial, están encontrando formas de extraer aún más agua del aire.
Friesen fundó su propia empresa Zero Mass Water en el 2014 tras sus investigaciones sobre hidropaneles alimentados por energía solar. Hoy la empresa se llama Source Global, opera en más de 50 países y tiene una valoración privada de más de un billón de dólares.
Los paneles funcionan utilizando la luz solar para alimentar ventiladores que introducen aire en el dispositivo, que contiene un material desecante que absorbe y atrapa la humedad. Las moléculas de agua se acumulan y se emiten en forma de vapor de agua a medida que la energía solar eleva la temperatura del panel para crear un gas de alta humedad. El agua se condensa y se convierte en líquido antes de añadirle minerales para hacerla potable.
El aire, incluso en climas relativamente secos, puede contener una cantidad sorprendente de agua. La atmósfera terrestre en su conjunto contiene unas seis veces más agua que los ríos del planeta.
El objetivo de Friesen es democratizar el acceso al agua de las personas con pocas opciones, como las comunidades rurales y tribales que carecen de electricidad y las regiones devastadas por catástrofes naturales. Entre los clientes de Source se encuentra una escuela subsahariana de África donde antes las niñas tenían que caminar durante horas al día para encontrar agua potable, y ahora pueden dedicar su tiempo a aprender.
Según Friesen, un panel cuesta unos dos dólares y dura al menos 15 años. Pero los avances en inteligencia artificial han llevado el rendimiento al siguiente nivel, con un seguimiento constante de los datos en cuanto a condiciones cambiantes, humedad, temperaturas, luz solar y uso para extraer la máxima cantidad de agua.
Es demasiado pronto para saber si estos dispositivos cumplirán sus promesas, pero la perspectiva de un verdadero vaso sin fondo es difícil que no resulte atractiva.