Rodrigo Díaz M.
Tras años de retrasos y una vertiginosa serie de contratiempos durante los vuelos de prueba, la nave espacial Starliner de Boeing se dispone por fin a realizar su lanzamiento inaugural con tripulación.
La misión está en camino de despegar de Florida tan pronto como este lunes 6 de mayo, llevando a los astronautas de la NASA Suni Williams y Butch Wilmore a la Estación Espacial Internacional, marcando lo que podría ser una victoria histórica y largamente esperada para el asediado programa Starliner.
Si el lanzamiento tiene éxito, el Starliner se unirá a la nave espacial Crew Dragon de SpaceX para hacer viajes de rutina a la estación espacial, manteniendo el puesto de avanzada en órbita con todo el personal de astronautas de la NASA y sus agencias espaciales asociadas.
La agencia espacial estadounidense llevaba mucho tiempo esperando un escenario así, con Crew Dragon y Starliner volando con regularidad.
SpaceX y Boeing desarrollaron sus respectivos vehículos en el marco del Programa de Tripulación Comercial de la NASA, una asociación con contratistas de la industria privada. Desde el principio, la agencia espacial se propuso que ambas empresas operaran a la vez. Las naves Crew Dragon y Starliner servirían cada una como reserva de la otra, dando a los astronautas la opción de seguir volando, incluso si problemas técnicos u otros contratiempos dejaban en tierra una de las naves.
Sin embargo, la NASA no previó inicialmente que la nave Crew Dragon de SpaceX funcionaría por sí sola durante casi cuatro años antes de que la Starliner de Boeing realizara su primer vuelo de prueba tripulado.
En los primeros días del programa, que adjudicó contratos a SpaceX y Boeing en el 2014, la NASA había favorecido a Boeing, un socio cercano que se remonta a mediados del siglo XX, frente a SpaceX, que la agencia federal veía como un advenedizo relativamente joven y caprichoso.
Todavía en el 2016, la NASA planificaba su calendario con la idea de que el Starliner llegaría antes que el Crew Dragon a la plataforma de lanzamiento.
Pero la carrera entre Boeing y SpaceX dio un claro giro en el 2020. El año anterior, un vuelo de prueba del Starliner estuvo plagado de errores, lo que hizo que los responsables de la NASA y Boeing se esforzaran por averiguar qué había fallado. El Starliner no se acopló a la estación espacial en esa misión debido a problemas de software, incluido un problema con el reloj interno de la nave, que se retrasó 11 horas.