“De nuevo a acostarme pronto por la noche, levantarme temprano y hacer deberes por la tarde. ¡Con lo bien que estaba con papá y mamá en la playa, o jugando todo el día y en el campamento! ¿Cómo serán los nuevos profesores y compañeros? ¿Y si no me llevo bien con ellos? Siento un nudo en la tripa”.
“Madrugones, disciplina, obligaciones, horarios, exámenes, rutina. Después de meses sin hacer nada, casi se me ha olvidado lo que es estudiar y cumplir. Hay días en que tengo ganas de volver al instituto para ver a mis amigos y ponerme las pilas, pero otros días eso no me entusiasma lo más mínimo.”
“Se me hace cuesta arriba el período de adaptación de mi hijo pequeño, que ahora empieza el ‘cole’. Hay días en los que va unas horas y otros que no tiene clase. Otro de mis hijos comienza la secundaria. Pasa de ser uno los mayores del ‘cole’ a estar entre los pequeños del instituto, y eso le produce incertidumbre y temor”.
“Estos testimonios, de un alumno primaria, otro de secundaria y una madre, demuestran que el retorno al colegio -a veces el inicio de un nuevo ciclo educativo- no sólo supone un reto de cambios y readaptación para los más pequeños y jóvenes, sino también para los mayores”, señala la psicóloga clínica Margarita García, del gabinete psicológico Arroyomolinos (Madrid, España)
Según está psicóloga de la Universidad de Salamanca (USAL) “para los padres, que deben luchar con el desánimo, nerviosismo y rebeldía que experimentan sus hijos al retomar sus obligaciones escolares, el comienzo el curso supone un reto, que se suma a su propio esfuerzo de readaptación al trabajo. Precisamente esa tensión nerviosa los induce a cometer algunos errores”.
Uno de los fallos más frecuentes – según la experta- consiste en subestimar el impacto que la reentrada tiene en los pequeños, pensando “ya se le pasará” o “tampoco es algo tan terrible”. Lo cierto es que mirar para otro lado o esconder la cabeza como el avestruz no ayuda, y el desajuste de los niños terminará repercutiendo negativamente en toda la familia”.
Según esta psicóloga, “los padres han de ser conscientes de que en los días previos a la reincorporación a la rutina escolar, al cambio en los horarios y la vuelta a una actividad diaria más intensa, algunos niños pueden sentir tedio, cansancio y ansiedad, que exteriorizan mediante actitudes irritables y agresivas”.
PLANIFICAR EN VEZ DE IMPROVISAR
“En lugar de improvisar o dejar las cosas al azar, deben tomar las medidas para facilitar la vuelta al ‘cole’ de sus hijos y ayudarles a afrontar el gran esfuerzo físico y psicológico que supone para ellos el comienzo de las clases y la readaptación; de lo contrario pueden terminar desbordados”, señala esta psicóloga de la USAL.
“Otro error habitual de los padres es incidir exclusivamente en las obligaciones y esfuerzos que les esperan a sus hijos en el nuevo curso, reflejando lo que sienten respecto de su propia reentrada laboral, sin hacer hincapié en las caras más positivas y estimulantes de la vuelta al ‘cole’ con frases como ‘prepárate, que se te acabó la buena vida’, señala García.
Con el objetivo de que la reentrada de los hijos al nuevo curso escolar sea más suave e ilusionante, la psicóloga recomienda a los padres que “hagan que los niños vuelvan a la rutina habitual unas pocas noches antes de que recomience el curso y procurar tranquilizarles, recordándoles que sus amigos siguen en el colegio y pasarán buenos momentos con ellos”.
“La tercera equivocación de los mayores radica en creer que una vez que han comenzado las clases, ya se acabaron los problemas, y ya se puede dejar a los niños en manos de la escuela y los educadores”, explica la psicóloga de la USAL.
De acuerdo a Margarita García, “una vez que se ha iniciado el curso escolar hay que darles a los niños tiempo para que se relajen después de volver del colegio y antes de que empiecen a hacer los deberes. Asimismo hay que procurar ayudarles con las tareas y deberes, que pronto comienzan recibir”.
“Una de las grandes claves –según la experta en psicopedadogía-, aplicable a todos los objetivos y trabajos que es esperan a lo largo del nuevo año, consiste en enseñarles a que dividan las tareas en partes más pequeñas y manejables, para que puedan hacerlas paso a paso y con satisfacción, en vez de agobiarse y paralizarse ante ‘la montaña de trabajo’ que tienen delante”.
La falta de organización del tiempo del niño, es otra de las grandes deficiencias en que incurren los padres, y que si no se plantea de entrada, generará problemas y afectará el rendimiento escolar a lo largo de todo el curso que se inicia, según la experta.
“Para organizarse y ocupar eficazmente el tiempo infantil tras la ‘vuelta al cole’, García recomienda “animar a los pequeños a que practiquen alguna actividad física al finalizar la tarde, lo cual les relaja y levanta el ánimo, y los ayuda a descansar mejor, así como ayudarles a estructurar la semana de estudio, de forma que existan lapsos de trabajo escolar y de tiempo libre diferenciados”.
Asimismo “hay que procurar que los pequeños aprovechen al máximo el fin de semana, jugando, haciendo sus tareas y relacionándose con sus amigos, aunque sin demasiada exigencia ni rigidez: hay que ser un poco flexible con la organización de su tiempo y actividades de ocio”, señala la experta.
A MÁS ERRORES, MAYOR DESAJUSTE
“Otro error frecuente de los padres –para la psicóloga clínica María Hidalgo, consiste en haber interrumpido durante el verano, todas las normas y responsabilidades que tienen sus hijos a lo largo del ciclo lectivo (horarios diarios, tareas domésticas, orden de su cuarto, límites de conducta…) porque entonces el desajuste es más radical y la readaptación más ardua”.
“En todo caso convienen que la familia vaya retomando sus hábitos y rutinas poco a poco en las semana previas al nuevo curso, en vez de dejarlo para último momento”, aconseja esta licenciada por la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
Según esta experta, el temor escolar desaparece durante la primaria, pero reaparece en los jóvenes cuando pasan a la secundaria, principalmente si cambian de centro educativo. El grupo de amigos es su lazo de unión y punto de referencia del adolescente, y al cortarse le crea inseguridad”.
Para Hidalgo “la influencia que tienen los padres en sus hijos es decisiva: han de hablarles de todo lo positivo que van a encontrar y de las amistades que harán o reforzarán en la nueva etapa y ayudarles a planificar su reentrada al ‘cole’ o al ‘insti’”.
“Los padres han de ayudar a crear un ambiente favorable que ayude a los niños a adaptarse al nuevo ritmo de vida, hablar con sus hijos sobre los temores y preocupaciones que puedan tener, recalcando los aspectos positivos del nuevo curso”, señala.
De acuerdo a la experta “para ayudar a sus hijos a calmar el nerviosismo que les suponen este aluvión de cambios, los padres han de infundirles seguridad y sosiego, eliminar las conductas y comentarios que puedan transmitirles o provocarles ansiedad”.
“Para favorecer la buena autoestima de los niños y que se sientan capaces de salir adelante ante las dificultades o adversidades que se les puedan presentar, los padres deben demostrarle su apoyo y enfatizar las habilidades y capacidades sus hijos para afrontar el nuevo curso”, señala la psicóloga de la UCM.
“En el caso de los adolescentes, es importante que sean conscientes de que la mayor libertad que han gozado en el verano es un privilegio que han logrado después de haberse esforzado y obtenido buenas calificaciones durante el prolongado curso anterior”, recuerda Ribas Hidalgo.
“Otro error de los padres –según la psicóloga- consiste en dejar a sus hijos en total libertad durante las vacaciones incluso aunque hayan tenido un pobre desempeño en sus estudios”.
“Lo correcto es inculcarles que los refuerzos positivos se asocian al esfuerzo, el trabajo y la superación, lo cual les ayudará a llevar el nuevo curso más relajados, descansados y tranquilos pero con la aspiración de esforzarse”, finaliza Hidalgo.
Daniel Galilea
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