Rodrigo Díaz M.
Los científicos del Instituto de Tecnología de California están de fiesta tras el éxito de un vuelo de prueba de la tecnología necesaria para generar energía desde el espacio.
La misión, denominada Demostrador de Energía Solar Espacial (SSPD-1), era una prueba a pequeña escala de las tecnologías necesarias para las futuras centrales eléctricas gigantescas en el espacio. Tras su lanzamiento en enero del 2023, el SSPD-1 pasó el último año evaluando diferentes células solares y métodos de despliegue, y en marzo se convirtió en la primera tecnología en transmitir energía a la Tierra de forma inalámbrica desde el espacio.
Aunque la misión fue un éxito general, surgieron problemas que deben resolverse antes de que la energía solar a gran escala sea una realidad.
Captar energía del espacio y transportarla a tierra es un concepto que se remonta a 1923, cuando el teórico ruso Konstantin Tsiolkovsky propuso espejos en el espacio que dirigieran potentes haces de luz solar hacia la Tierra. En 1941, el escritor de ciencia ficción Isaac Asimov escribió un cuento titulado “Reason” sobre la emisión de microondas desde el espacio que podrían ser captadas por una estación terrestre y convertidas en electricidad.
La gran ventaja de colocar centrales eléctricas en órbita es que la luz solar es hasta diez veces más intensa en el espacio porque no atraviesa la atmósfera terrestre. Si una nave espacial se coloca en la órbita adecuada, puede estar expuesta a la energía del sol de forma continua.
Si tiene éxito, el resultado podría ser una energía abundante, fiable y libre de carbono, capaz de abastecer a un millón de hogares con un solo satélite.
Esta idea se barajó en los inicios del programa espacial porque la tecnología básica necesaria ya existía en nuestros actuales satélites de televisión y comunicaciones. Sin embargo, para generar energía suficiente para ser económicamente viable, estos satélites generadores de energía tendrían que ser muy grandes, al menos un kilómetro de lado, por lo que el costo de los numerosos lanzamientos espaciales se consideró demasiado caro para merecer la pena.
A modo de comparación, la Estación Espacial Internacional necesitó docenas de lanzamientos y 150 billones de dólares para construirse, y sólo tiene el tamaño de un campo de fútbol.
Pero ahora que el coste de los vuelos espaciales se ha reducido drásticamente gracias a empresas como SpaceX, los científicos se están replanteando la idea. Grupos de China, India, Reino Unido e incluso el Laboratorio de Investigación Naval de Estados Unidos están trabajando en sus propias tecnologías de energía solar basadas en el espacio. El dispositivo de Caltech lleva en marcha desde 2011. Fue lanzado al espacio en enero del 2023 con un conjunto solar de tan solo 1,8 metros. Llevaba una colección de 32 tipos diferentes de células solares de bajo costo, componentes electrónicos para convertir la luz solar en microondas y dos ligeros transmisores de microondas que enviaban señales a tierra.