Rodrigo Díaz M.
Un estudio publicado por Nature Communications alerta de que se ha subestimado en gran medida el riesgo de malas cosechas en importantes regiones productoras de alimentos de todo el mundo.
El autor principal del estudio advierte de que una situación de este tipo podría poner en peligro el suministro mundial de alimentos, provocar subidas de precios e incluso desencadenar disturbios civiles.
Los investigadores analizaron datos de observación y de modelos climáticos entre 1960 y el 2014, y luego las proyecciones para el 2045 y el 2099, y descubrieron que los modelos informáticos pueden tener puntos ciegos a la hora de evaluar la probabilidad de que se produzca un escenario de este tipo.
Al “aumentar la concentración de gases de efecto invernadero, nos adentramos en un terreno desconocido en el que nos cuesta hacernos una idea precisa del tipo de fenómenos extremos a los que nos vamos a enfrentar”, afirmó Kai Kornhuber, profesor adjunto de la Universidad de Columbia que dirigió el estudio, en una entrevista con AFP.
En concreto, los investigadores analizaron cómo las corrientes en chorro serpenteantes, o bandas de corrientes de aire que mantienen los efectos meteorológicos en movimiento a través de la superficie de la Tierra, podrían desencadenar malas cosechas sincronizadas en todo el mundo.
Las corrientes en chorro no sólo fluyen en una dirección, sino que a veces se retuercen y serpentean como ríos, algo que los científicos creen que está empeorando con el cambio climático. Cuando se producen contorsiones, pueden provocar conjuntos de efectos meteorológicos de alta presión como cúpulas de calor, que “bloquean” el paso de sistemas de baja presión como las nubes y la lluvia.
En resumen, las corrientes en chorro serpenteantes pueden provocar patrones meteorológicos persistentes y extremos, como olas de calor que parecen no tener fin o largos periodos de frío intenso. Y estos fenómenos meteorológicos extremos pueden producirse simultáneamente en distintas zonas a lo largo de la corriente en chorro.
Los investigadores descubrieron que los meandros de la corriente en chorro se han relacionado con malas cosechas simultáneas en el pasado. Por ejemplo, en el 2010, las contorsiones de la corriente en chorro se relacionaron con calor extremo en Rusia e inundaciones devastadoras en Pakistán, que perjudicaron el rendimiento de las cosechas en ambas zonas.
Los modelos climáticos simulaban con precisión los patrones atmosféricos de la corriente en chorro, pero eran mucho menos eficaces a la hora de traducir esos datos en predicciones de los fenómenos meteorológicos de superficie y su impacto negativo en las cosechas.
Según Kornhuber, el estudio debería ser “una llamada de atención sobre nuestras incertidumbres” acerca de cómo afectará el cambio climático al suministro de alimentos, ya que los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más intensos y frecuentes.
“Tenemos que estar preparados para este tipo de riesgos climáticos complejos en el futuro, y los modelos actuales no parecen reflejarlo”, afirmó.
Cuando el equipo de investigación examinó las proyecciones de pérdidas de cosechas en modelos ajustados a los sesgos, descubrió que las zonas agrícolas clave de Norteamérica, Europa del Este y Asia Oriental podrían ver disminuir el rendimiento de sus cosechas hasta un 7% con una corriente en chorro serpenteante, y que la producción mundial de alimentos podría caer un 3%.
El documento advierte que los países que dependen en gran medida de la importación de alimentos serían los más perjudicados si las cosechas fallaran simultáneamente en todo el mundo.