Disfrutar de la pasión, del color, de la fiesta o del recogimiento en Semana Santa. Perú, México, Guatemala, Estados Unidos o España le brindan la oportunidad de conocer una de sus tradiciones vividas con mayor sentimiento: las procesiones. ¡Elija destino!
DESTACADOS:.
— Alberto Delbecque Peña, portavoz del Consejo de Promoción Turística de México, recomienda no perderse el Viacrucis de Iztapalapa, uno de los núcleos urbanos que forman el Distrito Federal de Ciudad de México.
— Enrique Gandásegui, funcionario del Gobierno de Chile, no duda en señalar la fiesta de Cuasimodo como “una de las grandes celebraciones religiosas de la Semana Santa chilena”.
— “Jesús del Gran Poder, conocido como “El Señor de Sevilla”, La Macarena, Jesús de la Sentencia, el Silencio, el Gran Poder, la Esperanza de Triana, Los Gitanos y El Calvario, recorren “La Madrugá” del Viernes Santo con un sequito de monaguillos, pajes, nazarenos y penitentes con cruz, por las calles de Sevilla (sur de España).
No son muchos días, pero la Semana Santa permite que durante esas fechas podamos realizar una escapada. Aproveche la intensidad con la que se viven las tradiciones de estas fiestas tan especiales en distintos lugares del mundo, le sorprenderán.
México D.F. alberga la tercera basílica más visitada del mundo y la primera de Latinoamérica. La que acoge a la Virgen de Guadalupe. En este país, la Semana Santa se vive con el sentimiento a flor de piel.
Alberto Delbecque Peña, portavoz del Consejo de Promoción Turística de México, recomienda no perderse el Viacrucis de Iztapalapa, uno de los núcleos urbanos que forman el Distrito Federal de ciudad de México, donde la representación de la Pasión de Cristo conjuga la fe religiosa, la tradición histórica y las raíces pluriculturales propias de la zona.
La escenificación tiene un significado profundo entre los iztapalapenses. Su origen deriva de la epidemia de cólera que afectó a esta población en 1833 y, desde entonces, se organiza esta representación como una muestra de agradecimiento al Señor de la Cuevita quien, de acuerdo con las creencias, ayudó a combatir esa enfermedad.
En el centro de este mismo país, en Querétaro, la procesión del Silencio es de las que no se olvidan. Tiene lugar el Viernes Santo por la tarde en las principales calles del centro histórico de la ciudad, donde diferentes grupos de hermandades y cofradías realizan el recorrido manifestando su gran dolor por la muerte de Jesucristo.
Ese mismo día, por la mañana, se celebra el Viacrucis Viviente, que representa las Tres Caídas y la crucifixión de Jesús. Hay algunos municipios de Querétaro que hacen de esta celebración todo un ritual. En el de El Marqués, la gente se prepara desde muchos meses atrás, y lo mismo sucede en San Joaquín, Tolimán, Corregidora, Amealco, Peñamiller y Jalpan de Serra.
CUASIMODO, EN CHILE.
Enrique Gandásegui no duda en señalar la fiesta de Cuasimodo como “una de las grandes fiestas religiosas de la Semana Santa chilena”.
Distintas localidades que se enclavan en el valle central de Chile lo celebran y tiene lugar el Domingo de Resurrección.
La palabra “cuasimodo” proviene de las primeras palabras del introito del segundo domingo de Pascua, “Quasi modo géniti infantes…”, (del latín, “Así como niños recién nacidos…”) y se celebra en esa fecha, es decir, dos domingos después de la celebración de la Pascua de Resurrección.
Según Gandásegui, se creía que ésta era una fiesta que pertenecía a la herencia colonial, “pero lo cierto es que no existen crónicas de esos años sobre ella”. En la actualidad es una de las principales celebraciones religiosas del país, calificada por el Papa Juan Pablo II, durante su visita a Chile en 1987, como “un verdadero tesoro del pueblo de Dios”.
Su origen está en el Concilio de Trento, donde se estableció la conveniencia de comulgar al menos una vez al año. De acuerdo a esta norma, se hizo común que los sacerdotes llevaran la comunión a los enfermos que no podían asistir a los templos católicos. En esas visitas el sacerdote llevaba accesorios de plata y oro y se convertía en un blanco constante de los bandidos.
Para evitar los atracos, los prelados emprendían su viaje acompañados por una comitiva con la intención de disuadir a los ladrones y, con el tiempo, la comunidad adquirió el hábito de acompañar al grupo, que también cumplía con la misión de recordar la resurrección de Cristo, el milagro central de la fe cristiana.
FLORES EN GUATEMALA.
Jorge Hernández recomienda vivir junto a los guatemaltecos una de las tradiciones heredadas de los conquistadores españoles, en la aldea de Santa Ana, de la ciudad colonial de Antigua, al oeste de Guatemala, en su prodigiosa y colorida procesión de Jesús Nazareno y la Virgen María.
Santa Ana, situada a dos kilómetros de la localidad de Antigua, se edificó la primera ermita sobre el Valle de Panchoy que, en 1543, se constituyó en la Ciudad de Santiago de los Caballeros, capital del entonces Reino de Guatemala que incluía a toda Centroamérica.
La procesión de Jesús de Nazareno mantiene un recorrido que dura diez horas desde Santa Ana a Antigua, donde discurre también por sus calles. Un paso que, según el alcalde de la aldea, es especial porque “resalta la fe, la solemnidad y los rasgos históricos”.
Desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección los diferentes pasos transitan por alfombras de serrín de colores, arenilla, claveles, frutas, pino, corozo o flores.
CRISTO DEL CONSUELO EN ECUADOR.
En Ecuador los mayores festejos religiosos se celebrarán el Viernes Santo, con las procesiones en las principales ciudades del país, siendo las más concurridas las de Quito, Guayaquil y Cuenca.
En este país americano las procesiones se suceden. María Amor López afirma que una de las más populares es la del “Cristo del Consuelo” en la localidad de Guayaquil. Desde hace más de cuarenta años, la figura del Cristo del Consuelo recorre sus calles junto a miles de feligreses.
En Cuenca, otro de los lugares emblemáticos, la procesión del Viernes Santo está dedicada al Señor de la Pasión. El acto está precedido por el recorrido de “Las 7 Iglesias”, que se realiza la víspera. Los devotos visitan cada una de las iglesias emulando el camino que anduvo Jesús, después de haber sido apresado.
El Jueves Santo la localidad costera de Santa Elena (suroeste de Ecuador) reúne a miles de fieles, especialmente pescadores, en una peregrinación de 20 kilómetros hasta llegar con la imagen de Cristo hasta la playa, donde bañan la cruz en las aguas del océano Pacífico.
SEVILLA, LA MADRUGÁ.
La conocida “Madrugá” sevillana del Viernes Santo marca toda una concentración del fervor religioso por las calles de la ciudad andaluza del sur de España.
Durante la noche y la madrugada, por las calles de Sevilla, discurren la mayor cantidad de procesiones de Semana Santa, perfectamente ordenadas y con horarios que se pueden complementar.
Jesús del Gran Poder, conocido como “El Señor de Sevilla”, La Macarena, Jesús de la Sentencia, el Silencio, el Gran Poder, la Esperanza de Triana, Los Gitanos y El Calvario, recorren hasta primeras horas del viernes toda la urbe con un sequito de monaguillos, pajes, nazarenos y penitentes con cruz.
La noche ofrece una variedad de contrastes pues algunos pasos se caracterizan por la austeridad y la seriedad en su camino, mientras que otros más populares, como la Esperanza de Triana y el de la Macarena, discurren al grito de “guapa, guapa” dirigidos a su Virgen.
El canto de las saetas a su paso adorna una marcha cargada de sentimiento, pasión y enaltecimiento.
ESTADOS UNIDOS, TAMBIÉN DE PROCESIÓN.
La ciudad de Tucson, en el estado de Arizona (EE.UU.), rememora el fervor religioso con una procesión anual de Viernes Santo que se dirige al Cerro de la “A”.
La primera vez que se celebró, hace 42 años, reunió a unas 25 personas. Ahora se dan cita entre 400 y 600 feligreses que acuden desde diferentes partes del Estado de Arizona y se juntan con las que llegan desde Sonora (México), en una magnífica profesión de fe.
La iniciativa surgió de David Herra, un veterano de la Segunda Guerra Mundial que trataba de alejar a los jóvenes del barrio de las pandillas y reunir a todos los participantes como si fueran una sola familia, sin importar su raza o religión.
Su intención era que el amor a Dios le alejara de las drogas, los crímenes y la cárcel.
Con este propósito creó la Liga de “Los Dorados Huérfanos”, un grupo de voluntarios que se encarga de organizar la procesión del Viernes Santo y de ayudar a los jóvenes para que no se metan en problemas.
En Cerro de la “A” docenas de voluntarios llevarán, por turnos, una cruz de madera de color blanco de 16 pies de largo que rememora las últimas horas en que Jesús tuvo de caminar con la cruz a cuestas.
Anímese a descubrir durante estos días una tradición que perdura durante siglos y que le ayudará a conocer otras gentes y otros destinos.
Por Inmaculada Tapia.
EFE REPORTAJES