que según informes de prensa incluyen la mediación de países árabes como Egipto y Arabia Saudí.
Trump es el primer interlocutor republicano que Netanyahu ha tenido en la Casa Blanca durante sus dos mandatos como primer ministro, y ambos confían en empezar con buen pie su relación bilateral durante su reunión de este miércoles en la Casa Blanca.
Aunque la preocupación por el programa nuclear de Irán y sus ensayos con misiles balísticos es el asunto prioritario para Netanyahu, se espera que ambos hablen también del conflicto en Siria, la lucha contra el Estado Islámico (EI) y las perspectivas de la relación entre israelíes y palestinos.
“El presidente (Trump) ha dejado claro que trabajará para lograr un acuerdo integral que acabará con el conflicto israelí-palestino, para que los israelíes y palestinos puedan vivir en paz y seguridad. El camino hacia ese objetivo será también discutido” en la reunión, adelantó hoy a la prensa el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer.
Trump, quien hace un año prometió ser “neutral” entre israelíes y palestinos pero a medida que avanzaba la campaña electoral adoptó una línea más cercana a Netanyahu, se siente atraído por el mismo conflicto que han tratado de resolver, sin éxito, todos los presidentes estadounidenses desde Jimmy Carter (1977-1981).
“Trump se ve a sí mismo como un maestro negociador, y la paz en Oriente Medio es el acuerdo por excelencia: atrae a los presidentes estadounidenses como una sirena desde las rocas”, opinó Aaron David Miller, un experto en la región que trabaja para el centro de estudios Wilson Center, en un artículo para la revista Politico.
Según el diario The New York Times, Trump y sus asesores están desarrollando una estrategia para el conflicto que consistiría en reclutar a países árabes suníes como Egipto y Arabia Saudí para que ayuden a extraer concesiones de ambas partes en conflicto, una idea que coincide con las propuestas de Netanyahu.
Ese enfoque no es nuevo, porque tanto George H. W. Bush como George W. Bush y Barack Obama intentaron algo similar, pero la Casa Blanca confía en que el reciente acercamiento entre Israel y las potencias suníes de la región allane esta vez el camino.
“Los israelíes creen que su miedo compartido a Irán está uniendo a los estados árabes con Israel, y quieren probar los límites de esa alianza tácita”, explicó Miller, quien subrayó que para que esa estrategia tenga éxito será imprescindible la voluntad política de Netanyahu y el líder palestino, Mahmud Abás, algo dudoso por ahora.
Trump ha encargado a su yerno Jared Kushner, uno de sus principales asesores en la Casa Blanca, que encabece el esfuerzo para resetear el proceso de paz entre israelí y palestinos.
Kushner, cuyos abuelos sobrevivieron al Holocausto nazi en Polonia, conoce bien a Netanyahu, quien es amigo de su familia e incluso pasó una noche en la habitación del ahora asesor de Trump en Nueva Jersey cuando este era un adolescente, en la década de 1990.
Está por ver si los lazos personales y religiosos con Israel de Kushner, un judío ortodoxo de 36 años, pueden traducirse en una estrategia diplomática eficaz, aunque por el momento podrían facilitar las cosas para el desarrollo de una relación más cercana entre Trump y Netanyahu.
El primer ministro israelí, por su parte, acude a la cita presionado por el ala nacionalista de su partido para rechazar oficialmente la solución de los dos Estados y avanzar hacia la anexión de territorios palestinos.
“Las dos palabras -Estado palestino- son un desastre histórico”, publicó ayer en su Facebook el primer socio de Gobierno y líder del partido ultranacionalista y procolono Hogar Judío, Naftalí Bennet.
Netanyahu, quien por lo menos oficialmente acepta la solución de los dos estados, declaró el pasado mes frente a los diputados de su partido Likud que estaba dispuesto a dar a los palestinos “algo menos que un Estado”.
Desde que llegó a la Casa Blanca, Trump ha suavizado su posición en cuanto a dos temas: su promesa de trasladar a Jerusalén la embajada estadounidense en Israel y su postura ante los asentamientos israelíes en territorio palestino ocupado.
En una entrevista con el periódico israelí Israel Hayom (Israel Hoy) la semana pasada, Trump dijo que él no cree “que avanzar en las colonias sea bueno para la paz”, y la Casa Blanca ha indicado que “la construcción de nuevos asentamientos no ayuda” a la paz.
En cuanto al traslado de la embajada a Jerusalén, reclamada por los palestinos como capital de su futuro Estado, Trump ha dicho que “no es una decisión fácil” pero está “pensando en ello seriamente”.
Netanyahu comenzó hoy sus actividades en Washington con una cena con el secretario de Estado, Rex Tillerson, y tenía previsto mantener contactos también en el Congreso estadounidense.
Trump hablará con Netanyahu de sus ideas para el proceso de paz con los palestinos
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