Por Alexander Terrazas
Cuatro años más para Justin Trudeau como Primer Ministro de Canadá. El Partido Liberal ganó las elecciones federales el pasado lunes 21 de octubre, -tras una reñida campaña electoral de 40 días frente a los Conservadores-, otorgándole un segundo mandato consecutivo, pero sin la mayoría absoluta en el Parlamento.
Como ya sabemos, luego de una contienda electoral muy apretada donde se vio a los dos principales partidos luchar hasta el final por imponerse uno sobre el otro, finalmente los Liberales obtuvieron 157 escaños de los 338 en la Cámara de los Comunes, 20 menos que en el 2015; mientras que los Conservadores de Andrew Scheer lograron 121, 26 más que el 2015. Otro de los partidos que se levantaron fue el Bloque Québécois que obtuvo 32 asientos, 22 más que el 2015; sin embargo, el que no quedó bien parado fue el NDP de Jagmeet Singh que solo alcanzó 24 escaños, 15 menos que el 2015, mientras que el partido Verde obtuvo 3, uno más que el 2015 y un independiente. Esto básicamente significa que los Liberales tendrán que hacer una coalición, -una figura no muy utilizada en Canadá-, con otros partidos políticos para poder gobernar durante el período 2020-2024.
Recordemos que tras su victoria, el re-electo primer ministro, Justin Trudeau, elogió a los canadienses-según él- por rechazar la polarización y la negatividad, así como los recortes y la agenda de austeridad del Partido Conservador. “Los canadienses rechazaron la división y la negatividad. Rechazaron los recortes y la austeridad y votaron a favor de una agenda progresista y una acción firme contra el cambio climático”, dijo Trudeau, a tiempo de anunciar que conformará un gobierno para gobernador a todos por igual. Y es que la re-elección en el cargo de Trudeau tiene que ver con varios aspectos positivos de su gestión pero sobre todo, tiene que ver con la generosidad del voto ciudadano pese a varias promesas incumplidas de los Liberales; entre ellas, la reforma electoral, los escándalos como la acusación de intentar influir en una investigación a una empresa SNC-Lavalin, y lo que se vio como una traición al movimiento ecologista: la nacionalización del gran oleoducto Trans Mountain, entre otros conflictos.
Sin embargo, es menester señalar que durante su primera gestión de Gobierno, aún en curso, Trudeau aprobó una tasa al carbono y subió los impuestos a los más ricos, también ha mejorado la protección social y reducido parte de la pobreza. Ha legalizado la marihuana, acogido a miles de refugiados e impulsado una agenda de reconciliación histórica. Por eso, los canadienses han decidido que siga cuatro años más.
Y hablando de electores, la tasa de participación estimada bordeó el 65%. Según Elecciones Canadá, más de 27 millones de canadienses fueron convocados a las urnas para votar en unas 20,000 oficinas en 338 circunscripciones en todo el país. De acuerdo con los datos, se estiman que la participación fue del 64.25%, una cifra que, sin embargo, no incluye a los votantes que se registraron el día de las elecciones. En 2015, la tasa de participación fue del 68,3%. De cualquier manera, es una cifra considerable porque el voto del soberano fortalece la democracia.
Sin duda alguna, la victoria del Gobierno liberal de Trudeau, en pleno auge de movimientos populistas de derecha en varias potencias occidentales, viene a ser una especie de contrapeso, sobre todo, ante el vecino de Estados Unidos, subido en la ola del trumpismo con la retórica antiinmigrante. Hoy la era Trudeau, y con ella Canadá entra en una nueva etapa. El desafío de los Liberales y, particularmente del Primer Ministro Justin Trudeau, será cumplir sus promesas electorales en su nueva gestión, entre ellas, la reducción de la pobreza, el cambio climático, los recortes sociales, el control de armas de fuego, el apoyo para la compra de vivienda, la reducción de los impuestos a la clase media, el incremento del salario mínimo, el mejoramiento de las pensiones, otorgar más beneficios para los padres de familias y niños, entre otros planes y proyectos. Hacemos votos para que las promesas sean hechos y no palabras.