Por Alejandro Morales
Asimismo, hemos hecho presente que, si las promesas contenidas en las plataformas electorales de los partidos participando en el proceso electoral no se cumplen, esto les daría a los grupos que conforman el electorado la oportunidad de rechazar una conducta gubernamental, protestando dentro de los márgenes cívicos el incumplimiento y creando alianzas con aquellos que también se sienten perjudicados al ver que sus necesidades básicas no son atendidas.
No obstante, tenemos que admitir que con relativa frecuencia hemos observado como otras comunidades que forman parte de nuestra diversidad han emprendido esfuerzos comunitarios, los que de manera unificada han sido materializados y, que además de beneficiar su propia gente, les ha llenado de merecido orgullo.
Nos preguntamos, por tanto, cuál es la dinámica que los impulsa o inspira a promover y realizar los esfuerzos emprendidos. ¿Cómo han logrado descontar diferencias regionales, lingüísticas, y en ocasiones históricas? ¿Existe tal vez una fórmula para el éxito colectivo? Ello nos obliga a mirarnos en este espejo del quehacer comunitario y discutir y compartir nuestros posibles hallazgos y de esta manera atrevernos a tratar de avanzar unificadamente. O, al menos, apoyar cualquier esfuerzo que se esté realizando en algún sector nuestro, si este reúne las condiciones mínimas para cumplir su objetivo.
Es cierto, somos el resultado de un proceso histórico, propio de una época que contemplaba situaciones de dominio y explotación, las que después de 1492 vinieron a cambiar el perfil del desarrollo humano en todo nuestro planeta. La “colonización” del continente americano, el hogar y territorio de nuestras naciones, dejó un legado poco unificador, tales como un idioma y una religión, impuestos cruel y forzosamente a las comunidades indígenas de nuestro continente. Aun más, las gestas independistas que pudieron crear una nueva unida y gran nación desvanecieron ante el continuo interés de grupos privilegiados en cada país.
Hoy en día, sin embargo, gracias a la rapidez e intensidad comunicacional, pareciera ser que algunas barreras que nos desunían han comenzado a desaparecer paulatinamente y contemplamos intercambios más significativos, aunque aún queda mucho camino que recorrer. Para quienes llegamos a este país huésped que es Canadá motivados por una vida mejor, u obligados por situaciones dramáticas más allá de nuestra voluntad, existe la absoluta necesidad de hermanarnos en la búsqueda y consecución de una mejor calidad de vida, especialmente para nuestros adultos mayores.
Lo anterior implica ampliar nuestro conocimiento de nuestra comunidad. Usar, además, el poder político, sea este mínimo o abundante. Tener una noción adecuada de nuestros problemas; comunicarse con la comunidad; tener una clara visión de lo que la gente considera importante; planificar acciones con un propósito; atraer miembros a unirse para hacer las cosas juntos; obtener todo tipo de recursos materiales y humanos; utilizar la propia energía de la comunidad para generar cambios empoderando a la gente deseosa de participar. No olvidar que es imperativo descubrir lo que es importante para la gente y ayudarles a alcanzar sus objetivos.
Por último, debemos dar consideración a lo que la literatura sociopolítica llama “las cinco condiciones del éxito colectivo”. Hay que considerar, no obstante, que el impacto colectivo es muy específico y va más allá de la simple colaboración entre organizaciones. Estas condiciones son:
- La agenda común (todos comparten una visión del cambio).
- Mediciones o evaluaciones compartidas (las formas de éxito serán medidas y notificadas).
- Actividades de refuerzo mutuo (todos los sectores deben coordinar un conjunto de actividades diferenciadas a través de un plan de refuerzo mutuo de la acción).
- Comunicación continua: parte importante es la comunicación abierta, frecuente y estructurada para construir la confianza y asegurar los objetivos.
- Una organización de apoyo estructural o “backbone” (con personal independiente, financiado, dedicado a la iniciativa, la visión y la estrategia del proceso, estableciendo prácticas de medición compartidas para la construcción de la voluntad pública y la movilización de recursos).
En cada uno de estos puntos el factor clave es la comunicación y la organización en torno al interés en común y los objetivos de la alianza. Habrá, empero, que alejar la megalomanía, las presunciones de una superioridad inexistente, el caudillismo innecesario, las sospechas infundadas, la equivocada supremacía de género, para avocarnos a tareas exigidas por la construcción de una sociedad mejor, partiendo de un espíritu renovador.
En el futuro próximo nuestras organizaciones deberán enfrentar desafíos que irremediablemente apelarán a nuestra capacidad de emprender y realizar actividades cohesivas y altruistas. Estas capacidades creativas y esfuerzos unitarios terminarán desplazando actitudes existentes que conspiran contra el éxito colectivo.