Por Alejandro A. Morales
El increíblemente alto precio de las casas, es solo un aspecto de lo que puede venir, especialmente si un significativo porcentaje de quienes adquieren las propiedades, sean casas o condominios, son adquiridos por inversores extranjeros motivados por la rentabilidad que dichas operaciones ofrecen a largo o corto plazo.
Se habla que Ontario considera aplicar un impuesto a estos inversores venidos desde fuera, similar al implementado por British Columbia por un monto de un 15 por ciento del precio de la propiedad. Las repercusiones de la medida y su efectividad están por verse en el futuro.
El hogar y especialmente las condiciones de las viviendas, es una cuestión importante por la forma en la que puede afectar a los mayores. Ha sido un tema abarcado por CBC Radio donde se expuso la situación donde muchos propietarios están optando por el desalojo de inquilinos de varios años para arrendar a corto plazo, lo que produce mayores ganancias. En nuestra ciudad, se da el caso de departamentos de una alcoba que están siendo arrendados por $ 1,700 dólares al mes.
Hay que tener en cuenta que algunas personas mayores en un momento de su vida deben incluso tomar la decisión de dejar su casa de toda la vida, por problemas de diferente índole: físicos, psicológicos, familiares e incluso económicos. En general, el problema de la vivienda, cómo y dónde vivir cuando seamos mayores, es un inconveniente que no abordamos con frecuencia. De cara al futuro, es importante pensar en una vivienda con unas condiciones que permitan una vida más cómoda y una mayor movilidad.
De este modo, las iniciativas sociales para mejorar las condiciones de vida de los mayores en referencia a las viviendas necesitan ser revisadas. Estas van desde programas de asistencia a domicilio con voluntarios que acuden unas horas a la semana para ayudar y acompañar a los mayores hasta subvenciones para la rehabilitación y el arriendo mensual de las viviendas, pasando por situaciones de viviendas compartidas entre mayores.
Algunos señalan ideas similares a lo que ocurre en algunos países europeos. La vivienda compartida entre varios mayores (“viviendas de mayores”) o, por ejemplo, entre un mayor que vive solo y un estudiante universitario, es una experiencia que funciona en varias ciudades y en la que ambos se hacen compañía y comparten los gastos. En el caso de las “viviendas para mayores” se trata de casas supervisadas en las que vive un grupo pequeño de mayores que disponen de un cierto nivel de autonomía para su vida diaria pero que tienen dificultades para vivir solos.
En nuestra provincia, los programas de asistencia domiciliaria, prestada por cuidadores profesionales (y a veces voluntarios), cubren las necesidades básicas diarias, aportando tanto apoyo a la persona en el terreno psicológico y social como en el doméstico, realizando tareas del hogar. Se trata de un servicio muy demandado puesto que los mayores prefieren envejecer en su casa, aunque no puedan valerse por sí mismos.
Parte importante del presupuesto de salud provincial está destinado a servicios en el hogar. Este tipo de programas se centra principalmente en mayores con problemas de autonomía personal o con alguna discapacidad o minusvalía y también en aquellos con problemas sociales.
En muchas partes del mundo la ayuda a domicilio se ha visto complementada desde finales de los años ochenta con la teleasistencia. Este servicio se presta a través de un sistema de alarma que conecta mediante línea telefónica con una centralita que funciona las 24 horas y que tan solo con pulsar la alarma permite la atención en cualquier momento del día de los mayores con dificultades de movilidad o que vivan solos, ante situaciones de emergencia, de soledad (por necesidad simplemente de hablar con alguien), de crisis de angustia, etc. Además, facilita la atención de las emergencias en el domicilio, movilizando los recursos asistenciales necesarios.
En nuestra provincia este servicio debe ser pagado por el adulto mayor o su entorno. Un complemento en los últimos tiempos está siendo la telemedicina, mediante la cual y a través de medios cibernéticos apoyados también en la línea telefónica, se puede controlar a un mayor convaleciente en su domicilio, sin necesidad de que realice desplazamientos frecuentes.
Otro tipo de ayuda se encuentra en los llamados EPC (Elderly Persons Centres), lugares a los que se puede acudir durante el día regresando al domicilio para dormir. Es un servicio que suele prestarse en agencias sociales y residencias ofreciendo ayuda y atención sobre todo a personas con dependencia para las actividades de su vida diaria y problemas médicos y/o psicosociales, que durante el día no puedan disponer de la ayuda necesaria para su atención. Estos programas dan también un “respiro” a aquellas familias que proveen el cuidado de adulto vulnerable en sus propios hogares. (Fuente: Dr. Sergio García Vicente, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria).