Por Humberto Márquez
CARACAS. La ayuda internacional en alimentos y medicinas que aguarda por ingresar a Venezuela desde sus vecinos Colombia, Brasil y Curazao se convirtió en eje de la lucha por el poder que mantienen las fuerzas del mandatario Nicolás Maduro y su rival opositor Juan Guaidó, reconocido como “presidente legítimo” por medio centenar de gobiernos.
La situación actual “le ofrece ventajas a Guaidó. Está intentando lograr un quiebre del lazo entre Maduro y la Fuerza Armada vía la presión para recibir la ayuda humanitaria”, dijo el analista argentino Andrei Serbin Pont, director de la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales, una red académica latinoamericana.
Serbin advirtió de seguidas que Guaidó debería asegurar la hasta ahora reacia participación de la Cruz Roja y las Naciones Unidas en el ingreso de los auxilios pues “por definición la ayuda humanitaria no puede tener como propósito cumplir con objetivos políticos”, omnipresentes en la cooperación ofrecida por gobiernos de América y Europa que desconocen a Maduro.
“No es ninguna ayuda humanitaria sino un regalo podrido, que trae por dentro el veneno de la humillación contra nuestro pueblo y sirve como antesala para una intervención militar. Si Estados Unidos nos quiere ayudar, que cese el bloqueo, la persecución financiera y las sanciones económicas en contra de Venezuela”, ha sostenido el presidente Maduro.
El presidente estadounidense Donald Trump y varios de sus colaboradores para la política hemisférica repiten como un mantra que “Maduro debe irse”, y que Washington “no descarta ninguna opción, incluida la militar” con respecto a Venezuela.
La Fuerza Armada venezolana ha reiterado su lealtad a Maduro, está desplegada en simulacros de defensa territorial desde finales de enero, bloqueó los accesos carreteros desde Colombia y se alista para impedir todo intento de que ingresen los polémicos cargamentos de ayuda.
Guaidó anunció en medio de una de las multitudinarias manifestaciones callejeras que consiguió la oposición en las últimas semanas que “la ayuda humanitaria va a entrar sí o sí. He dado la orden a la Fuerza Armada para que permita el ingreso”, que pautó para el próximo 23 de febrero.
La inédita situación de Venezuela con dos presidentes se debe a que la oposición y muchos gobiernos consideran inválida la elección de mayo de 2018 con base en la cual Maduro (56) juró para un nuevo sexenio el 10 de enero, y por ello desconocen al mandatario.
Como réplica, la Asamblea Nacional, el parlamento dominado por la oposición y considerado en rebeldía por los demás poderes públicos, decidió que su presidente Guaidó (35) se convirtiese desde el pasado 23 de enero en cabeza del Ejecutivo, como mandatario encargado.
A la ciudad fronteriza de Cúcuta (noreste de Colombia) llegaron ya 500 toneladas de medicinas y suplementos nutricionales, mientras Guaidó anunciaba nuevos centros de acopio en el estado de Roraima (norte de Brasil) y en la vecina isla holandesa de Curazao, donde se esperan 90 toneladas provenientes de Francia, según dijo a corresponsales el diputado opositor Stalin González.
La ayuda acumulada hasta ahora “consiste en medicamentos y suplementos necesitados de emergencia para niños menores de tres años con problemas de desnutrición severa, madres embarazadas o lactantes y personas de la tercera edad”, dijo Julio Castro, dirigente de la organización no gubernamental (ONG) Médicos por la Salud.
Los aportes, según Castro “un 10 por ciento de lo que se necesita con urgencia”, para unos 300.000 pacientes, se destinarán a hospitales públicos y se distribuirán desde ONG y organizaciones religiosas, con soporte de miles de voluntarios convocados por la oposición.
González dijo que ya son 250.000 en todo el país, de ellos unos 10.000 profesionales de la salud.
Un efecto inmediato de la puja por el ingreso de auxilios ha sido que el gobierno incrementase en los últimos días la entrega de medicamentos e insumos, aparentemente almacenados, a varios hospitales públicos, según reportaron trabajadores de varios de esos centros en Caracas y otras ciudades.
La apuesta de la oposición es: si el gobierno deja pasar la ayuda mostrará debilidad y fractura en el apoyo de los militares, con un impredecible efecto dominó, y si no permite el ingreso quedará como una cúpula de gente deshumanizada que solo busca retener el poder, según resumieron en diálogos con corresponsales los diputados opositores Julio Borges y Juan Miguel Matheus.
Esa postura calza con las demandas de que el ingreso de la ayuda sea un primer paso para que la crisis venezolana desemboque en elecciones para un nuevo gobierno, como reclaman Estados Unidos y el Grupo de Lima (12 países del hemisferio) y la mayoría de la Unión Europea, con reticencia u oposición de otros gobiernos, como los de China, Cuba, Irán, Rusia y Turquía, y la búsqueda de algún punto intermedio ensayada por México y Uruguay.