Kelly Arévalo
Toronto, Canadá
El domingo 20 de junio Canadá celebró no solamente el Día del Padre, sino también observó una de las fechas más importantes en el hemisferio norte: el Solsticio de Verano.
Con los días más largos y el inicio oficial del verano canadiense, el solsticio 2021 nos trae una luz reconfortante para cargarnos de energía positiva y para acompañarnos en momentos que pareciera ser que comenzamos a ver la luz al final del túnel, luego de sobrevivir por más de un año la pandemia del COVID-19, una de las más terribles que ha conocido la humanidad en épocas recientes.
El fenómeno natural del solsticio de verano ha despertado siempre la curiosidad del humano y se ha celebrado por diferentes culturas desde hace miles de años ese día mágico cuando parece que el sol se ha detenido, o que ha “entrado en quietud”, como bien lo describen sus raíces en latín.
El solsticio de junio es cuando el Polo Norte se encuentra más inclinado hacia el Sol que durante cualquier otra fecha del año, eso hace que recibamos más luz solar y tengamos estos hermosos días largos y noches cortas en Canadá.
El solsticio marca siempre un cambio de estación, en nuestro caso de la primavera al verano,
y en este 2021 pudiera ser que también nos esté marcando en Canadá el cierre de una etapa de la pandemia del COVID-19, no precisamente un cambio para pasar al tiempo de post-pandemia, pero sí un transitar hacia una nueva etapa de mayor “normalidad”, en donde la mayoría de personas están vacunadas y además conscientes de la nueva realidad que nos tocará seguir viviendo.
Al momento de escribir este artículo, la provincia de Ontario reportaba su número más bajo de contagios diarios de los últimos nueve meses. 270 nuevas infecciones de COVID-19, una drástica reducción comparada con los cerca de 5 mil casos diarios reportados a mediados de abril de este año.
Hasta esta fecha en Ontario se han aplicado cerca de 12 millones 700 mil vacunas contra el COVID-19, y unos 3 millones de personas de esta provincia han completado su segunda dosis de vacunación.
Son números esperanzadores, ha sido una tarea titánica solo posible de realizar con una infinita dedicación de miles de trabajadores de la salud, personal de apoyo, enfermeras, doctoras, y también miles de voluntarios de muchas comunidades, incluyendo nuestra comunidad latinoamericana – canadiense, que de maneras muy creativas y solidarias lograron activar un plan de vacunación masivo, inédito en la historia canadiense. Vaya hasta todas esas nobles personas nuestro reconocimiento.
El comportamiento humano nunca deja de sorprender, especialmente en situaciones difíciles como la que nos ha tocado vivir con la pandemia. Las expresiones individuales de afecto genuino, las formas naturales de organizarse para proteger al colectivo y responder ante el peligro, son muestras de la dignidad, esperanza y el bien que residen en cada persona. Y esto es precisamente lo que estamos ahora viendo en esta nueva etapa de la pandemia del COVID-19. Es un surgimiento del querer ayudar al prójimo, de asumirse como sujeto activo, responsable, y además parte inalienable de un conglomerado social mayor.
Todas estas buenas acciones, individuales y colectivas, que están surgiendo en tiempos difíciles de pandemia, hay que apoyarlas y multiplicarlas para que sean no solo augurios sino indicadores de tiempos mejores y de cambios reales para nuestras comunidades.
Con la misma intensidad, la pandemia del COVID “quitó el velo” para que muchos pudieran ver de primera mano las desigualdades en las que viven muchas familias en un país tan desarrollado como Canadá.
Las estadísticas mostraron los mayores niveles de contagio en áreas de familias con bajos ingresos económicos. La pandemia mostró al país los abusos laborales y las pésimas condiciones de vivienda para muchos trabajadores agrícolas migrantes. Los trabajadores esenciales no tuvieron acceso al pago de compensación por sus días de enfermedad.
Situaciones como estas tienen que cambiar, y para eso hay que informarnos bien, conocer nuestros derechos, saber a dónde recurrir.
El tiempo especial que vivimos, este solsticio de verano 2021, tiene que ser una luz que nos de mayor fortaleza para continuar enfrentando y superando dificultades y desafíos, especialmente para aquellas familias que les afectó de forma directa la pandemia.
Cuando salgamos de la pandemia y nos pregunten ¿Qué aprendimos, qué enseñanzas nos dejó esta época difícil que nos tocó vivir? Ojalá que podamos decir aprendí a valorar lo esencial e importante para vivir y ser feliz, me enseñó a dejarme sorprender por la perfección y la fragilidad de la naturaleza, a valorar lo que verdaderamente significa amistad, familia, salud. Aprendí que en este caminar por la vida es siempre mejor marchar en comunidad que en solitario. Me enseñó a reflexionar sobre lo breve pero intensas que son nuestras vidas y que vale la pena intentar cada día superarse, caer y levantarse, aprender, reír, adaptarse, llorar, reinventarse, aprendí a ver y a valorar las cosas buenas, las de uno y las de los demás.
Iniciamos con el solsticio tres meses de verano, aprovechemos esta temporada al máximo para recargarnos de energía positiva. Felicitemos a todos los estudiantes que han finalizado su año escolar, fue un año difícil y complicado. También hay que felicitar a los jóvenes, familiares y conocidos, que se han graduado en este verano, hay que motivarlos para que sigan superándose académicamente.
Todos tenemos muchas interrogantes todavía sobre el futuro que nos espera, pero ahora estamos mejor preparados para dar mejores respuestas. Y recordemos siempre mantener las medidas de precaución para evitar o reducir contagios, estar vacunados nos da mayor protección, pero el riesgo siempre existe.
Les deseo a todas y todos que pasen un radiante y excelente verano 2021.
*Kelly Arévalo, Abogada en El Salvador, con maestría en Derecho Internacional de Empresas y Máster Ejecutivo en Big Data. Ex Cónsul General de El Salvador en Toronto. Fundadora de la Revista SerSV
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