Rodrigo Díaz M.
Los expertos advierten de que se avecina una ola de jubilaciones entre los agricultores canadienses y de escasez de mano de obra cualificada para sustituirlos, lo que repercutirá gravemente en la factura alimentaria de los canadienses.
Según un informe publicado recientemente por el Instituto de Acción Climática de RBC, dos de cada cinco agricultores canadienses se jubilarán en la próxima década. Según el informe, dos tercios de los productores carecen de planes de sucesión.
Otro informe, elaborado con la ayuda del Arrell Food Institute de la Universidad de Guelph y el Boston Consulting Group, estipula que el sector agrario canadiense se quedará sin unos 24 mil trabajadores en explotaciones generales, viveros e invernaderos durante el mismo periodo.
Esto sitúa al sector en la cúspide de una de las transiciones laborales más transformadoras de la historia de este país.
El informe sitúa la inminente escasez de mano de obra en Canadá como una amenaza y una oportunidad, en la que un sector agrícola ya de por sí robusto podría tambalearse en la “incertidumbre” o, si se aborda adecuadamente, podría impulsar a la industria a nuevos máximos.
Cuando Rusia invadió Ucrania por primera vez hace más de un año, el conflicto conmocionó las cadenas mundiales de suministro agrícola, ya que los dos países suman el 29% de las exportaciones mundiales de cereales.
Aunque Canadá también produce cereales, esta alteración de la seguridad alimentaria provocó una subida de los precios de los productos básicos, que se fijan a escala mundial. El año pasado, Statistics Canada señaló la guerra en Ucrania como un factor importante de la inflación alimentaria, y los expertos afirman que el conflicto sigue teniendo repercusiones en las tiendas de comestibles.
Interrupciones como ésta demuestran la necesidad de que Canadá desarrolle y refuerce su producción agrícola en la próxima década, ya que el mundo necesita una fuente fiable de cultivos para mantener los alimentos a precios asequibles a medida que crece la población mundial.
El informe del RBC prevé que, a corto plazo, Canadá necesitará atraer a 30 mil inmigrantes de forma permanente para que establezcan sus propias explotaciones o se hagan cargo de las existentes para mantener la producción del sector agrícola.
Otros países de primer mundo, como Japón, Nueva Zelanda y los Holanda han tomado medidas similares para atraer a operadores agrícolas a su país.
Gran parte del trabajo físico en las explotaciones agrícolas canadienses lo realizan actualmente trabajadores inmigrantes, y el informe del RBC recomienda reorientar el actual programa de trabajadores extranjeros temporales para permitir una vía hacia la residencia permanente. El flujo de trabajadores puede verse obstaculizado cuando visitan a sus familias en sus países de origen, y algunos gobiernos podrían mostrarse reticentes a permitir que sus trabajadores regresen a Canadá cuando la inseguridad alimentaria se manifiesta dentro de sus propias fronteras.