Rodrigo Díaz M.
La inflación, que empezó a subir en el 2021, despegó espectacularmente el año pasado y alcanzó un máximo del 8,1% en verano.
Esta cifra está muy por encima del objetivo de inflación del 2% que debe mantener el Banco de Canadá.
La escalada de los precios fue provocada por lo que el economista jefe de Desjardins, Jimmy Jean, denominó una “tormenta perfecta”: la reapertura de las economías tras las restricciones contra el COVID-19, la invasión rusa de Ucrania y las interrupciones en las cadenas de suministro.
A medida que esa tormenta sigue disipándose, las presiones sobre los precios han cedido, dando signos de esperanza de que pueda restablecerse la normalidad en el crecimiento de los precios.
Esos destellos son ahora más evidentes en los datos. Statistics Canada informó recientemente que la tasa de inflación general cayó en enero al 5,9% desde el 6,3% de diciembre y el 6,8% de noviembre, un descenso que puede explicarse por un “efecto del año base”.
Un efecto del año base se refiere al impacto de los movimientos de precios de hace un año en el cálculo de la tasa de inflación interanual.
En pocas palabras, significa que los precios actuales no suben tan rápido porque se comparan con los precios ya elevados de hace un año.
Dado que gran parte de la aceleración del crecimiento de los precios se produjo en el primer semestre del 2022, la agencia federal señaló que la tasa de inflación interanual seguirá ralentizándose en los próximos meses.
Los economistas que realizan un seguimiento de las variaciones intermensuales de los precios llevan tiempo observando que las presiones sobre los precios se están relajando.
Pero a medida que desaparezcan los efectos del año base, esa desaceleración será más evidente para los canadienses que sólo estén familiarizados con la tasa de inflación anual.
De cara al futuro, el Banco de Canadá prevé que la inflación descienda al 3% a mediados de año y vuelva al 2% en el 2024. La mayoría de los economistas del sector privado prevén cifras similares.
Sin embargo, las previsiones vienen con una advertencia importante: Canadá debe estar a salvo de acontecimientos mundiales inesperados que podrían provocar otra subida de la inflación.
Mientras la tasa de inflación canadiense sigue bajando, no hay que confundir la desinflación, que se refiere a una subida más lenta de los precios, con la deflación pura y simple.
“No significa necesariamente que los precios vayan a bajar”, afirma Jean. “Pero el ritmo de aumento, si comparamos el índice de precios de este año con el del año pasado, volverá sin duda a algo más cercano a la normalidad”.
Para los canadienses que han estado luchando con el costo de la vida, un crecimiento más lento de los precios no significa un alivio de los altos precios.
“Desgraciadamente, buena parte de la erosión del poder adquisitivo del último año será permanente”, dijo Jean.
A lo largo de la escalada de precios, el crecimiento salarial ha ido siempre a la zaga de la inflación. En enero, el salario promedio por hora aumentó un 4,5% respecto al año anterior.
Para las familias que gastan una parte considerable de su presupuesto en comestibles, el descenso de la tasa de inflación general es aún menos significativo. En enero, los precios de los alimentos subieron un 11,4% anual, sin mostrar signos de desaceleración.
Dado que la asequibilidad sigue siendo prioritaria para muchos canadienses, Jean afirmó que “los gobiernos se verán presionados para ofrecer quizá más ayuda financiera, especialmente a los hogares más necesitados”.
Pero mientras la economía canadiense se enfrenta a una posible recesión, Jean dijo que la mayoría de los gobiernos tendrán que hacer frente a déficits, lo que les obligará a encontrar un delicado equilibrio en el gasto.