Por Ernesto Donan
Discriminación es el acto de tratar a un individuo o a un grupo de personas de una manera ilegal o desfavorable por motivos de raza, color, sexo, nacionalidad, idioma, religión u origen social.
Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), el racismo y la intolerancia pueden adoptar diversas formas: desde la negación de los principios básicos de igualdad de las personas hasta la instigación del odio étnico que puede llevar al genocidio.
En 1966, la ONU declaró el 21 de marzo como el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial y aunque por muchos años, casi todos los países desarrollados han hecho suya la bandera de luchar contra cualquier tipo de discriminación, parece que, con la candidatura y llegada a la presidencia de los Estados Unidos de Donald Trump, se despertó un gigante que había estado dormido por más de cuatro décadas. Y es que bajo el eslogan “Make América great again”, el entonces candidato puso al descubierto un profundo sentido de racismo que se encontraba dormido en la gran mayoría del pueblo norteamericano.
La comunidad hispana en Estados Unidos ha sufrido, de una forma casi inhumana, el acoso de esta discriminación: cientos de niños han sido separados de sus padres y familiares, miles de inmigrantes han sido deportados a sus países de origen sin tomar en cuenta su gran contribución al engrandecimiento de la economía norteamericana.
Pero Estados Unidos no es el único país norteamericano que discrimina, en Canadá ha habido algunos brotes aislados de este popular mal; y si bien el gobierno actual mantiene una lucha frontal contra cualquier hecho discriminatorio, existe el temor de que un cambio de gobierno pueda generar una actitud parecida a la que se vive en el vecino país, aunque disfrazada con una serie de medidas destinadas a recortar una gran cantidad de ayuda y beneficios que afectarán considerablemente los derechos de los inmigrantes, incluyendo una gran cantidad de hispanos provenientes de Estados Unidos y México, y que son producto de la discriminación del vecino país.
México ha sido uno de los países más afectados por la política estadounidense, por lo que se hace difícil pensar que este país pueda discriminar; sin embargo, recientemente las redes sociales muestran su posición contra las caravanas de migrantes centroamericanos: “regrésenlos a su país, nosotros no queremos esas porquerías en México”; “Más personal para el huachicol, narco, pandillas, asesinos y secuestradores”; “yo no voté por AMLO para que invadan mi país”; “Mata un hondureño y haz patria”.
Estos pensamientos confirman el manifiesto del profesor de la UNAM, Ernesto Priani: “Durante mucho tiempo se negó la existencia de una cultura racista sobre la idea de que la mayor parte de nuestra población proviene del mestizaje. Sin embargo, las reacciones que miles de mexicanos han tenido en torno a la migración centroamericana demuestran que lo único que hemos hecho es enmascarar lo que ahora reluce con toda claridad: México es un pueblo racista. El mestizaje es una historia nacional, y hay que profundizar y revisitar el término, porque el modelo que prevalece es occidental: la idea es que entre menos mezclados y más blancos, somos mejores”.
Y es que México ha recibido con beneplácito las migraciones intelectuales y de clase media provenientes de Sudamérica y España, y muestra un gran rechazo a los desplazados centroamericanos.
Los hechos de los últimos años muestran que, a nivel casi mundial, el estigma de la discriminación sigue latente y que, a pesar de todos los esfuerzos realizados por las diferentes organizaciones protectoras de los derechos humanos, es suficiente una retórica de odio y desprecio para despertar el sentimiento de desigualdad y superioridad en el ser humano.
Los indocumentados en la economía estadounidense
La presencia de los inmigrantes indocumentados en la economía estadounidense ha adquirido enorme relevancia entre las clases asalariadas de Estados Unidos. De igual manera los inmigrantes han sido parte de los movimientos sindicales, culturales y de los derechos humanos más relevantes en Estados Unidos en los últimos treinta años
La contribución de los inmigrantes, legales o ilegales, a la economía estadounidense aportan 10 billones de dólares al año.
El trabajo de los inmigrantes hace más saludable la economía de los estadounidenses, pues se trata de una fuerza laboral permanente con bajos salarios. Ello ayuda a mantener bajos los precios de los servicios y de numerosos productos, lo que repercute a su vez para que la inflación no suba y los ciudadanos tengan un mayor poder adquisitivo.
Para muchos países, las remesas económicas que envían los inmigrantes a sus respectivas familias constituyen una de las principales fuentes de divisas. Así por ejemplo para El Salvador, Nicaragua y Honduras constituye la primera fuente de ingresos; para Guatemala y República Dominicana, la segunda y para México, la cuarta.
Existen alrededor de once millones de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos que hoy sufren temor, desinformación e incertidumbre ante el infierno de la persecución y la deportación, luego que han entrado en vigor las duras disposiciones legales antiinmigrantes aprobadas por el Congreso y las autoridades de Estados Unidos.
El racismo en México
Un estudio elaborado por el INEGI en junio de 2017 determinó que los mexicanos, sí discriminan a los otros por su color de piel. En las personas que se auto clasificaron en la encuesta en las tonalidades de piel más oscura, se observa un mayor rezago educativo: 28.8 por ciento cuenta con primaria incompleta; el 23 por ciento la completó. En cambio, las personas con tonalidades más claras registraron índices más altos en educación media superior y superior, con porcentajes que van de 29.3 a 44.4. Además, el 55 por ciento de los encuestados aceptó que insulta o discrimina al otro por su color de piel.
Hoy el gobierno mexicano es blanco de críticas por intentar detener el flujo de migrantes hacia Estados Unidos. Un sueño que, para muchos, se trunca cuando se cruzan con el crimen organizado y la fosa común.
Entrevista al Ministro de Inmigración, Refugiados y Ciudadanía de Canadá
Ahmed Hussen es un abogado y activista canadiense nacido en Somalia. El 10 de enero de 2017 fue nombrado como Ministro de Inmigración, Refugiados y Ciudadanía de Canadá.
Consultado sobre el tema del racismo, su equipo de trabajo nos responde:
- La persecución de los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos, promovida por su presidente Trump, ha obligado a muchos hispanos a tratar de moverse a Canadá. ¿Cuál cree que es el mejor camino para ser admitidos en este país?
El Gobierno de Canadá está comprometido con una aplicación justa y no discriminatoria de los procedimientos de inmigración. Todas las solicitudes se evalúan por igual con los mismos criterios. La cantidad de inmigrantes que Canadá recibe cada año se basa en el Plan anual de niveles de inmigración.
- Últimamente en los Estados Unidos ha habido un aumento en los supuestos casos de racismo contra la comunidad latinoamericana. ¿Cree que esto que tenido alguna influencia en el racismo en Canadá?
La diversidad es una de las mayores fortalezas de Canadá, y un Canadá tolerante y pluralista beneficia a todos los canadienses. El Gobierno de Canadá se enfoca en construir una sociedad inclusiva con un sentido de pertenencia y un conjunto de valores compartidos en todo nuestro país, al mismo tiempo que valora la diversidad que las personas de todos los orígenes traen a Canadá. Buscamos construir una sociedad integrada y cohesionada socialmente fomentando la buena ciudadanía, la memoria cívica, el orgullo y el respeto por los valores democráticos fundamentales.
Canadá adopta un enfoque de toda la sociedad para la integración de inmigrantes y refugiados. Esto ayuda a combatir la xenofobia, ya que reúne a los recién llegados y canadienses establecidos y promueve un respeto saludable por la diversidad y un amplio apoyo público a la inmigración. El Programa de Liquidación de IRCC promueve comunidades diversas y acogedoras. Muchas de las Organizaciones de Proveedores de Servicios de Liquidación (SPO, por sus siglas en inglés) del IRCC brindan una programación de conexiones sociales, como “ Community Connections”, que contribuye a la creación de comunidades y personas resistentes y fomenta la cohesión social.
Columna de opinión
El racismo ha resurgido en los últimos años desde la candidatura y llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos; sin embargo, Trump sólo ha sido la imagen que ha despertado un gigante que se encontraba dormido alrededor del mundo. En Estados Unidos su actual presidente es sólo la persona que le ha dado voz a una cantidad enorme de ciudadanos que simpatizan y promueven el racismo en ese país.
Lamentablemente, el racismo es practicado no sólo por algunos estadounidenses, si no también, por muchos latinoamericanos dentro y fuera de ese país. Hay muchos indocumentados que son rechazados y perseguidos por personas cuyos padres inmigraron ilegalmente a Estados Unidos.
México se ha dedicado a perseguir y bloquear el paso de las recientes caravanas de migrantes en ruta hacia los Estados Unidos y discrimina a sus propios ciudadanos por diferentes causas.
La enorme cantidad de personas que buscan una vida mejor fuera de su país de origen es producto de la discriminación a que son sometidos por parte de sus gobiernos y empleadores, quienes no tienen la capacidad y determinación de incluir a toda su población para gozar de los beneficios sociales mínimos a los que tienen derecho: Salud, techo y educación