Los efectos que tiene la compañía de los animales sobre los seres humanos son indiscutibles, la propia historia lo demuestra desde sus inicios. Dado sus beneficios surgen las llamadas “Terapias con Animales” cuyas ventajas son físicas, sicológicas, educativas y sociales.
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+++ El término “Pet-Therapy” se lo debemos a Boris Levinson cuando allá por los años cincuenta del pasado siglo XX comprobó que un niño autista interactuaba únicamente con su perro.
+++ “Cada vez son más comunes las intervenciones con perros, pero queda mucho trabajo para profesionalizar el sector y conseguir más entidades que quieran trabajar mediante estas intervenciones asistidas con animales”, comenta Albert Marqués, director de CTAC Girona, empresa especializada en las intervenciones asistidas con perros.
+++ El problema de la soledad de los mayores, además del delicado estado de salud asociado a la edad avanzada, se combate en algunas residencias permitiendo que tengan a sus animales de compañía y también que los familiares que los visitan lleven a sus mascotas.
A lo largo de la historia los animales han ayudado al ser humano de diferentes maneras. Una gran variedad de referencias históricas avalan este hecho. Ya en tiempos de la Antigua Grecia existían perros terapeutas; durante el siglo IX en Bélgica se aplicaba la llama Terapia Natural donde los pacientes aprendían a cuidar animales para su propio bienestar.
Posteriormente, en el siglo XVII, en Europa se sirven de los caballos para el tratamiento de personas con discapacidad y así se pueden encontrar innumerables ejemplos que demuestran los privilegios de la compañía animal.
Los expertos coinciden en que los animales mejoran el nivel de autonomía y la autoestima; disminuyen la ansiedad, bajan el ritmo cardíaco, la presión sanguínea, el estrés, la depresión y la agresividad.
Asimismo su compañía aumenta la coordinación y fomenta la comunicación no verbal. También estimulan el sentido de la responsabilidad y la capacidad de aprendizaje, lo cual redunda en una reducción del uso de medicamentos y un aumento del apetito, aportando felicidad a nuestras vidas.
Albert Marqués Martín es el director de CTAC Girona (www.ctacgirona.com) , una empresa que nace en 2010 especializada en las intervenciones asistidas con perros.
“Trabajamos en centros muy distintos: residencias de gente mayor, centros de personas con pluridiscapacidad, colegios de educación especial u ordinarios, talleres ocupacionales, centros de personas con trastornos mentales o con autismo, para enfermos con parálisis cerebral, para los servicios sociales, hospitales… “ , indica a Efe.
Uno de ellos es el Centro Geriátrico María Gay (www.residenciamariagay.org). Su director, Jordi Pujiula Masó, indica que “forma parte de la terapia no farmacológica del centro, como lo son la musicoterapia, la arteterapia, o la terapia con payasos de hospital, entre otras… cuyo objetivo es incrementar la calidad de vida de los mayores, fomentando la actividad física, la estimulación cognitiva, el control de las emociones, la paliación de la soledad o favorecer la memoria y las emociones”.
Es el complemento ideal de las terapias clínicas y, aunque es una forma de trabajo con cientos de años de antigüedad, aún es poco conocida.
El término “Pet-Therapy” se lo debemos a Boris Levinson cuando allá por los años cincuenta del pasado siglo XX comprobó que un niño autista interactuaba únicamente con su perro.
En los sesenta se funda en Noruega el Centro Beitostolen para la rehabilitación de invidentes mediante la terapia con caballos y perros.
Una década después el estadounidense centro forense Oakwood, en Ohio, crea el primer programa para relacionar animales con reclusos, algo de lo que se hace eco en España, en 1993, la Fundación Affinity, que implanta programas de terapia con animales en centros penitenciarios de Cataluña (noreste).
Para Albert Marqués “cada vez son más comunes las intervenciones con perros, pero queda mucho trabajo para profesionalizar el sector y conseguir más entidades que quieran trabajar mediante estas intervenciones asistidas con animales”.
Pese a que la oferta académica aún es escasa, son cada vez más los profesionales del mundo científico y educativo que demandan cursos especializados en este tipo de terapias.
El diploma universitario de esta especialidad, que cada vez ofrecen más universidades, ofrece los conocimientos necesarios para que veterinarios, biólogos, sicólogos o pedagogos, entre otros, ejerzan este tipo de terapias, dado que deben realizarse siempre por profesionales expertos en las mismas, para adaptarlas a las necesidades particulares y las del propio animal, velando por su cuidado.
“Los perros de terapia viven siempre con sus técnicos, que son profesionales con formación, para su trato. Cuando se entrega un perro de asistencia a un usuario, este recibe una formación y se lleva a cabo una adaptación con el perro”, indica Marqués Martín.
Asimismo, asegura que “cualquier perro puede ser un perro de terapia, pero es importante que se tenga en cuenta que hay razas que, por sus características físicas y genéticas, tienen mayor probabilidad de ser aptas. Son perros sanos, seguros y preparados para este tipo de actividades”.
FACILITADORES SOCIALES.
Nadie como un animal para mostrar afecto de manera incondicional a un humano sin importar el físico, la edad, la salud mental o personalidad.
Te aceptan sin juzgar, tal y como eres, con tus virtudes y todos tus defectos y, con su encanto, motivan, entretienen y captan la atención incluso de personas incapaces de ello, como es el caso de los autistas.
“Cuando se crea un vínculo entre el niño autista y el animal, los beneficios son sorprendentes, llegando a crear una relación que con otras personas no existe”, puntualiza Marqués Martín.
Al tratarse de seres tan sensibles, los animales reaccionan enseguida al estado emocional de los pacientes. Ayudan a crear un entorno lúdico, generando así la motivación y participación ya que las personas se muestran más predispuestos si el entorno es agradable, indican los expertos.
Estos peludos terapeutas se convierten en alguien en quien confiar y son emociones en estado puro, sin la amenaza que implica la presencia humana.
En el Centro Geriátrico María Gay “se realizan tres grupos de terapia asistida con perros con una periodicidad semanal, que pueden ser grupales e individuales. Las intervenciones se llevan a cabo en el gimnasio del centro”, apunta su director.
Conviene tener en cuenta que no es fácil y que los animales no están jugando, sino trabajando, con todo lo que ello implica.
El animal de terapia debe disfrutar de su labor, por lo que es importante que se le garanticen unas condiciones de bienestar para que desarrollen su labor motivados por el placer y no sumidos en el miedo.
“Mediante un entrenamiento especifico están preparados para soportar situaciones de estrés. Aún teniendo en cuenta el entrenamiento, es muy importante respetar las horas de trabajo y tener un equipo amplio de perros para que puedan descansar, porque es estresante para ellos. Siempre tienen que entrar a trabajar contentos y con ganas, no podernos permitir que acumulen estrés. Es importante que, cuando acaben la tarea, tengan un espacio donde poder jugar y descansar”, recalcan desde CTAC Girona
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LA MEJOR COMPAÑÍA.
La soledad de los mayores es una gran problemática en el mundo occidental y, a ello, hay que sumarle los diferentes problemas de salud asociados a la edad avanzada.
Cada vez son más las residencias que admiten a los ancianos con sus animales de compañía y también la visita de estos con familiares.
Otras cuentan con sus propios animales para acompañamiento general de los pacientes, bien sean perros, gatos, pájaros, peces u otros, dado los beneficios de su compañía.
El contacto físico es algo que los ancianos echan en falta y nadie mejor que un animal para reconfortarles y darles cariño de manera desinteresada.
Acariciarlos reduce el estrés, les proporciona estimulación y entretenimiento y, además, les hace sentir válidos y queridos.
“El proyecto es muy satisfactorio para los residentes. Son terapias muy recomendables”, asegura Jordi Pujiula.
Las continuas investigaciones destinadas a conocer más sobre el vínculo que se crea entre humanos y animales, demuestran lo estrecha que puede ser la relación entre ambos.
Evitar a toda costa el maltrato hacia los mismos y su aislamiento social es un deber moral que debiera ser obligación en todos los lugares.
Es por ello que Albert Marqués destaca que “los perros tienen que ser una parte importante de nuestra sociedad, pues un gran número de personas conviven con ellos y deben poderlos disfrutar en su vida diaria. Hay que encontrar espacios de convivencia. Los ayuntamientos deberían ofrecer cursos a los propietarios y, de esta manera, mejorar la calidad de vida de los animales y su adaptación a la sociedad”.
Por Rosi Legido.