Las enfermedades cardiovasculares y el cáncer son las principales causas de muerte en todo el mundo. Estas dos patologías están relacionadas de distintas formas. Por un lado, comparten varios factores de riesgo. Pero, además, las complicaciones cardiovasculares están entre los efectos secundarios de los tratamientos oncológicos.
Por Purificación León.
EFE/REPORTAJES
La Organización Mundial de la Salud destaca que el consumo de tabaco y de alcohol, la mala alimentación y la inactividad física son los principales factores de riesgo de cáncer en el mundo, y lo son también de otras enfermedades no transmisibles, como las cardiovasculares.
Según indica la Fundación Española del Corazón, alrededor de un tercio de los pacientes oncológicos pueden desarrollar complicaciones cardiovasculares. Por este motivo, esta entidad considera fundamental que el paciente siga unas rutinas cardiosaludables mientras recibe el tratamiento contra el cáncer.
“Promover que, durante el tratamiento del cáncer, los pacientes hagan ejercicio de forma regular, sigan una dieta cardiosaludable, continúen el tratamiento cardiovascular que estuvieran tomando previamente y mantengan sus factores de riesgo en el mejor nivel de control es básico. Y no hay pastilla para el ejercicio o la dieta, es imprescindible la implicación del paciente”, asegura Teresa López Fernández, coordinadora del Grupo de Trabajo de Cardio-Oncología de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
La especialista subraya que hay “una diferencia muy importante en cuanto a la tolerancia a los tratamientos oncológicos en pacientes que siguen rutinas cardiosaludables y en los que no”.
Y pone por ejemplo que los pacientes que hacen ejercicio durante el tratamiento oncológico “tienen menos complicaciones cardiovasculares, menos interrupciones del tratamiento y mejor pronóstico oncológico porque el tratamiento resulta más eficaz”.
ENVEJECIMIENTO, FACTOR DE RIESGO.
A medida que se cumplen años, aumentan las probabilidades de padecer, tanto enfermedades cardiovasculares como cáncer. En este sentido, la OMS señala que el envejecimiento es un factor fundamental en la aparición del cáncer.
“La incidencia de esta enfermedad aumenta muchísimo con la edad, muy probablemente porque se van acumulando factores de riesgo de determinados tipos de cáncer, que se combinan con la pérdida de eficacia de los mecanismos de reparación celular propios de la edad”, detalla esta entidad.
Del mismo modo, la doctora López Fernández indica que alrededor de dos tercios de los pacientes oncológicos tienen más de 65 años.
“Es una edad de mayor riesgo cardiovascular, lo que quiere decir que hay muchos pacientes que cuando desarrollan un tumor ya tienen alguna enfermedad cardiovascular, con lo cual son más sensibles”, manifiesta.
Así, es importante que el paciente tenga unos hábitos cardiosaludables y que, tanto el oncólogo como los otros especialistas, le hagan un seguimiento.
“Realizar una vigilancia activa permite que, si surge una complicación, la podamos diagnosticar en una fase muy precoz, cuando existe margen para manejarlo sin necesidad de retirar el tratamiento oncológico”, subraya la experta.
La Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO, por sus siglas en inglés) recuerda que no todos los tratamientos contra el cáncer están vinculados a problemas cardiacos. Además, subrayan que existen maneras de prevenir los problemas cardiacos y de manejarlos en caso de que aparezcan.
ALGUNA AFECCIONES QUE PODRÍAN APARECER.
Esta entidad señala que las siguientes afecciones cardiacas podrían aparecer después del tratamiento contra el cáncer:
– Miocardiopatía e insuficiencia cardiaca congestiva, es decir daño al corazón que le impide bombear la sangre correctamente.
– Miocarditis, que es la inflamación del músculo cardiaco.
– Enfermedad coronaria, es aquella que afecta a los vasos sanguíneos del corazón.
– Arritmia, que son los latidos irregulares.
– Daño en las válvulas cardiacas y problemas la membrana exterior del corazón (pericardio) como inflamación, engrosamiento o cicatrización.
En este sentido, la doctora López Fernández aclara que la mayoría de los tratamientos oncológicos “tienen efectos secundarios porque el objetivo es matar células y actuar sobre determinados receptores o puntos estratégicos que hay en ellas. Pero las células tumorales tienen marcadores que también pueden estar en los miocitos cardiacos o en otras células”.
Para precisar que “el desarrollo de los fármacos oncológicos ha permitido que cada vez sean más específicos, pero cuando esos puntos sobre los que actúan son comunes a, por ejemplo, las células del corazón, puede haber complicaciones cardiovasculares”.
En las últimas décadas se ha avanzado mucho en la reducción de los efectos secundarios de los tratamientos oncológicos. En cuanto a la quimioterapia, los fármacos son cada vez más específicos.
Además, algunos de ellos son orales, no intravenosos. Todo esto ha cambiado el perfil de las complicaciones.
“Con los fármacos más clásicos era más frecuente desarrollar pérdida de fuerza en el corazón por los tratamientos de quimioterapia, mientras que con los fármacos nuevos han surgido otras toxicidades que pueden producir hipertensión arterial, arritmias o problemas en las arterias coronarias, entre otros”, apunta la cardióloga.
En lo relativo a la radioterapia, la especialista declara que la tecnología actual permite planificar las zonas a radiar de forma muy precisa y conocer qué cantidad de radiación llega a cada tejido.
Así, si la planificación no resulta adecuada, se modifica para evitar que lleguen dosis altas a las estructuras cardiacas. “Probablemente el riesgo de toxicidad cardiaca por radioterapia se reducirá de forma importante en los próximos años”, expone.