informando sobre una manifestación de protesta originada en Peterborough contra la política inmigratoria del primer ministro Justin Trudeau.
Esa ciudad al noreste de Toronto, donde estuvimos residiendo durante seis años, es la urbe principal de la Región de los Lagos Kawarthas.
Hasta finales de la década de 1980 existía allá una pequeña comunidad de inmigrantes prácticamente invisible compuesta por personas procedentes de países como Italia, Grecia, Iraq, Afganistán, China, India, de la región del sudeste asiático y poquísimos de América Latina.
A principio de la década del 2000 los hispano-latinoamericanos fueron aumentando y a la fecha constituyen un número representativo, con actividades culturales periódicas para cohesionarse y celebrar sus raíces.
Las demás comunidades también han crecido. Actualmente, ese distrito electoral federal está representado en el Parlamento por la afgano-canadiense Maryam Monsef, del Partido Liberal y ministra para el estatus de la mujer.
Su triunfo refleja que los inmigrantes de Peterborough se han integrado a la política y han insertado sus comunidades en el gran mosaico multicultural canadiense, dejando de ser invisibles en una región de supremacía anglosajona.
Los participantes de la protesta anti inmigratoria, unas veinte personas, pertenecen a un grupo que se autodenomina Canadian Nationalist Front o CNF (Frente Nacionalista Canadiense), de corte fascista. El día anterior habían hecho la convocatoria, pero la alcaldía se pronunció y no otorgó permiso para la marcha, porque no llenaron la solicitud para realizarla.
El líder del grupo no participó aduciendo que “había tomado conciencia” de las consecuencias que ésta desencadenaría y porque estuvo “preocupado por la seguridad pública”.
Pero ahí no termina todo. A la hora señalada, inesperadamente, unas 500 personas se dieron cita en Confederation Square, con una contra protesta. Los participantes eran, en su mayoría, inmigrantes, muchos de ellos ya nacionalizados.
Al ver a los participantes de la contra protesta, un miembro del CNF, con capucha que hacía recordar al Ku Kuz Klan, empezó a lanzarles cerillos encendidos, alcanzando a un agente policial, que lo arrestó acusándolo de asalto.
Otro, con camuflaje, comenzó a crear problemas con algunos contra manifestantes. Éstos lo rodearon y lo golpearon, rompiéndole la boca.
La policía arrestó a miembros de ambos bandos, pero los planes del CNF se vieron frustrados por la valiente decisión de los inmigrantes.
Al analizar este incidente, preocupa que en Ontario y otras provincias surjan manifestaciones similares contra la política inmigratoria del gobierno federal; que haya agresiones físicas contra inocentes, haciendo retroceder lo que hemos avanzado en materia de aceptación de inmigrantes en Canadá.
Como se sabe, en 1978 el entonces primer ministro Pierre Trudeau, padre del actual PM Justin Trudeau, abrió las puertas a las corrientes inmigratorias que llegaban a Canadá escapando de la vorágine de las odiosas dictaduras militares instauradas en América Latina, huyendo de las guerras en el sudeste asiático y de la persecución en África contra miembros y simpatizantes de los movimientos de descolonización.
Grupos fascistas y anti inmigratorios de Canadá siempre han pretendido aplicar la fórmula de los líderes republicanos de Estados Unidos, representados ahora por el presidente Donald Trump, que buscan impedir la inmigración a ese país, más, si los que llegan proceden de países pobres.
Sin la mano de obra de los inmigrantes, Canadá no hubiese crecido económicamente alcanzando su nivel actual de desarrollo. Los miembros de diferentes culturas que aquí convergen en calidad de trabajadores han convertido a este país en el más multicultural del mundo, dándole un sello distintivo.
En el caso de Toronto son notorios los festivales en las calles. Celebraciones organizadas mayormente por inmigrantes, como, por ejemplo, Salsa en Saint Claire, Taste of Danforth, Ucranian Festival y Polish Festival. Millones de personas participan en ellos, reflejando el multiculturalismo.
Frente a estas manifestaciones anti inmigratorias deberíamos asumir una posición clara: rechazarlas. No permitir que se materialicen. Si se efectúan, realizar contra protestas pacíficas, sin confrontaciones, para evitar derramamiento de sangre.
Como paréntesis, nos entristece ver a grupos hispano-latinoamericanos que intentan boicotear celebraciones propias de nuestra herencia cultural. Por el contrario, sus acciones deberían dirigirse a contrarrestar las marchas racistas y anti inmigratorias que afectan a nuestras comunidades.
Las organizaciones comunitarias que trabajan con inmigrantes también están llamadas a mantenerse en alerta para que los xenófobos no tomen fuerzas y terminen deponiendo su actitud de supremacía racial en un país que, como Canadá, apoya y celebra el encuentro de las culturas.
El Capítulo de Derechos de Canadá otorga a los inmigrantes el derecho a celebrar su herencia cultural y sus raíces, como está ocurriendo en estos momentos con el Mes de la Herencia Hispano Latinoamericana, aprobado por el Consejo Municipal de Toronto y la Legislatura de Ontario.
*Francisco Reyes puede ser contactado en [email protected]