Cuando escuchamos relatos sobre la vida de Jesús, tendemos a pensar que los apóstoles y los discípulos fueron las mismas personas, pero esto no es exactamente así.
“En torno a Jesús había círculos concéntricos de personas. De dentro hacia afuera, podríamos señalar a Pedro, Santiago y Juan como los tres amigos más cercanos. Después estaría el resto del grupo de los doce apóstoles. Luego, otro grupo más amplio, el de los 72 discípulos”, detalla Julián Lozano, vicario parroquial de Santa María Magdalena, en la localidad de Ciempozuelos (Madrid).
“La diferencia entre estos dos grupos es que los doce son elegidos por Jesús para que le sigan más de cerca. Los 72 son personas que eligen acompañar a Jesús en algunos
momentos de su vida pública”, aclara.
El sacerdote comenta que los apóstoles a los que más vocación se profesa en la actualidad son “los tres más cercanos: San Pedro, San Juan Evangelista y Santiago Apóstol”.
PEDRO
El que hoy conocemos como Pedro era Simón, hijo de Jonás, un pescador del mar de Galilea que dejó su casa para seguir a Jesús cuando empezó a predicar.
El evangelio de Mateo cuenta que un día Jesús le dijo: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del reino de los cielos y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos”. Por eso, a Pedro se le suele
representar con unas llaves en la mano.
Pedro es considerado el primer papa. Tras salir de Jerusalén, vivió en Antioquía y más tarde se estableció en Roma. Cuenta la tradición cristiana que allí fue crucificado cabeza abajo por orden del emperador Nerón. En su honor se erigió la basílica de San Pedro del Vaticano.
JUAN
Entre los apóstoles más venerados está, asimismo, Juan, el más joven de todos. Era hijo de Zebedeo y Salomé y hermano de Santiago, también apóstol. Juan era una de las personas más cercanas a Jesús, tanto que el evangelio cuenta que, estando en la cruz, le encomendó a su madre, María.
Juan fue una persona muy longeva. Se estableció en Éfeso y gozó de un gran respeto entre los primeros cristianos.
Cuenta la tradición que en tiempos del emperador Domiciano, Juan, ya anciano, fue torturado en Roma, donde le introdujeron en un caldero de aceite hirviendo. Sin embargo, sobrevivió y fue desterrado a una isla del Egeo. Más tarde, consiguió regresar a Éfeso, donde vivió sus últimos días.
Juan es uno de los cuatro evangelistas. Su evangelio narra la vida de Jesús desde el bautismo hasta la resurrección y la posterior aparición a los discípulos.
En muchas iglesias se puede contemplar lo que se conoce como tetramorfos, es decir, la representación de cuatro figuras que se corresponden con los cuatro evangelistas. Así, el hombre o el ángel se asocia a Mateo; el león, a Marcos; el toro, a Lucas y el águila, a Juan.
SANTIAGO
El apóstol Santiago, conocido como Santiago el mayor, es hermano de Juan. También dejó sus redes para seguir a Jesús y, junto a Pedro y Juan, estuvo presente en la oración del huerto de Getsemaní.
Fue una de las figuras más destacadas entre los apóstoles y, como tal, uno de los primeros en sufrir martirio. De hecho, murió degollado en Jerusalén, según se relata en “Los hechos de los apóstoles”.
Cuenta la tradición que Santiago viajó hasta la Península Ibérica para predicar. Algunas voces indican que allí falleció y que sus restos descansan en la catedral de Santiago de Compostela, en Galicia (noroeste de España).
Otras apuntan a que sus restos fueron trasladados a tierras gallegas desde Jerusalén. En cualquier caso, hoy el Camino de Santiago es una de las rutas de peregrinación más transitadas del mundo.
SANTIAGO EL MENOR
Entre los doce había otro Santiago, el hijo de Alfeo, conocido como Santiago el menor, al que se considera el primer obispo de Jerusalén.
Se cree que este Santiago era pariente de Jesús y se le presupone un gran parecido físico con él. Así, cuando Judas traicionó a Jesús, le dio un beso para que los soldados pudieran distinguirlo de Santiago.
FELIPE.
El tres de mayo la Iglesia celebra el día de Santiago el menor y de San Felipe. Según el evangelio de Juan, Felipe estuvo presente en la multiplicación de los panes y los peces.
Jesús le preguntó dónde podrían comprar pan para tanta gente, a lo que Felipe respondió: “Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco”.
También es el apóstol que, durante la última cena, le pidió a Jesús que les mostrase al Padre.
Felipe se dedicó a predicar en las regiones de Frigia y Escitia, que se corresponden con los actuales territorios de Turquía y con Ucrania y el sur de Rusia, aproximadamente. Fue crucificado en la ciudad de Hierápolis (la actual Pamukkale turca).
BARTOLOMÉ
Fue Felipe quien llevó hasta Jesús al que sería el apóstol Bartolomé, también llamado Natanael.
Este apóstol predicó en la India y en Armenia. Sobre su martirio hay distintas versiones. La más extendida es que fue despellejado y así se le suele representar en la tradición
pictórica.
De hecho, Miguel Ángel pintó en la Capilla Sixtina a un impresionante San Bartolomé que sujeta con una mano un cuchillo y con la otra su propia piel.
JUDAS TADEO
Se cree que, como Bartolomé, Judas Tadeo predicó en Armenia. Asimismo, se le sitúa en otros lugares como Arabia, Mesopotamia y Persia.
Judas Tadeo era familiar, tanto de Santiago el menor, como del propio Jesús, a quien se
parecía físicamente.
Se le suele representar sosteniendo un medallón con el rostro de Jesús y también con un palo en la mano, en alusión a su martirio.
Judas Tadeo es considerado el santo patrón de las causas imposibles y fieles de todo el mundo le rezan pidiendo su intercesión en los más variopintos asuntos.
SIMÓN
Cuenta la tradición católica que Judas murió junto con el apóstol Simón en Persia. A Simón se le conoce como Simón Zelote.
No se debe confundir con el apóstol Pedro, que también se llamaba Simón. Simón Zelote aparece en la iconografía con una sierra, el utensilio con el que le dieron muerte.
ANDRÉS
Por su parte, el apóstol Andrés fue primero seguidor de Juan el Bautista y después de Jesús, a quien le presentó a su hermano Pedro.
De hecho, Andrés y Juan fueron los primeros discípulos de Jesús. El día de la multiplicación de los panes y los peces, fue precisamente Andrés quien llevó ante Jesús al muchacho que tenía los cinco panes y los dos peces.
Cuenta la tradición que este apóstol fue martirizado en una cruz decusata, es decir, en forma de equis. De hecho, también se conoce a este tipo de cruz en aspa como cruz de San Andrés y está presente en varias banderas como la de Escocia, Florida y Alabama (EE. UU.), Valdivia (Chile) y Logroño (España), entre otras.
MATEO
Junto a Juan, Mateo es el otro apóstol evangelista. Trabajó como recaudador de impuestos pero dejó su empleo y sus bienes para seguir a Jesús.
Según indican los expertos, su evangelio tiene como fin demostrar que Jesús es el mesías que anunciaron los profetas.
TOMÁS
Entre los doce apóstoles también estaba Tomás, conocido coloquialmente por su incredulidad, pues no creía que Jesús hubiera resucitado.
Según detalla el evangelio de Juan, cuando otros discípulos le dijeron a Tomás que habían visto a Jesús, él respondió: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”.
JUDAS ISCARIOTE
Por último, está Judas Iscariote, el apóstol que traicionó a Jesús y lo entregó a los soldados a cambio de 30 monedas de plata. Según cuentan los textos bíblicos, después se arrepintió, devolvió el dinero y se suicidó.
El prendimiento de Jesús tuvo lugar tras la Última Cena, es decir, la noche del jueves. En su evangelio, Juan relata cómo Jesús durante esta comida lava los pies de los doce apóstoles, como señal de servicio y humildad, y les dice que eso deben hacer los unos con los otros.
El lavatorio de pies se conmemora cada Jueves Santo, cuando el sacerdote lava los pies de doce niños, doce ancianos o doce miembros de la comunidad.
El lavatorio de pies “es el gesto con el que San Juan expresa lo que Jesús quería comunicarnos en la última cena: el amor hasta el extremo (Jn 13,1), ese amor que le llevará a dar la vida en la cruz. Jesús nos enseña así cómo amarnos los unos a los otros”, concluye el sacerdote Julián Lozano.
Por Purificación León.
EFE/REPORTAJES