“Jamás pertenecería a un club que admitiera como miembro a alguien como yo”. (Groucho Marx)
Por María Jesús Ribas.
EFE/REPORTAJES
Reírse de uno mismo, siguiendo el ejemplo del genial cómico estadounidense, a quien se le atribuyen muchas otras frases representativas del denominado humor de autodenigración o (self-defeating humor), aumenta el bienestar psicológico, de acuerdo a un estudio de la Universidad de Granada (UGR).
Investigadores del Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento (CIMCYC) de la UGR (www.ugr.es) han observado que las personas que emplean en su día a día este tipo de humor dirigido a obtener la aprobación de los demás a expensas de ridiculizarse a uno mismo, pueden ser más felices y sociables.
Asimismo, el humor de autodenigración se relacionó con una mayor supresión de la ira, aunque según los autores, “esto no implica disminuir o controlar la ira expresada hacia los demás, sino más bien ocultar o no explicitar los detonantes que evocaron dicha reacción”.
Los investigadores de la UGR contradicen parte de las investigaciones realizadas en el campo de la psicología del humor hasta la fecha, que sugieren que la utilización de este estilo de humor se vincula exclusivamente a consecuencias psicológicas negativas para el individuo.
“Hemos observado que una mayor tendencia a emplear este estilo de humor es indicativa de altas puntuaciones en dimensiones del bienestar psicológico tales como la felicidad y, en menor medida, la sociabilidad”, explica Jorge Torres-Marín, miembro del equipo investigador, junto con Ginés Navarro-Carrillo y el profesor Hugo Carretero-Dios, quien dirigió el estudio.
Este resultado es consistente con el cariz positivo tradicionalmente adscrito al acto de “reírse de uno mismo” en países como España, pero los efectos del humor de autodenigración en el bienestar, podrían diferir en función del lugar en el que se realiza la investigación y de las diferencias culturales, de acuerdo a los autores del estudio.
RIDICULIZARNOS PARA REIRNOS CON LOS DEMÁS.
“El humor de autodenigración puede ser utilizado en innumerables contextos sociales. Por ejemplo, podría estar presente cuando hacemos bromas sobre algún aspecto de nosotros mismos con el objetivo de divertir a familiares o amigos”, explican a Efe Torres-Marín, Navarro-Carrillo y Carretero-Dios.
“También se utilizaría este tipo de humor cuando ridiculizamos algún error que cometemos. Es decir, de esta manera se le restaría importancia a este hecho, reflejando ingenio e, incluso, evitando que otras personas puedan aprovechar este error para reírse de nosotros”, añaden los investigadores.
“De acuerdo con la propuesta teórica que fundamenta nuestra investigación, desarrollada por el profesor Rod A. Martin, de la Universidad de Western Ontario (Canadá), este humor estaría principalmente dirigido a obtener la aprobación y la atención de los demás”, señalan.
“Por consiguiente constituye un tipo de comportamiento prosocial que facilita nuestra interacción con los demás, y no tanto una estrategia que nos permita mantener nuestro equilibrio personal”, de acuerdo a los investigadores.
Según los expertos del CIMCYC, este humor se presenta fundamentalmente a través de nuestro comportamiento en situaciones interpersonales y no como una interpretación “cómica” individual de nuestras limitaciones, defectos y errores que cometemos en nuestro día a día.
Los autores señalan que, no obstante, no pueden establecer las razones por las cuales la utilización de este estilo de humor causa/produce un aumento en nuestro bienestar psicológico y que esta asociación deberán explorarla futuras investigaciones.
“Creemos que, en relación con esto último, es muy importante valorar el papel de los factores culturales en las consecuencias ligadas al empleo del humor de autodenigración”, apuntan.
Para concluir Torres-Marín, Navarro-Carrillo y Carretero-Dios trasladan a Efe una reflexión sobre las posibles implicaciones psicológicas de este estilo de humor.
“Si usamos este humor para esconder nuestras limitaciones o debilidades personales, aislarnos de nuestro contexto inmediato y no afrontar eventuales problemas de nuestra vida cotidiana, probablemente encontraremos que este estilo de humor se relacionará con fenómenos como la depresión o la ansiedad”, apuntan los investigadores.
“Por el contrario, si consideramos que la autodenigración humorística puede constituir una estrategia para afrontar situaciones negativas, evidenciando una postura sosegada de nuestra realidad y haciendo felices a los demás, podría constituir una herramienta válida para mejorar nuestro entorno social y potenciar nuestro bienestar personal”, completan.
RISOTERAPIA ANTE EL ESPEJO: CINCO APUNTES.
“Pocos miran hacia sus capacidades y cualidades para generar humor y alegría, o se olvidan de aplicarlas aunque les hayan hecho felices”, señala a Efe el psicólogo y risoterapeuta José Elías, autor de la “Guía práctica de Risoterapia”.
Estos son algunas de las “armas secretas” de la risoterapia que Elías (www.centrojoselias.com) propone para aprender a reírnos de nosotros mismos:.
1.- Protagonice un dibujo animado. Este psicólogo propone “sacar de contexto la crítica interna”, repitiendo el pensamiento negativo, la situación que nos entristece o el mensaje nocivo que nos decimos a nosotros mismos, de forma graciosa con la voz de un personaje de dibujos animados, como el Pato Donald, el Ratón Mickey u otro que nos resulte simpático y familiar.
2.- Ríase de usted y los demás. “Fíjese en las cosas graciosas y ridículas que hace la gente. En un atasco de tráfico, observe como los conductores se meten los dedos en la nariz, tocan el claxon enloquecidos, gesticulan de manera extraña, hablan a los gritos al teléfono móvil” señala Elías.
“También puede observarse a sí mismo en esa situación: si nos disociamos y nos vemos desde fuera podemos llegar a reírnos de situaciones que antes nos agobiaban”, apunta.
3 .- Obsérvese sonreír. El sentido del humor tiene algo de irracional, según Elías, que propone hacer esta prueba: “mírese al espejo y sonría, de forma deliberada y persistente. Acabará poniéndose contento, la risa no tardará en llegar y comprobará que le cuesta menos dar la vuelta a la realidad con una sonrisa”.
4.- Hable sin pronunciar las vocales. “Para perder el sentido del ridículo ante usted mismo y autoprovocarse la risa en cualquier momento que lo desee, repita una frase, por ejemplo su nombre y apellidos alto y claro, sin las letras vocales, sólo pronunciando el sonido de las consonantes, hablando lo más rápidamente posible y sin pensar”, recomienda Elías a Efe.
5.- Utilice el lenguaje del desierto. “Formúlese en voz alta una pregunta cómo “¿Por qué me tomo las cosas tan en serio? ó ¿qué me impide reírme aquí y ahora?, moviendo los labios como lo hacen los camellos, proyectándolos exageradamente hacia fuera, hacia los lados, y pruebe a darle una contestación amplia a esas preguntas con ese mismo ‘lenguaje del desierto’”, propone.