Por Gilberto Rogel
Quizás los tiempos modernos nos están ayudando a cambiar nuestras viejas y arcaicas maneras de pensar y hablar. Por supuesto amigo lector usted estará pensando lo mismo que yo, hay que agradecerle al vecino mandatario la valentía que tenemos hoy para responderle con tranquilidad “disculpe presidente Trump yo vengo de un país de m, estoy muy orgulloso de ello y no me avergüenzo, ¿algún problema con ello?”.
En Latinoamérica sobran los ejemplos de los políticos que llegados a ser gobernantes han utilizado el poder para beneficiar a su clase partidaria, favorecerse a sí mismos y a sus familiares y amigos, y finalmente si sobra algo entonces se lo dan al pueblo. Es así como la corrupción, el compadrazgo, el nepotismo y el amiguísimo, nos han hundido en la pobreza, la desesperanza, la miseria y la violencia, en una sola palabra el subdesarrollo.
Cuando los pocos presentes en la famosa reunión en la Casa Blanca aseguran haber escuchado al Presidente Trump referirse con desprecio a ciertos países de África y Haití como Shitholes (según la definición del diccionario como lugares extremadamente sucios o desagradables o en una traducción muy latina como países de m), el gobernante quizás no haya mencionado literalmente a ningún país de Latino América pero es claro que todos entendemos que también se estaba refiriendo a nuestras naciones desde México hasta Argentina.
Mire amigo lector como es de paradójica la vida que el país que destinó millones de dólares para financiar las luchas contrarrevolucionarias, que entrenó a jefes militares en técnicas y programas de violación a los derechos humanos, que impuso gobernantes antipopulares, que desplegó cientos de efectivos militares para detener alzamientos populares en muchos de nuestros países; ahora su presidente nos llama de esa manera, como lugares extremadamente sucios y desagradables.
Es innegable que el presidente del país más poderoso del mundo se caracteriza por cambiar de opinión de un segundo para otro, que trata de desviar la atención sobre sus verdaderos errores y que niega sus metidas de pata, pero algo es evidente, que la mayoría de habitantes del planeta hemos llegado a la conclusión que él es un mentiroso, inestable mental, ególatra, misógino, homofóbico, clasista y en especial racista. Lo que nadie se esperaba era que todas estas negativas cualidades las dejara al descubierto tan rápido y a plena luz del día.
El Shithole gate, como le están llamado los medios de comunicación de los Estados Unidos, está revolviendo al mundo entero no sólo sobre el uso de palabras soeces y vulgares por parte de un estadista de la altura del presidente de los Estados Unidos, sino más bien porque ha puesto patas arriba a todo el poderosos estamento político de Gringolandia, quizás porque nunca imaginaron que las lacras de otros países shitholes estuviera en su propio patio trasero.
Ahora los políticos gringos tienen que lidiar con el duro dilema sobre qué hacer con este problemita, permitir que el berrinchudo presidente siga metiendo la pata vía su arma favorita, llámese Twitter, humillando a quien le dé la gana y desacreditando a naciones completas, o pararlo antes que el daño sea irreparable.
Pero por favor, los habitantes de países de m le podemos dar una sugerencia práctica: déjenlo que continúe cavando su propia tumba hasta que su caída sea más grande, dolorosa y, sobre todo, humillante; sin lugar a duda la peor de sus derrotas. Entonces todos podremos decir: Mister Presidente you are fired!
*Gilberto Rogel es un periodista de origen salvadoreño radicado en Toronto.