Rodrigo Díaz M.
El primer ministro portugués, Luís Montenegro, declaró la semana pasada el estado de calamidad en las zonas más afectadas, invocando poderes para movilizar a más bomberos y funcionarios. También pidió a los investigadores policiales que redoblaran sus esfuerzos para encontrar a los causantes de los incendios y prometió ayuda para las personas que han perdido sus casas o han sido evacuadas.
El servicio europeo de satélites Copernicus informó de que más de 15 mil hectáreas habían quedado calcinadas y que se habían detectado 13 kilómetros de frentes de fuego. Añadió que una zona en la que viven 210 mil personas estaba expuesta al riesgo de incendio.
Las condiciones cálidas y secas que han provocado los focos en Portugal han coincidido con inundaciones en Europa central. La Unión Europea dijo que los fenómenos meteorológicos extremos yuxtapuestos son prueba de una “ruptura climática”.
El ejército español envió a su vecino 240 soldados y vehículos de sus batallones de respuesta a emergencias especializados en la lucha contra incendios.
Cuatro aviones hidrantes de Francia, dos de España y dos de Italia se desplegaron tras responder a un llamamiento de ayuda a su país vecino. Marruecos también respondió a la petición de Portugal con dos aviones cisterna.
Montenegro hizo un llamamiento especial a las fuerzas de seguridad para que persiguieran tanto a los pirómanos como a cualquier persona que provocara un incendio por negligencia.
La policía nacional portuguesa informó de la detención de siete hombres sospechosos de provocar incendios forestales en los últimos días.
Las autoridades han prohibido el uso de maquinaria agrícola pesada para reducir el riesgo de provocar un incendio por descuido.
Entre las zonas más afectadas se encuentra el distrito de Aveiro, al sur de la ciudad septentrional de Oporto, pero también se han declarado varios incendios de grandes proporciones en otras zonas boscosas.
Los expertos relacionan los incendios tanto con el cambio climático como con el abandono de las profesiones agrícolas y forestales tradicionales que ayudaban a mantener las zonas rurales limpias de maleza que ahora es combustible para los incendios.