Rodrigo Díaz M.
El nombre del premier de Ontario aparece casi a diario en la campaña electoral, con uno u otro candidato prometiendo plantar cara a Ford o asegurarse de que Toronto “recibe un trato justo”.
Prometer enfrentarse a Queen’s Park no es nada nuevo para los candidatos que se presentan a las elecciones de Toronto. Pero si el nombre del primer ministro está demasiado a menudo en boca de los candidatos a la alcaldía de Toronto, no cabe duda de que parte de la culpa es suya.
Fue en los primeros días de la carrera cuando proclamó que un alcalde de izquierdas sería un “desastre” para Toronto.
“Si llega un alcalde de izquierdas, estamos fritos. En mi opinión, sería un desastre”, declaró a la prensa pocos días después de la dimisión de John Tory.
Semanas después, a pesar de haber dicho que no interferiría en las elecciones, Ford dijo a la gente que no votara a nadie que pudiera recortar el presupuesto de la policía, lo que llevó al ex candidato Gil Peñalosa a llamarle “Pinocho” por faltar a su palabra de no interferir.
Y aunque nunca apoyó formalmente a nadie, dio la bienvenida a la candidatura de Mark Saunders, diciendo que sería “estupendo” que se uniera a la carrera. Saunders se había presentado anteriormente a las elecciones provinciales como candidato del Partido Conservador y había sido nombrado por el gobierno de Ford asesor especial para la remodelación del Ontario Place.
Según los oponentes de Saunders, el ex jefe de policía sería un cómplice de Ford, que podría mover los hilos desde Queen’s Park con más facilidad que nunca gracias a los poderes de alcalde fuerte que el primer ministro acaba de otorgar a la ciudad, sobre todo para acelerar el desarrollo.
Doug Ford, ex concejal cuyo hermano fue alcalde, presentó su propia candidatura fallida a la alcaldía de Toronto en el 2014. Fue derrotado por John Tory, pero aún así superó a Olivia Chow en términos de votos totales.
En su primer mandato como premier de Ontario, Ford utilizó su mayoría en Queen’s Park para reducir a la mitad el tamaño del Ayuntamiento de Toronto durante unas elecciones, hacerse cargo del plan de expansión del metro de Toronto y prohibir el voto por orden de preferencia.
Aunque la figura de premier tiene más poder que la de alcalde, el alcalde puede hacer todo tipo de comentarios que perjudiquen al premier sin tener que atacarle directamente.
Aunque el nuevo alcalde tendrá que trabajar con la provincia y, por tanto, ser moderado en lo que dice, la tensión entre el alcalde y el premier podría resultar costosa desde el punto de vista político.
Y, según lo que parece, Ford no está en una posición en la que quiera perder puntos políticos.
Una encuesta publicada esta misma semana sugiere que, si bien el premier gozó de una gran popularidad hace algunos meses, esto ya no es así.
Mientras que su índice de aprobación se situaba en torno al 45% cuando fue reelegido hace un año, cayó en diciembre y se mantiene en torno al 33%, según el sondeo de Angus Reid.