Rodrigo Díaz M.
Las autoridades mexicanas han avisado que el problema de las algas malolientes en las playas de la costa del Caribe del país es “alarmante”
La llegada de montones de sargazo marrón a las playas de arena blanca normalmente prístinas de la costa se produce justo cuando el turismo se está recuperando a los niveles anteriores a la pandemia, aunque la recuperación del empleo en el principal destino turístico del país ha sido más lenta.
Con más algas avistadas flotando en el mar, los expertos temen que este verano de 2022 pueda ser tan malo o peor que el catastrófico año de 2018, cuando se reportó la mayor cantidad de sargazo hasta la fecha.
“Podemos decir que la situación actual es alarmante”, dijo el secretario de la marina mexicana, José Ojeda, a quien se le ha encomendado la tarea de tratar de recoger el sargazo en el mar, antes de que llegue a las playas.
La marina tiene actualmente 11 barcos de recogida de sargazo operando. Pero las propias cifras de la marina muestran que la parte que han podido recoger antes de que llegue a la playa ha ido disminuyendo.
En 2020, la marina recogió el 4% del sargazo en el mar, mientras que el 96% fue rastrillado en las playas. Pero esa cifra se redujo al 3% en 2021 y alrededor del 1% en lo que va de 2022.
Permitir que las algas lleguen a las playas crea no sólo un problema para los turistas, sino para el medio ambiente, dijo Rosa Rodríguez Martínez, una bióloga en la ciudad costera de Puerto Morelos que estudia los arrecifes y los ecosistemas costeros para la Universidad Nacional Autónoma de México.
Son tantas las algas que llegan a las playas que los hoteles y las autoridades locales están utilizando excavadoras y retroexcavadoras, porque los equipos normales de rastrillos, palas y carretillas ya no son suficientes.
“Al recoger el sargazo con maquinaria pesada se levanta también una gran cantidad de arena, lo que contribuye a la erosión de la playa”, dijo Rodríguez Martínez. “Hay tanto sargazo que ya no se puede utilizar maquinaria pequeña, hay que utilizar la pesada, y cuando entran las excavadoras, se llevan más arena”.
A Rodríguez Martínez le preocupa que 2022 pueda ser peor que el anterior año de máxima afluencia. “En los últimos días ha habido cantidades que no se ha visto ni siquiera en 2018”, dijo.
El problema llega justo cuando centros turísticos como Cancún, Playa del Carmen y Tulm se están recuperando de la brutal caída del turismo durante dos años causada por la pandemia del COVID-19 y preparándose para el verano.
No todas las playas se han visto afectadas por igual; muchas de Cancún e Isla Mujeres suelen estar libres de cantidades importantes de sargazo, pero gran parte de la Riviera Maya se ha visto muy afectada.
Carlos Joaquín, gobernador del estado costero de Quintana Roo, dijo que el número de turistas que han llegado por vía aérea en lo que va de año (unos 3,54 millones) está un 1,27% por encima de los niveles de 2019, antes de la pandemia. Sin embargo, Joaquín dijo que sólo se ha recuperado alrededor del 83% de los 98 mil empleos perdidos durante la pandemia.
Sergio León, el ex jefe de la federación de empresarios del estado, dijo que la invasión de algas “definitivamente nos ha afectado, ha afectado nuestra imagen a nivel nacional e internacional. Obviamente, no sólo visualmente, sino en términos de daño ambiental”.
“La marina mexicana está haciendo un esfuerzo, pero necesita más, no es suficiente”, dijo León. “Lo ideal sería recoger las algas antes de que lleguen a nuestras playas”.
Rodríguez Martínez dijo que, dado el limitado número de barcos de la Marina y de fondos, la mejor solución podría ser colgar barreras flotantes en alta mar y recoger el sargazo en aguas más cercanas a la costa.
Pero señala otro problema: qué hacer con los miles de toneladas de algas hediondas recogidas cada año, principalmente por los propietarios de hoteles privados. Algunos se limitan a arrojar los montones recogidos en la playa a canteras de piedra caliza en desuso, donde la sal y los minerales recogidos en el océano pueden filtrarse a las aguas subterráneas.
Otros se limitan a arrojarlas en bosques o manglares, lo que es igualmente perjudicial.
Aunque algunos han intentado utilizar el sargazo para crear ladrillos o fertilizantes, la falta de políticas oficiales y de planes a largo plazo dificultan la obtención de grandes inversiones para tales planes. Los primeros informes de la década de 2010 sugerían que las masas de algas procedían de una zona del Atlántico frente a la costa norte de Brasil, cerca de la desembocadura del río Amazonas. El aumento de los flujos de nutrientes procedentes de la deforestación o de la escorrentía de fertilizantes podría estar alimentando la floración de algas.