Pimienta, chiles, guindillas, ajo, cebolla, pimentón, mostaza, jengibre, clavo de olor, curry… Hay muchos alimentos que entregan al paladar este sabor que -según el milenario sistema ayurveda de medicina tradicional hindú- se suma a los cuatro gustos clásicos: dulce, ácido, salado y amargo, e incide notablemente en la salud humana: el picante.
De hecho, el propio Ayurveda, datado en alrededor de 4.000 años de antigüedad, ya atribuía entonces cualidades terapéuticas a ciertos alimentos picantes, como la cebolla, que decían que estimula el deseo sexual y alivia la fiebre, si se aplica externamente; el jengibre, que alivia la pesadez de estómago o el dolor de cabeza causado por la sinusitis; o la pimienta negra, que ayuda a reducir el tejido graso.
Frescos o secos, suaves o “explosivos”, de uso diario o exóticos, los picantes están presentes en salsas, aderezos, guisos y una amplia variedad de platos y comidas de todo el mundo, haciendo las delicias de quienes no pueden vivir sin su particular gustillo, a menudo asociado con la pasión amorosa, el ardor vital o las experiencias y sensaciones intensas o subidas de tono.
Por algo el color con el que se los identifica, aunque no el único que los caracteriza, es el
rojo, el mismo que el de la pasión.
CAPSAICINA, EL COMPONENTE CLAVE
Muchas de las cualidades que se le atribuyen a los picantes provienen de la capsaicina, el componente químico que estimula la sensación de picor o quemazón, conocida como estímulo térmico, cuando entrar en contacto con las sensibles membranas mucosas situadas en el interior de nuestra boca.
Un estudio publicado en la Revista de la Sociedad Española del Dolor revela que la aplicación tópica de la capsaicina es eficaz para tratar el dolor neuropático, mientras que otro trabajo efectuado en cultivos de laboratorio en la Universidad de Nottingham (Reino Unido) y dirigido por el doctor Timothy Bates (http://news.bbc.co.uk/2/hi/6244715.stm) sugiere que este compuesto del picante puede llegar a matar las células cancerosas sin dañar a las células sanas.
Además, según otra investigación de la Tercera Universidad Militar de Medicina en Chongqing (China) (www.nature.com/nchina/2010/100901/full/nchina.2010.96.html) la capsaicina también logra reducir la presión arterial, según han comprobado en animales de ensayo a los que se había inducido la hipertensión.
Por su parte la medicina natural viene utilizando los picantes desde la antigüedad porque, según los terapeutas que la aplican, activan la circulación de la sangre, promueven la sudoración y favorecen la limpieza de mucosidades los conductos respiratorios, además de mejorar la actividad digestiva y ayudar a eliminar los gases intestinales, y poseer propiedades fungicidas, bactericidas y, en el caso del ajo, también antisépticas.
Incluir picantes en las comidas también ayuda a quemar parte de las calorías contenidas en los alimentos y aumenta la sensación de llenado estomacal, por lo que estos ingredientes comestibles pueden ser incluidos en dietas para controlar o perder peso, explica la nutricionista Marta Figueras en el diario español ‘La Vanguardia’.
De acuerdo a esta especialista en nutrición pediátrica, pese a los beneficios que los picantes pueden tener en las personas sanas que los toman con moderación, deben evitarlos quienes sufren úlcera o acidez de estómago, gastritis, dispepsia, colon irritable u otro problema digestivo, como una hemorragia, así como en los casos de dolencias hepáticas o urinarias y quienes padecen hemorroides.
EL PODER TERAPÉUTICO DEL CURRY
La curcumina, un ingrediente derivado de la cúrcuma presente en el curry, podría reducir la hipertrofia (agrandamiento) del corazón y la formación de cicatrices en este órgano, además de disminuir el riesgo de sufrir insuficiencia cardiaca, según un equipo de investigadores del Centro Cardiaco Peter Munk del Hospital General de Toronto, en Canadá.
El curry también suele incluir ají, cebolla seca, apio, jengibre, mostaza, pimienta y cayena, entre otras especias, y otra molécula de la cúrcuma ha logrado eliminar células cancerígenas del esófago en laboratorio, lo que sugiere que podría aprovecharse para desarrollar nuevos tratamientos contra el cáncer, según expertos del Centro de Investigación del Cáncer Cork, en Irlanda.
Asimismo, un medicamento derivado del curry amarillo podría ayudar al organismo a reparar alguno de los problemas que sufre un paciente después de padecer un ictus, según científicos del Centro Médico Cedars-Sinai (EE.UU.) que han obtenido resultados prometedores en ensayos con conejos, en los que el fármaco disminuyó los problemas musculares y de movimiento debidos a este trastorno de la circulación cerebral.
Por otra parte, un estudio efectuado en la Universidad de Tasmania (UTAS), en Australia, ha revelado que consumir chiles de forma regular y como parte de una dieta equilibrada, puede mejorar el control de la insulina postprandial (la que hay en la sangre a las dos horas de ingerir un alimento) y reducir el riesgo de desarrollar diabetes entre la gente con moderada obesidad.
Según Kiran Ahuja, primera firmante de esta investigación, aunque su principio activo mejor conocido es la capsaicina, los chiles también son muy ricos en antioxidantes como los carotenos, y ya se ha descubierto que su consumo tiene propiedades analgésicas y antiinflamatorias, y poseen la capacidad de inhibir el desarrollo de las células cancerosas en el páncreas, en pruebas de laboratorio.
Ahora el estudio de la UTAS ha demostrado que estos picantes, algunas de cuyas variedades se conocen como páprika, jalapeños, guindillas, ají, tabasco o cayena , también “disminuyen el contenido graso y energético de la dieta durante la digestión, además de mejorar el control de la insulina en un 60 por ciento”, según la doctora Ahuja.
En esa línea de investigación de los beneficios de los picantes, según el investigador nipón Naohide Kinae, especialista en Ciencias de la Comida y la Nutrición, se ha demostrado que la raíz con la que se elabora el picante japonés “wasabi” tiene características que eliminan un germen responsable de numerosas enfermedades relacionadas con el estómago, como la inflamación gástrica.
De acuerdo al trabajo de Kinae, de la Universidad de Shizuoka (Japón), tanto esta pasta de color verde obtenida de la raíz wasabia japónica, como el rábano picante, que se utilizan como especias alimenticias, tienen un potente componente denominado alil-isotiocianato, “que inhibe el crecimiento de las bacterias y los hongos que causan las intoxicaciones alimentarias por lo que podrían considerarse alimentos que ayudan a mantener la salud”.
Daniel Galilea
E F E – REPORTAJES