Rodrigo Díaz M.
Alrededor de dos tercios de la población de Cuba ha votado para aprobar las reformas del nuevo Código de la Familia, que también permitirá la gestación subrogada y dará a las parejas homosexuales el derecho a adoptar niños.
Es un gran momento para Cuba, que vio cómo los homosexuales eran perseguidos y enviados a campos de trabajo en los años 60 y 70. Sin embargo, hubo una importante oposición a las reformas entre los grupos religiosos y los conservadores.
El referéndum del domingo pasado fue para un nuevo Código de Familia, un documento de 100 páginas que pasó por más de dos docenas de borradores y horas de debate en reuniones a nivel comunitario.
El gobierno cubano había respaldado el cambio de la ley y había realizado una campaña nacional instando a la población a aprobarlo.
El presidente del país, Miguel Díaz-Canel, dijo al votar el domingo que esperaba que la mayoría de la población votara a favor y que el nuevo código reflejara la diversidad de personas, familias y creencias.
El lunes, los resultados preliminares indicaban una “tendencia irreversible”, con un 66% de los votos escrutados hasta ahora a favor de la reforma, dijo la presidenta del consejo electoral, Alina Balseiro, en la televisión estatal, según la agencia de noticias AFP. La ley requería la aprobación del 50% de los votantes para ser aprobada.
Las reformas fueron la culminación de los esfuerzos de los activistas por los derechos de los homosexuales en Cuba.
La actitud oficial hacia la homosexualidad en la isla, gobernada por los comunistas, ha cambiado en las últimas décadas, en parte gracias a los esfuerzos de la hija del ex líder Raúl Castro, Mariela.
Al principio del gobierno del líder comunista Fidel Castro, tras la revolución de 1959, los hombres y mujeres homosexuales fueron enviados a campos de trabajo para su supuesta “reeducación”.
Sin embargo, muchos en Cuba siguen oponiéndose a esta medida, incluidas las iglesias evangélicas y otros conservadores no religiosos.
Algunos sectores de la oposición también hicieron campaña a favor del “no”, instando a los cubanos a aprovechar una oportunidad única para propinar una derrota al gobierno comunista del país en las urnas.
Algunos activistas antigubernamentales consideran que el referéndum es un esfuerzo del estado por mejorar su imagen de derechos humanos tras la brutal represión de todas las formas de disidencia en los últimos años.
El referéndum también se produce en medio de una grave crisis energética, que ha provocado cortes de electricidad diarios que afectan a millones de personas en toda la isla.