Son humanos y, al igual que sus pacientes, expuestos a cambios en sus pensamientos, adversidades vitales, altibajos emocionales y sentimientos contrapuestos. Raimon Gaja, director del Instituto Superior de Estudios Psicológicos, explica como se cuidan los profesionales de la psicología.
Los psicólogos son especialistas en el comportamiento humano y utilizan diferentes metodologías de trabajo para ayudar a aumentar o mejorar nuestro bienestar emocional.
Pero ¿cómo cuidan de si mismos estos profesionales que nos ayudan a sanar y equilibrar nuestros pensamientos, emociones y conductas?, o ¿de qué manera aplican en su propia vida diaria las técnicas que utilizan en sus terapias?.
“Un psicólogo es una persona y, como tal, no está exenta de padecer cualquier problema que pueda tener el ser humano”, explica a Efe, Raimon Gaja Jaumeandreu, fundador y director general del Instituto Superior de Estudios Psicológicos, ISEP, (http://www.isep.es), que ha formado a miles de profesionales y tratado a decenas de miles de pacientes en sus clínicas.
Gaja, especialista en psicología clínica y terapia de conducta es autor de 14 libros de divulgación psicológica y docente con más de 4.000 horas de terapia, además de haber intervenido como profesor invitado en universidades de Europa y Estados Unidos.
También es uno mejores conocedores, no solo de la psique humana, sino también de esta profesión, ya que la ejerce y la enseña, en los cursos de formación y másters.
Para Gaja, los profesionales de la salud juegan con ventaja, porque conocen métodos y técnicas terapéuticas, así como mecanismos de prevención, pero “al igual que no todos los médicos, por más buenos que sean, siguen una dieta equilibrada o realizan hábitos de vida saludables, no todos los psicólogos utilizan en su vida personal sus conocimientos en beneficio de su propia salud mental”.
“La utilización de la terapia psicológica depende de cada persona y ser psicólogo no conlleva una utilización terapéutica correcta en su vida privada. Hay médicos que fuman, pero ¿algún médico ha aconsejado a alguien que fume?”, reflexiona.
Según Gaja, cuando está con el ánimo bajo o atraviesa un momento difícil, una psicóloga o un psicólogo se mentaliza o motiva de la misma manera que cualquier otra persona, “aunque su ventaja radica en que conoce diferentes estrategias y puede autoaplicárselas, si así lo desea”, indica.
Aunque “por desgracia, también hay casos de psicólogos que se no acaban bien”, señala el director del ISEP.
“PODEMOS CONVERTIRNOS EN AUTOPACIENTES”
“Todos los psicólogos hemos tenido pacientes con bajo nivel de motivación o con depresión y les hemos dado soluciones o herramientas para recuperarse y, si tenemos soluciones para nuestros pacientes, también las tenemos para nosotros. Podemos ser nuestros autopacientes ”, añade.
“Por suerte tenemos recursos que no todo el mundo posee; aprovecharlos depende únicamente de nosotros mismos”, señala.
Raimon Gaja pone un ejemplo para explicar esta situación: “hay jóvenes que, por su situación familiar, tienen la vida más fácil que otros (buenas escuelas, estancias en el extranjero para aprender idiomas, etc.), pero no todos los saben aprovechar!”.
“Todo depende del “uso” que uno da a los recursos que están a su alcance. Tener una buena biblioteca en casa no garantiza que nuestros hijos sean grandes lectores, pero vivir en una casa sin libros hace más difícil que los niños se aficionen a la lectura!”, indica el experto.
Consultado sobre cómo se ‘desintoxica’ un psicólogo de la carga psicoemocional que recibe de sus pacientes para que no afecte su propia vida personal, el experto señala: “al inicio de su vida profesional muchos psicólogos empatizan tanto con sus pacientes que acaban sufriendo por ellos pero, si eso sucede, con el tiempo se van inmunizando y aprenden a diferenciar ‘lo tuyo de lo mío’”.
“Es imposible vivir muchos años rodeado de problemas y asumirlos como propios. No existe una herramienta para desintoxicarse, simplemente aprendemos a verlo todo a cierta distancia. Además, desde cierto alejamiento se puede ayudar más y mejor”, señala.
“La experiencia nos lleva a ver cada caso desde cierta distancia , sean más o menos duros. Y esto no quiere decir que seamos distantes, ¡de ninguna manera!”, enfatiza Gaja.
Según el director de ISEP, un psicólogo dispone de los mismos indicadores de su propio equilibro mental que los que tiene y utiliza con sus pacientes y “conoce sintomatologías, pruebas psicométricas y otras herramientas y métodos que, muy probablemente, usa en su trabajo diario”.
VENTAJAS DE CONOCER LA MENTE HUMANA.
“Pero puede no usarlas: para muchos es difícil reconocer que tienen un problema y necesitan ayuda, sean o no profesionales de la psicología”, remata.
“Afortunadamente, aunque un especialista pueda negar que le pasa algo, tiene la ventaja de poder utilizar sus conocimientos para saber qué le está ocurriendo, algo que cualquier otra persona no posee y, entonces, debe elegir si buscar ayuda profesional o sobrellevarlo”, de acuerdo a Gaja.
“Un odontólogo sabe si debe acudir a algún compañero por un tema de caries o de endodoncia, por ejemplo”, señala.
“Los trastornos que pueden afectar a un psicólogo, derivados de su labor profesional y de los cuales tiene que protegerse, son los mismos que afectan a cualquier profesional: estrés, si el despacho no va bien; síndrome de ‘burn’out’ si trabaja mucho y se “quema” o su trabajo no le motiva; ansiedad, si tiene problemas personales…, entre otros”, según Gaja.
“¡Ahora bien, un profesional de la salud mental debe o debería tener un alto nivel de autoconocimiento y por tanto saber mantenerte en equilibrio emocional!”, enfatiza.
“Pero no existen garantías en temas de salud. La terapéutica aplicada a una persona puede ir bien, pero la misma puede no funcionar a otra. No hay, en el caso de problemas emocionales, recetas generales para todo el mundo. Cada persona es única e irrepetible, cada una tiene sus necesidades personales y expectativas. Debido a esto cada paciente –y por lo tanto cada psicólogo—necesita su “traje a medida” en cuanto a herramientas, técnicas o recursos, para mantenerse psicológicamente equilibrado”, concluye Gaja.
Como norma general, apunta que, cómo cualquier profesional que requiera estar atento e implicado en su trabajo, el buen psicólogo debe descansar las horas adecuadas, estar satisfecho con la vida que lleva, llevar una vida ordenada y tener un equilibrio emocional.
Por María Jesús Ribas.
EFE/REPORTAJES