Por Pastor Valle-Garay*
TORONTO. En diciembre del 2014, el empresario chino Wan Jing viaja a Nicaragua para anunciar el comienzo de la construcción del Gran Canal de Nicaragua. Ningún detalle se dio a conocer del arreglo entre el chino Wang y Ortega. Afortunadamente, el chino de marras desapareció del escenario antes de comenzar el trabajo. Nadie sabe tampoco por cuántas monedas de plata vendió Ortega la soberanía de Nicaragua a un empresario desconocido, pero nadie duda que fue un proyecto descabellado. La construcción del Canal habría desalojado a más de 120.000 campesinos de sus tierras.
Luego de perder dos elecciones presidenciales y de gobernar “desde abajo.” Ortega decide eliminar a los partidos políticos y a líderes políticos que amenacen sus diseños presidenciales. Algunos, como Herty Lewites, muere de sospechoso ataque al corazón en Julio del 2006, cuando se perfilaba como el ganador obvio de las elecciones del 9 de noviembre del 2006, que gana Ortega con el mínimo porcentaje del voto nacional. El 10 de enero del 2007, Murillo es juramentada vicepresidente de Nicaragua.
EL ALEMANAZO. Al expresidente Arnoldo Alemán, condenado a 20 años de cárcel por multimillonario fraude a la nación durante su Presidencia, Ortega lo convence del pacto político de rebajar el porcentaje electoral de votos al 35% a cambio de perdonarle a Alemán la sentencia de cárcel. Dicho y hecho. Ortega queda asegurado de ganar las elecciones presidenciales del 2006 con una ínfima minoría. Sin mayor oposición, Ortega regresa a la Presidencia con Murillo de vicepresidente.
En los próximos años, el descontento político se generaliza en Nicaragua. Ortega recurre a la Policía Nacional, a fuerzas de choque, a pandillas delincuenciales y al Ejército Nacional para impedir manifestaciones y atacar brutal y sangrientamente a los campesinos que defienden el derecho a sus propiedades en la sección del proyectado Canal y en los bosques protegidos de la reserva biológica Indio Maíz, una de las reservas biológicas más frágiles e importantes en la América Latina. Es obvio que los valiosos exóticos árboles de la región convertidos en madera para exportación valen más para Ortega y sus rapaces socios, que la protección del medio ambiente. El despale es descomunal.
NICARAGUA ESTALLA. En abril del 2018, decenas de miles de estudiantes universitarios de la nación, sin más armas que la bandera azul y blanco de Nicaragua y la autorización constitucional de protestar libremente, se lanzan en manifestaciones oponiendo en primer lugar los recortes de fondos al Seguro Social que dejarían a los ancianos sin recursos económicos. Por otra parte, también protestan la construcción del Canal y la destrucción de la biosfera Indio Maíz.
Ortega no pierde tiempo. Envía brutales fuerzas de choque de la Policía Nacional, del Ejército Nacional, de turbas orteguistas y de grupos delincuenciales con órdenes de detener de cualquier manera a los manifestantes. Aunque los autoconvocados son originalmente estudiantes universitarios, se les unen padres y madres de familia, maestros, profesores, campesinos y personas de la tercera edad.
La Policía dispara sin piedad con armas militares. Desde abril del 2018 hasta octubre 2018 más de 521 manifestantes han sido cobardemente asesinados por los grupos militares. Hay miles de heridos. Miles de desaparecidos y cientos de estudiantes y adultos en las cárceles de la nación. Sus crímenes: protestar contra las arbitrarias medidas del gobierno de Ortega.
Unos 30.000 nicaragüenses se han refugiado en Costa Rica, en otros en países centroamericanos y en los Estados Unidos. Tanto la Organización de Estados Americanos como la Comisión de los Derechos Humanos de la Naciones Unidos, la Unión Europea y otros países de América Latina han condenado el genocidio de Ortega. A pesar de ello, los asesinatos, encarcelamientos, vejaciones y secuestros de los manifestantes continúan a diario. Nicaragua es un país sin gobierno responsable al borde de un enorme desastre humano, económico y político.
Nadie sabe qué ocurrirá. Pero la oposición a Ortega continúa demandando que cese de atacar a la población indefensa, que abandone el poder y que Nicaragua tenga elecciones libres y democráticas. Ortega por su parte insiste en retener la Presidencia. En estas circunstancias, la vida en Nicaragua se vuelve imposible.
*Pastor Valle-Garay, Senior Scholar, York University