Prisas, ajetreos, compromisos, gastos, reuniones. Las fechas navideñas son bellas pero intensas. Consejos para disfrutar de la época navideña libre de preocupaciones y sin que la acumulación de actividades y opciones nos desborden.
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+++ “La estrategia más adecuada para controlar el estrés navideño y evitar que nos desgaste y agobie, depende de la actitud con que se afrontan estas fechas e, incluso, del tipo de personalidad. Cuánto más exigente es una persona consigo misma y sus resultados, mayores niveles de estrés tiende a sufrir”, explica la psicóloga clínica María de los Ángeles Barja.
+++ “La actitud de la persona controladora produce rechazo, incluso entre aquellos que la quieren”, señala la psicóloga, quien aconseja aprender a delegar y a ceder terreno a los demás, en lugar de intentar tenerlo todo bajo control.
+++ Silvia Ribas, experta en organización de eventos festivos y actividades lúdicas y artísticas indica que “antes de hacer listas de tareas y compras y de preparar presupuestos, hay que decidir qué podemos hacer y qué no, de forma realista, ya que abarcar demasiado puede ser estresante y extenuante”.
Elegir el regalo más adecuado para cada pariente y amigo. Decorar la casa y el árbol navideño. Planificar el menú de la cena de Navidad y Año Nuevo. Asistir a las comidas de empresa. Todo ello, sumado a la habitual lista de tareas y compromisos que llenan la agenda, aceleran la vida y crispan los nervios.
Para muchas personas diciembre se escribe con “D” de desborde emocional y desgaste nervioso, porque manejar y resolver simultáneamente las múltiples obligaciones del hogar, el trabajo y los preparativos para las fiestas, supone una enorme fuente de estrés que nos deja extenuación psicológica y física.
“La estrategia más adecuada para controlar el estrés navideño y evitar que nos desgaste y agobie, depende de la actitud con que se afrontan estas fechas e, incluso, del tipo de personalidad. Cuánto más exigente es una persona consigo misma y sus resultados, mayores niveles de estrés tiende a sufrir”, explica la psicóloga clínica María de los Ángeles Barja.
Según esta experta “las personas perfeccionistas creen que las cosas deben salir siempre redondas, y cuando esto no sucede se sienten mal y se muestran hostiles contra ellas mismas y quienes les rodean. No admiten ningún fallo y se disgustan por nimiedades que, a otras personas, les pasan inadvertidas”.
“Estos ‘fanáticos de lo perfecto’ deben comprender que si se equivocan no se viene el mundo abajo, que siempre existe la posibilidad de rectificar y que de los errores se aprende”, señala Barja, quien agrega que una buena forma de quitar importancia a ciertos asuntos y aceptar los desaciertos consiste “en ejercitar el sentido del humor y ver el lado positivo de las cosas”.
EL HUMOR, ARMA INFALIBLE.
“¿No para un segundo de ir de un sitio para otro haciendo compras y preparativos? ¡Es una manera entretenida de hacer gimnasia y mantenerse en forma!”. ¿El árbol de Navidad está un poco torcido? ¡Así es más original y llamará más la atención de los visitantes!”. “¿A alguien no le ha gustado el menú navideño que usted ha preparado? ¡No hay problema: el año próximo tendrá menos invitados, y menos trabajo..!” .
Un perfil psicológico próximo al de los perfeccionistas, según Barja, es el de los controladores. “Las personas que quieren controlarlo todo y a todos consumen mucha energía física y emocional al supervisar tareas de quienes les rodean y estar pendientes de las más mínimas iniciativas de los demás”.
“Creen que nadie puede comprar los regalos, montar el belén, elegir los villancicos o diseñar el menú navideño, mejor que ellas. La actitud de la persona controladora produce rechazo, incluso entre aquellos que la quieren”, señala la psicóloga, quien aconseja aprender a delegar y a ceder terreno a los demás, en lugar de intentar tenerlo todo bajo control.
“Una forma de reducir ese agobio consiste en “educar”: por ejemplo hay que enseñar a los hijos a decorar el arbolito, servir la mesa o envolver los regalos, para que participen en estas fechas tan especiales. Si se equivocan, ¡no pasa nada!: para aprender a caminar debieron caerse y levantarse cientos de veces, igual que le ha ocurrido al controlador”, señala Barja.
Socializar es una importante parte de las fiestas de Fin de Año, pero para muchas personas que sufren ansiedad social o sienten timidez en las reuniones festivas, resulta una fuente de estrés.
Para conversar y romper el hielo, el doctor Martin Antony, profesor de psicología de la Universidad de Ryerson en Toronto, (Canadá) aconseja: “sonría y mire a los ojos. Actúe de forma abordable y abierta en la conversación. Únase a una charla que ya esté en curso; lo ideal es agregarse a un grupo que converse sobre un tema que le interese. Haga preguntas y escuche activamente”.
Según Antony evitar ir a las fiestas es contraproducente, porque “solo hará que la ansiedad aumente con el tiempo. Si uno es tímido, hablar con los demás puede ser difícil al principio, pero se hará más fácil si sigue haciendo el esfuerzo por ser sociable”.
“Intentar combatir la ansiedad en una reunión puede empeorarla. Es preferible aceptar los sentimientos de incomodidad e intentar algunos de los consejos de conversación propuestos anteriormente para pasarlo bien”, señala el experto canadiense.
CONVIRTIENDO EL ESTRÉS EN ALIADO.
“El estrés se produce cuando creemos que una situación desborda nuestros recursos o capacidades. Pero podemos aprender a hacer del estrés nuestro aliado y aprovechar su presión para dedicarnos positivamente al desafío de organizar las fiestas. El esfuerzo es grande, pero se hace más llevadero si va dirigido hacia algo que tiene un verdadero sentido positivo”, señala Barja.
“Para convertir el estrés en nuestro aliado, hay que ver la organización de las reuniones como algo positivo, centrándose en los aspectos más agradables de las Navidades, y pensando que las cosas saldrán bien y en todo lo que disfrutaremos, en vez de quejarnos por las dificultades que se presentan”, señala.
“Realizar una buena planificación de las distintas actividades para evitar los nervios y las prisas de última hora, practicar alguna técnica de relajación que ayude a rebajar la tensión, procurar ver las cosas con perspectiva, y dedicar un rato del día para estar a solas y hacer algo que nos resulte relajante también puede ser útil para aliviar el estrés festivo”, según Barja.
Por su parte Silvia Ribas, experta en organización de eventos festivos y actividades lúdicas y artísticas indica que “antes de hacer listas de tareas y compras y de preparar presupuestos, hay que decidir qué podemos hacer y qué no, de forma realista, ya que abarcar demasiado puede ser estresante y extenuante”.
A continuación, aconseja Ribas, hay que “dedicar una hora diaria a organizarse y enfocarse en las tareas a realizar, para evitar que infinidad de ideas sobre todo lo que tenemos por hacer nos den vueltas por la cabeza continuamente a lo largo de la jornada, lo cual es otra fuente de tensión”.
“El objetivo de este ejercicio, que puede hacerse por la mañana antes de empezar el día o por la noche antes de dormir, consiste en disponer de unas listas completas y detalladas de lo que necesitamos hacer y comprar, desde los regalos hasta el envío de postales, a las cuales siempre podemos agregarle o restarle cosas más adelante”, explica Ribas.
Por último, según la experta, hay que “dividir cada tarea en pequeños pasos que se puedan dar día a día, buscando huecos de tiempo (una hora por aquí, media hora por allá) y ponerse en acción antes de que las tiendas se llenen de gente o las fiestas sean inminentes, porque “dejar todo para último momento y correr contra el reloj es terriblemente estresante”.
Omar R. Goncebat.
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