Por ejemplo, hace menos de una semana nos enteramos cómo el carismático ex presidente de Brasil Luiz Inacio da Silva – Lula- fue declarado culpable de cometer supuestos actos de corrupción y blanqueo de dinero y podría pasar cerca de diez años en prisión, según lo dictaminó un juez de ese país, quien por cierto también está señalado por otros supuestos actos de corrupción.
Por Gilberto Rogel
Lula, reconocido dirigente sindical y quien es recordado por dirigir las actuales transformaciones sociales y económicas en Brasil, habría sido beneficiado por una poderosa empresa edificadora local. Sin embargo, este favorcito, calculado en cerca de dos millones de dólares, fue ocultado al fisco; por esta razón Lula está en peligro de no poder correr como candidato presidencial pese a contar con un fuerte respaldo popular. El ex gobernante niega fervientemente los cargos y los atribuye a un complot de sus rivales políticos.
Cosa curiosa, también durante estos pasados días Ollanta Humala, ex presidente de Perú, considerado como un político de tendencia centroizquierda, fue detenido por efectivos policiales ante un pedido de las autoridades judiciales quienes lo acusan de aceptar sobornos y cometer otros actos de corrupción y blanqueo de dinero vinculados a una millonaria empresa de la construcción de origen brasileña. La defensa del ex gobernante asegura que la acusación no tiene fundamento, que las rebatirá con pruebas judiciales, además que su cliente es inocente y está siendo objeto de un juego político.
Este mismo tipo de escándalos también estaría salpicando al ex presidente Salvadoreño Mauricio Funes, primer gobernante bajo la bandera de un partido de izquierda –FMLN- quien vive exiliado en Nicaragua luego de asegurar que su vida corría peligro. La fiscalía de El Salvador cree que el ex mandatario utilizó dinero público para sus publicitados-extravagantes placeres personales y para beneficiar a un selecto grupo de amistades cercanas. Por este argumento está siendo enjuiciado, aunque el ex presidente asegura que todo se debe a un circo político montado por las elites políticas que han gobernando el país por muchos años.
Ahora bien, pretender ignorar los avances sociales que los gobiernos de izquierda han logrado en varios países de Latinoamérica es querer tapar el sol con un dedo. Millones de habitantes de sectores más pobres en muchos países viven ahora mejor que hace 20 años atrás, hoy hay más acceso a salud preventiva, seguridad alimenticia, educación de calidad desde los niveles más bajos, participación ciudadana en temas cruciales, más mujeres están accediendo a cargos de elección popular, por mencionar algunos, y esto quizás no habría sucedido si no hubiera sido por esta ola política. Pero de igual manera, no querer mirar o aceptar los graves errores que muchos de estos gobiernos, y en especial sus dirigentes políticos, cometieron y siguen cometiendo es quedarse estancado en el tiempo por lo menos dos décadas atrás.
Por ello mismo quiero agradecer el comentario que un buen lector hizo en días pasados a mi artículo de opinión sobre la situación política y social que se vive en Venezuela. Inicialmente quiero decirle que me alegra su comentario porque es una clara indicación del nivel de participación y juego de ideas que debe privar en una democracia, que quisiéramos existiese abiertamente en nuestros países de origen. Asimismo, estimado lector, quiero decirle que respeto sus argumentos, algunos de verdad los comparto, otros me parecen desactualizados pero entendibles, y otros los rechazo por falta de visión geopolítica.
Por ejemplo, estimado amigo lector, si se fija, esta misma semana el presidente Nicolás Maduro y el chavismo quedaron mal parados con los resultados del plebiscito sobre una nueva asamblea constituyente. Más del 98 %, o sea casi el 100 por ciento de las personas que votaron dijeron No a la idea gubernamental y con ello respaldaron a la oposición.
Desde la lejanía podemos ver que aun y cuando el chavismo aún tiene cosas dignas de destacar, con la otra mano sigue cometiendo errores garrafales y sirviendo en bandeja de plata el camino para que supuestos líderes políticos se proclamen los nuevos mesías que salvarán al país, y los resultados se verán a corto plazo.
Por ello mismo estimado lector, lo invito a recordar el viejo refrán: “en este mundo traidor nada es verdad ni mentira, todo depende del color del cristal con que se mira”. Para unos puede ser rojo y blanco, para otros tricolor con estrellas en la esquina, y para otros simplemente transparente. Depende de cómo usted lo quiera ver.