Rodrigo Díaz M.
Un motín en una cárcel de mujeres en Honduras ocurrido la semana pasada dejó al menos 41 mujeres muertas, la mayoría quemadas, en una violencia que el presidente del país atribuyó a las pandillas callejeras “maras” que a menudo ejercen un amplio poder dentro de las penitenciarías.
La mayoría de las víctimas fueron quemadas, pero también hubo informes de reclusas heridas de bala o apuñaladas en la prisión de Tamara, a unos 50 kilómetros al noroeste de la capital hondureña de Tegucigalpa, dijo Yuri Mora, portavoz de la agencia de investigación de la
Policía Nacional de Honduras.
Al menos siete reclusas fueron atendidas en un hospital de Tegucigalpa por heridas de bala y arma blanca, dijeron empleados del lugar.
“Los equipos forenses que están retirando cadáveres confirman que han contabilizado 41”, dijo Mora.
Medios de comunicación locales entrevistaron a un recluso herido fuera del hospital, quien dijo que presos pertenecientes a la temida pandilla Barrio 18 irrumpieron en un bloque de celdas y dispararon contra otros reclusos o les prendieron fuego.
La presidenta hondureña, Xiomara Castro, dijo que el motín fue “planificado por las maras con el conocimiento y aquiescencia de las autoridades de seguridad.”
“¡Voy a tomar medidas drásticas!” escribió Castro en sus cuentas de las redes sociales.
Julissa Villanueva, jefa del sistema penitenciario del país, sugirió que el motín comenzó debido a los recientes intentos de las autoridades de tomar medidas enérgicas contra las actividades ilícitas dentro de las prisiones y calificó esta tragedia como una reacción a las medidas “que estamos tomando contra el crimen organizado.”
Las bandas ejercen un amplio control dentro de las prisiones del país, donde los reclusos a menudo establecen sus propias normas y venden artículos prohibidos.
El motín parece ser la peor tragedia en un centro de detención de mujeres en Centroamérica desde el 2017, cuando las niñas de un refugio para jóvenes con problemas mentales en Guatemala prendieron fuego a colchones para protestar por violaciones y otros maltratos en la institución gravemente superpoblada. El humo y el fuego resultantes mataron a 41 niñas.
El peor desastre carcelario en un siglo también ocurrió en Honduras, en el 2012 en la penitenciaría de Comayagua, donde 361 reclusos murieron en un incendio.