Rodrigo Díaz M.
Papúa Nueva Guinea está recibiendo lentamente ayuda humanitaria internacional después de que un enorme corrimiento de tierras sepultara el viernes pasado a unas dos mil personas en una remota aldea.
Un funcionario del gobierno de Papúa Nueva Guinea dijo a las Naciones Unidas que se creía que más de dos mil personas habían quedado enterradas vivas y estaba pidiendo formalmente ayuda internacional para excavar la tierra.
La ONU estima actualmente en 670 el número de muertos y dijo que no lo ha cambiado, a pesar de la estimación del gobierno local. Sin embargo, señaló que la cifra podría seguir aumentando.
Hasta ahora sólo se han encontrado los restos de seis personas.
La Organización Internacional para las Migraciones, dependiente de la ONU, está liderando la ayuda internacional hasta el momento.
Como el desprendimiento se produjo en una remota región montañosa, es difícil llevar equipos y maquinaria. También hay guerras tribales en las cercanías, lo que ha obligado a los trabajadores humanitarios a viajar en convoyes y ser escoltados de noche por soldados.
Australia ha anunciado una aportación inicial de 1,7 millones en dólares americanos y dijo que enviaría expertos técnicos para ayudar. China también dijo que proporcionaría ayuda dentro de sus capacidades de socorro en catástrofes y reconstrucción.
Hasta ahora ha sido es difícil determinar la magnitud del desastre, ya que la aldea se encuentra en un lugar remoto y carece de telecomunicaciones. El gobierno no explicó en qué se basaba la estimación de dos mil personas, y es difícil hacer un seguimiento de la población ya que el país carece de datos censales precisos y actualizados.