quien en medio de muchas críticas y acusaciones pretende cumplir el viejo adagio popular “la tercera es la vencida”. Esto, en un clima marcado por la polarización, los ataques personales y la falta de propuestas viables para sacar al país de la crisis que vive por décadas.
Por Gilberto Rogel
Hace 12 años López Obrador, ex jefe de Gobierno del autónomo Distrito Federal de México, y quien es catalogado por algunas analistas como un líder populista y a la vez nacionalista, corrió por primera vez por la presidencia de ese país y según la información oficial perdió frente al candidato del PAN por cerca de medio punto porcentual en medio de muchas irregularidades, entre las que se destacaron un curioso corte eléctrico en pleno conteo de votos.
Como es recordado, en este conteo López Obrador y su partido llevaban una sustancial delantera, pero cuando la energía retornó los resultados estaban invertidos como por obra de magia. Con una gran cantidad de argumentos a su favor el político aseguró haber perdido frente al PAN por típicas maniobras fraudulentas, reclamo que las autoridades mexicanas desoyeron.
Luego, seis años después, López Obrador corrió nuevamente por la presidencia y al igual que en el pasado encabezaba las encuestas contra el candidato del PRI, un personaje poco carismático, muchas veces introvertido, sin arrastre popular, con la única ventaja de haberse casado con una estrella de las famosas telenovelas. Ernesto Peña Nieto terminó ganando la banda presidencial, en lo que muchas instituciones catalogaron como una muestra más del fraude institucional que permea todo el estamento político mexicano. Otra vez, con muchas pruebas y respaldo popular, López Obrador argumentó fraude.
El año pasado, López Obrador dijo que volvería a la justa presidencial del 2018, sólo, que, en esta ocasión con un discurso más inclusivo, una imagen más refrescada y un plan de gobierno integral. Para ello también creó un nuevo instrumento político llamado Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), el cual hasta la fecha encabeza las preferencias de los votantes y en que se encuentran representados una diversidad de sectores sociales y políticos de la sociedad mexicana.
Como ha sido la regla en los últimos 12 años, López Obrador ha sido el centro de los ataques de la derecha empresarial mexicana, en especial de los grandes conglomerados mediáticos, llámese Televisa y TV Azteca, quienes vía múltiples instrumentos han perfilado al político como un seguidor de ideas comunistas del pasado, ignorante, aprovechado y falto de ideas propias entre muchas de las críticas.
Caso contrario, millones de mexicanos dentro y fuera del país ven en López Obrador un cambio radical en las políticas sociales y económicas que el país necesita luego de un siglo de gobiernos encabezados por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), entidad que es conocido en muchos países como el creador de la dictadura perfecta, una alianza única entre el gran empresariado y ciertos movimientos sindicales y sociales de tendencia conservadora.
Tratar de entender la crisis mexicana es una tarea extremadamente difícil, en particular para un observador extranjero, sin embargo, es claro que los fenómenos como la guerra al narcotráfico, la migración masiva hacia los Estados Unidos y Canadá, al igual que la desmedida la corrupción institucional, se han profundizado en los últimos 12 años sin que los gobiernos de turno hayan alcanzado resultados claros. Más por el contrario, según muchas fuentes, parece que se benefician de ellos para perpetuarse en el poder, con la complicidad de millones de votantes quienes no acuden a ejercer su derecho al voto.
Aun y cuando el político mexicano nunca ha puesto un pie en la ciudad de Toronto, podemos afirmar que pese a estar a 3 mil kilómetros de distancia tiene tantos admiradores y detractores como si estuviésemos en cualquier lugar de la República Mexicana. En ese contexto fue evidente como en días pasados cientos de mexicanos residentes en Toronto marcharon por algunos sectores de la ciudad para demandar que las autoridades canadienses verifiquen este proceso que puede definir el futuro de esa nación.
Los ojos de América estarán puestos en México este domingo 1 de julio para constatar si el estamento político de esa nación tiene la madurez necesaria para permitir un cambio político de gobernante o, de lo contrario, seguirán hundiendo al país en el subdesarrollo, la miseria, la desesperanza y el continuismo.