“Incluso en el transcurso de una conversación verdadera, podemos decir hasta dos mentiras cada diez minutos. Pero como es algo más o menos aceptado a nivel social, tendemos a considerarlo normal”, señala el coach Enrique Jurado.
“Ni un polígrafo ni nadie puede estar seguro al 100% de si alguien está mintiendo, pero sí podemos ver esos indicios que nos lleven a pensar que, probablemente, no dice la verdad”, precisa.
Jurado subraya que existen siete emociones que todos expresamos de una manera similar, independientemente de nuestra cultura, raza, religión o incluso de nuestra edad.
Algunas son piadosas, otras sirven para no tener que dar demasiadas explicaciones, pero todas son mentiras y, al parecer, decimos más de las que nos gustaría admitir. Aunque también nos las dicen y no siempre las sabemos reconocer.
“Es casi imposible saber con el 100% de seguridad si alguien miente o no, pues incluso algunas personas se creen sus propias mentiras. No obstante, hay un montón de indicios que nos van a decir cuándo hay fugas en una conversación, lo que sugiere que esa persona está diciendo algo engañoso”, explica Enrique Jurado, coach y director de D’Arte Coaching, un centro de formación de coaches profesionales ubicado en la capital de España.
Lo que los especialistas en la materia denominan “fugas” se pueden producir en cualquiera de estos cinco canales: la cara, los gestos, el tono de voz, el estilo de comunicación (por ejemplo ciertos dejes o muletillas) y el propio contenido de la conversación.
EMOCIONES UNIVERSALES.
“Existen distintas variables que nos van a permitir saber si alguien está siendo incoherente en alguno de esos canales para, a partir de haber identificado dónde están esas incoherencias o fugas, empezar a tirar del hilo. Se puede saber si alguien te está engañando cuando, al tirar del hilo, esas incoherencias continúan o dejan de producirse”, señala Jurado.
“No podemos asegurar que una persona está mintiendo por el simple hecho de rascarse la nariz. Tampoco podemos decir que alguien está cerrado porque tenga los brazos cruzados. No podemos concluir las cosas con una rotundidad del 100%, pero sí podemos ver esos gestos como posibles indicios a la mentira”, añade.
Jurado subraya que existen siete emociones que todos expresamos de una manera similar, independientemente de nuestra cultura, raza, religión o incluso de nuestra edad. Se trata de la alegría, la tristeza, el miedo, la ira, la sorpresa, el desdén y el asco.
“Cuando sentimos asco lo que hacemos es subir las comisuras de la nariz hacia arriba y apretar las cejas hacia abajo. El asco no es sólo a cosas de comer, también se puede sentir ante ciertos valores de otras personas”, detalla.
Asimismo, “expresamos la tristeza todos de la misma manera. Aunque con cambios sutiles, cuando sentimos tristeza, por lo general, arqueamos las cejas hacia arriba, las juntamos por la parte del centro y movemos las comisuras de los labios hacia abajo”, apunta.
“Si sientes tristeza, ira, etc, se te va a notar por muy buen actor que seas. Tendrías que creerte tu propia mentira o dejar de tener una emoción concreta para poder esconderla al 100%. También vas a poder ver cuándo en la otra persona hay ira, enfado, asco, etc, a través de las microexpresiones faciales”, afirma.
Enrique Jurado explica que las microexpresiones son expresiones de la cara que apenas duran milésimas de segundo. A través de ellas expresamos una emoción pero son involuntarias, no podemos evitar su aparición.
El especialista manifiesta que la emoción que suele experimentar una persona que está mintiendo es el miedo a ser pillado. No obstante, comenta que, si apreciamos una microexpresión que indica miedo en la cara de nuestro interlocutor, no podemos concluir que esté mintiendo, sólo que está sintiendo miedo.
PARA EVITAR CONSECUENCIAS NEGATIVAS.
En estas circunstancias, Jurado recomienda tirar del hilo para ver en qué momento ha surgido esa microexpresión en relación con el contenido de la conversación.
Respecto al propio contenido de la conversación, el coach expone que, si una persona miente sobre algo, nunca va a dar detalles concretos de la situación.
“Si le preguntas por la situación sobre la que hablaba cuando has visto esa microexpresión y responde con generalidades o intenta evadir la respuesta, hay indicios de que está contando embustes. Si, además, en ese momento empieza a subir el hombro o se empieza a rascar, tenemos más indicios que sugieren que nos está engañando”, declara.
Sin embargo, recalca que “ni un polígrafo ni nadie puede estar seguro al 100% de si alguien está mintiendo, pero sí podemos ver esos indicios que nos lleven a pensar que probablemente esté contando un embuste”, precisa.
Jurado afirma que mentimos para evitar consecuencias negativas, para prevenir un castigo. “No sabemos lo que las otras personas van a pensar y, por lo tanto, para evadir el conflicto o huir de posibles emociones negativas como la ira o el asco lo que hacemos es no decir la verdad. Pero esto, a la larga, nos hace pensar que no somos honestos y nos genera la sensación de haber traicionado a nuestra propia esencia, a quienes somos de verdad, lo que tiene consecuencias en nuestra autoestima”, expresa.
“Incluso en el transcurso de una conversación verdadera podemos decir hasta dos mentiras cada diez minutos. Pero, como es algo más o menos aceptado a nivel social, tendemos a considerarlo normal”, puntualiza.
En este sentido, el especialista opina que deberíamos cambiar un poco, afrontar el hecho de que alguien se enfade con nosotros y tener recursos para gestionar los conflictos que podamos generar.
Concienciarnos para tratar de no mentir pasa, según indica Jurado, por “poner el foco sobre nosotros, nuestra forma de ser y de pensar y, sin intención de hacerle daño a nadie, respetarnos a nosotros mismos”.
En este sentido, recomienda “hacer un esfuerzo por ser honestos cada día y así, poco a poco, generar ese cambio”.